
Los aranceles que busca implementar Donald Trump se han convertido en una de las grandes preocupaciones mundiales. Las bolsas y los mercados financieros no han reaccionado nada bien a su anuncio y ahora se abre una etapa de negociación con los diferentes países y bloques económicos de resultado incierto. Esta incertidumbre va estar presente en las bolsas durante una buena temporada.
Trump y su equipo buscan cambiar el modelo económico en el que se ha sustentado la economía estadounidense en las últimas décadas, concretamente desde el estallido de la gran crisis financiera e hipotecaria de 2008. Desde entonces, una política fiscal laxa de los estados y los bancos centrales de todo el mundo, que se acentuó con la pandemia del Covid-19, han permitido a la economía crecer y llevar el desempleo a tasas muy bajas, pero también han disparado el déficit y el endeudamiento de Estados Unidos (y otros países) a su nivel máximo desde la II Guerra Mundial. Los datos de la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos recogen que en los últimos tres años (de 2022 a 2024) el déficit del país se ha situado entre el 5,5% y el 6,4% del PIB.
Unas cifras insostenibles a medio y largo plazo, que la administración Trump intenta revertir de manera que el sector privado tome el relevo al público como motor del crecimiento económico a costa de reducir el papel del estado. El tema no es baladí, porque comportará cambios importantes en el país y a nivel mundial, tal y como estamos comprobando desde su llegada al poder con, por ejemplo, la implantación de los aranceles, la eliminación de las trabas burocráticas o la reducción del empleo público.
Con esta última medida, Trump busca eliminar gasto público y hacer una administración más eficiente, pero también aumentar el paro de manera que el doble mandato de la Reserva Federal -vigilar la inflación pero también la buena marcha económica- le obligue a bajar los tipos de interés. Un precio del dinero más barato debería facilitar inversiones y proyectos productivos que, a su vez, necesitarán mano de obra. Los aranceles forman parte de esta estrategia de lograr inversiones productivas para impulsar las exportaciones y, en la medida que sea posible, limitar las importaciones.
Como decíamos al principio de este artículo, cada país o bloque económico se verá ahora obligado a negociar la cuantía de los aranceles con los que finalmente se verán gravados sus productos. Estados Unidos busca reciprocidad en su política arancelaria, aunque también es cierto que otros aspectos, como las normas y regulaciones, también pesarán en las negociaciones. Cada país tendrá a partir de ahora su arancel y todo dependerá de las negociaciones que lleve a cabo.
En todo caso y pese a que en algún momento Trump y sus colaboradores han restado importancia al impacto que sus decisiones puedan tener en las cotizaciones bursátiles, eso no es nada cierto. Una parte muy importante del consumo estadounidense se basa en la evolución de la bolsa. Si la bolsa cae, disminuye el dinero en los bolsillos de los estadounidenses y también su consumo. Por contra si los mercados financieros van bien, el consumo va bien y alimenta a la economía. De hecho, las pensiones en Estados Unidos son privadas y están referenciadas a las bolsas y la deuda.
Entonces, ¿cuál es el umbral a partir del cual la administración Trump se sentiría incómoda? Probablemente, un descenso sostenido a partir del 20% del S&P ya comienza a impactar negativamente en el consumo y, por lo tanto, en la economía. A pesar de todo, el proceso en sí se va a tornar doloroso de manera más o menos general. No tanto por los cambios a poner en marcha, si no por la rapidez con que buscan ser implementados.
Todo ello llega en un momento en que, pese a los recortes de las últimas semanas, las bolsas y los activos están, en general, algo sobrevalorados. La época de tipos de interés nulos e incluso negativos, junto a las inyecciones de liquidez con la compra de deuda de los principales bancos mundiales, han llevado las cotizaciones a niveles de sobrevaloración, principalmente en los índices de referencia de las grandes economías mundiales. En un contexto de mayor volatilidad, ya no valdrá invertir en un índice y esperar su revalorización. Toca ser más selectivos y también apostar por nichos de mercados que presentan valoraciones más razonables, que los hay, aunque esto lo repasaremos en otro artículo.
*Este artículo refleja exclusivamente la opinión de Pedro Escudero y no es una recomendación de Doma Perpetual
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