Política

¿Qué deja atrás 2018 y qué trae por delante 2019 en la política española?

    Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, tras la moción de censura. Foto: Reuters

    Mario Becedas

    En la actualidad española se puede decir tanto que cada varios meses se abre un nuevo ciclo político como que desde las elecciones europeas de 2014 y las generales de 2015, en las que el bipartidismo fue duramente golpeado, se vive un mismo ciclo inestable con nuevos actores políticos en el que cualquier posibilidad puede darse.

    Sea como sea, este 2018 lo hemos visto muy claramente. Cada pocos meses ha habido un hito que ha revolcado el mapa político. Cuando en mayo parecía que la legislatura se estabilizaba -es un decir- con la investidura de Quim Torra y la caída del 155 en Cataluña y con la aprobación de los Presupuestos de Mariano Rajoy con el apoyo de Ciudadanos y PNV, todo saltó por los aires.

    Una dura sentencia por la primera etapa del 'caso Gürtel' que señalaba al PP como "partícipe a título lucrativo" del entramado corrupto provocaba un runrún en la moqueta política que desembocó en una rápida moción de censura de Pedro Sánchez que salió adelante precisamente por su velocidad. Nadie tuvo tiempo de echarse atrás y el líder del PSOE llegaba a la Moncloa.

    La moción rompió con un ciclo en el que Ciudadanos se aupaba en las encuestas por Cataluña y el desgaste del PP de Rajoy

    Se rompía el ciclo de los meses anteriores, en el que Ciudadanos descollaba en todas las encuestas a costa de un PP que vivía episodios como la dimisión de Cristina Cifuentes y dentro de un marco de tensión en Cataluña y con Cataluña -la situación judicial del fugado Carles Puigdemont- hacía al propio PSOE -el 15 de mayo Sánchez habló del tema con Rajoy- endurecer su discurso al respecto tras ver cómo la alternativa que representaba su secretario general se estancaba justo un año después de vencer en las fratricidas primarias.

    La astuta maniobra dio aire una izquierda que no salía de su marasmo y Sánchez quiso capitalizarlo con un Gobierno de ministros 'galácticos' y un permanente diálogo con un Podemos al que quería y quiere quitar votos. La estrategia se remachaba con el brete abierto en el PP. Rajoy se iba y Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal luchaban abiertamente por la sucesión. En medio se coló Pablo Casado, que ganó las primarias.

    El ciclo se recomponía y el verano divisaba a un bloque de centro-izquierda en el poder que cogía aire y a una derecha dividida que endurecía sus mensajes -Cataluña, inmigración- para coger resuello. El PP se echaba de nuevo en brazos de Aznar y las encuestas le empezaban a ir mejor al PSOE -más allá de las estratosféricas cifras del polémico CIS-. Pero como en política nada es eterno, los escándalos empezaron a sacudir al Ejecutivo "ejemplar" de Sánchez casi a la vez que el máster de la URJC que amenazaba con poner en aprietos a Casado fue archivado por el Supremo.

    El Gobierno 'galáctico' de Sánchez se ha ido desgastando con las polémicas cotidianas hasta que el 2D andaluz lo ha cambiado todo

    Si Máxim Huerta por problemas fiscales pasados y Carmen Montón por plagio en su máster acabaron dimitiendo, otros como Dolores Delgado por el 'caso Villarejo', Josep Borrell por Abengoa o Pedro Duque por su sociedad instrumental no se han ido, pero han desgastado al Ejecutivo con el día a día de sus polémicas. Hasta el propio Sánchez se ha visto salpicado con sus viajes en el Falcon o las acusaciones de plagio contra su tesis doctoral.

    Sin embargo, lo que ha cercenado el auge inicial del Gobierno ha sido su debilidad parlamentaria -84 escaños-. La hercúlea tarea de presentar siquiera unos Presupuestos y la sempiterna negociación con los independentistas para aprobar casi cualquier cosa en el Congreso han profundizado en la herida de un Gobierno que también ha sido víctima de su propia agenda: la exhumación de Franco.

    No obstante, parecía que se seguía un ritmo claro hasta que llegaron las elecciones andaluzas. Entre la abstención, el desgaste socialista tras 36 años en la Junta y otros miles de factores, se produjo el gran vuelco que precipitaba el escenario de cara a 2019. Mientras todo el mundo esperaba una fácil victoria del PSOE en la región y los cañones apuntaba a las europeas, autonómicas y municipales de mayo con la duda de cuándo apretaría Sánchez el botón de las generales, el gran viraje andaluz ha cambiado todas las previsiones.

    Las urnas andaluzas han demostrado que a la derecha del PP ya hay representación institucional -los 12 escaños de Vox en la región suponen un cambio trascendental en cuatro décadas de democracia española- y que fragmentación del voto de derecha en tres opciones no significa que ésta pierda la mayoría. Ahora este dogma sobrevolará sobre todas las citas electorales de un año que viene cargado de ellas.

    La primera gran incógnita está en manos de Sánchez. Si su intención era agotar la legislatura pese a las dificultades, el estacazo recibido en Andalucía le hace querer alejarlas aún más para que el efecto se disperse lo más posible. Sin embargo, en el PSOE hay unos que prefieren llevar las generales a marzo, otros a mayo -un 'superdomingo' electoral que causa pavor a los barones- y otros a otoño.

    El juicio del procés y la capacidad de Sánchez de aprobar los Presupuestos o medidas sociales influirán en las sucesivas citas electorales

    Nada que ahora se pueda aventurar dada la volatilidad que ahora experimenta la política. En los primeros meses del año entrarán en juego los inicios de PP y Ciudadanos apoyados por Vox en Andalucía, el esperado juicio del procés que echa a andar en enero y que será decisivo, así como la capacidad -de momento, parece imposible- del Gobierno de aprobar los Presupuestos o, en su defecto, de aprobar medidas sociales en el Congreso.

    Esta decisión sobre las generales influirá en las otras citas. Si son en marzo, las europeas, autonómicas y municipales -en las que la alianza PSOE y Podemos se juega mucha- vendrán ya condicionadas. Si son después, esta cita de mayo puede ser el mejor test posible para valorar posiciones en un tablero en el que cualquier chispa puede incendiarlo todo.

    Por el momento el año empieza, una vez más, con la situación catalana en el frontispicio. Sánchez y Torra dialogaron justo un año después de las elecciones del 21D -ahí se hablaba de la apertura de otro ciclo- con un tímido acercamiento de los independentistas al Gobierno en el trámite de los Presupuestos. Sin embargo, pocos días después el presidente catalán ha instado a la sociedad catalana a "rebelarse" y ha anunciado que el Parlament retomará la aprobación de leyes suspendidas por el Tribunal Constitucional (TC). El péndulo no para de moverse.