El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha abierto la puerta a un 155 indefinido en Cataluña a la vez que ha planteado una modificación legislativa para que sea posible sancionar económica y administrativamente al nuevo presidente de la Generalitat, Quim Torra, en caso de que ponga en marcha medidas que sean discriminatorias con una parte de la población catalana. Así lo ha anunciado el líder socialista en una rueda de prensa celebrada en la sede del PSOE este lunes tras la habitual Ejecutiva Federal.
La última idea de Ferraz es que el Grupo Parlamentario Socialista presente una enmienda a la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación que se tramita actualmente en el Congreso para que sea posible sancionar administrativamente a "aquellos dirigentes políticos que expresen ideas xenófobas, racistas o etnicistas, singularmente si van acompañadas después de acciones discriminatorias".
La medida llega después de que Sánchez haya sido muy crítico con los escritos de Torra rescatados estos días en defensa de la nacionalidad catalana y contra los españoles, hasta el punto de recriminar directamente en Twitter al nuevo presidente catalán que su ideario era propio del peor "supremacismo" o de "Le Pen". Hoy le ha llamado, sin ambages, "racista".
Últimas propuestas
Sin embargo, más allá del enfoque personalista que supone impulsar una medida ad hoc para el caso de Torra, esta iniciativa del PSOE supone una vuelta de tuerca más en el claro giro que ha experimentado su política territorial.
Además del choque con Torra y de la medida anunciada hoy contra él, PSOE ya propuso hace unos días obligar a los cargos públicos a acatar la Constitución en su toma de posesión -al hilo de la de Torra- y dijo estar trabajando en la reforma del Código Penal para adaptar la tipificación del delito de rebelión y que no necesariamente tenga que comportar golpes "militares" o alzamientos "violentos", lo cual permitiría adaptar ese delito a la realidad del siglo XXI.
La semana pasada, sin ir más lejos, Sánchez volvía a vestirse de corbata tras más de un año -detalle en el que han reparado varios medios- y visitaba la Moncloa para pactar con Rajoy el nuevo rumbo del 155 después de las primeras piruetas de Torra proponiendo nombrar consellers a dirigentes encarcelados. Estas pasadas semanas Sánchez viajó a Alemania y a Reino Unido para defender la democracia española en contra del independentismo catalán. Hoy ha llegado a pedir a Rivera una actitud más responsable en el asunto.
Un año desde las primarias
Todas estas actuaciones llegan cuando justo este lunes se cumple un año exacto del triunfo de Sánchez en unas primarias socialistas que convulsionarion al partido y mantuvieron en vilo a la opinión pública. El 21 de mayo de 2017 Sánchez se impuso a Susana Díaz y al aparato tradicional de la formación con un denotado viraje a la izquierda y haciendo bandera del 'no' a Rajoy. En materia territorial, la apuesta vencedora se supeditaba a un vago concepto de plurinacionalidad que primeramente fue mitigado en el primer Congreso del 'nuevo' partido y posteriormente desdibujado por los acontecimientos.
A los pocos meses de este cambio en el PSOE, la situación política de Cataluña se recrudeció y llegaron los ya conocidos hechos de septiembre y octubre. La lectura de lo ocurrido con las leyes de ruptura aprobadas en septiembre en el Parlament, la celebración del referéndum ilegal del 1-O y la DUI en la Cámara catalana el 27 de octubre cambió la percepción de la ciudadanía y la agenda de los partidos políticos, siendo los socialistas de los más afectados en este sentido.
La propuesta plurinacional con tintes federalistas fue dando paso a un tímido rechazo a la aplicación del artículo 155 de la Constitución cuando se empezó a plantear su aplicación. Sin embargo, todo se precipitó y, en aras del famoso "sentido de Estado", Sánchez se avino a pactar con Rajoy la puesta en marcha de este precepto, pero haciendo limar en el Senado algunos supuestos -el control de TV3, que no se convocaran elecciones catalanas tan pronto- que algunos sectores del PP pretendían.
El comienzo del viraje
Conscientes del desgaste de apoyar al Gobierno Rajoy en la aplicación del 155 en sectores socialistas de Cataluña y en parte del electorado progresista, Ferraz puso toda la carne en el asador para impulsar una comisión del Congreso que supusiera el primer paso para la reforma territorial de España. Sánchez arrancó de Rajoy una tímida promesa de revisión de la Constitución que el PSOE vendió como un éxito. No obstante, desde el primer momento Podemos y los nacionalistas boicotearon la comisión y se negaron a estar en ella. Por si esto fuera poco, el PP empezó a desdecirse de la 'promesa' de Rajoy a Sánchez y Ciudadanos decidió directamente abandonar la comisión.
En esta tesitura, el debate en torno a Cataluña se siguió tensando y los sondeos empezaron a reflejar el auge de Ciudadanos. Un auge que se vio consumado en las elecciones catalanas del 21D, donde la fuerza 'naranja' se impuso mientras el PSC de Miquel Iceta apenas pudo salvar los muebles. Lo que ha venido en los siguientes meses ha sido más de lo mismo: crecimiento de Ciudadanos aunado a su defensa de la unidad de España al tiempo que irrelevancia de la izquierda, que apenas ha conseguido imponerse en la agenda política ni con temas sociales.
En este sentido, movilizaciones como las reivindicaciones femeninas en torno al 8-M o las protestas de los pensionistas apenas pudieron ser capitalizadas por los socialistas, que en el caso de los jubilados vieron como el PNV con sus cinco diputados doblegaban al PP de Rajoy. Esto explica, en parte, que la dirección socialista haya emprendido un lento giro en su política territorial mirando a Cataluña.