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Ficosa, el pequeño taller español que se convirtió en el mayor fabricante de retrovisores del mundo

  • La compañía ha anunciado un ERTE para sus plantillas en Italia y Portugal, ante la caída de pedidos
  • El sector de la automoción occidental vive una importante crisis
  • La compañía hoy pertenece al gigante tecnológico japonés Panasonic
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El sector de la automoción en Europa vive una profunda crisis. No solo los fabricantes están sufriendo, también las numerosas industrias auxiliares. Son muchas las empresas que en los últimos meses han anunciado recortes y diversas medidas de ajuste, incluyendo miles de despidos solo en el viejo continente. Una de las últimas afectadas es la española Ficosa, compañía histórica líder mundial en fabricación de retrovisores, queha presentado un ERTE para sus plantillas en Italia y Portugal.

Estos ajustes, que de momento no afectan a los trabajadores en España,están provocados por la caída de pedidos. Este es el último capítulo en la historia de Ficosa, que trabaja con los principales grupos continentales, como Volkswagen o Renault.

La compañía nació en Barcelona, en 1949, cuando Josep Maria Pujol y Josep Maria Tarragó fundan Pujol y Tarragó, un pequeño taller de producción de cables mecánicos, para piezas de repuesto. Cables que se utilizaban, por ejemplo, para el acelerador del coche, el embrague, el freno de mano...

La compañía pronto empieza su expansión nacional, adaptándose a las exigencias de la incipiente industria del motor. Ya no era cuestión de fabricar cables, es que hacían lo que les pidieran. ¿Que querían parabrisas? Fabricaban parabrisas. Lo que hiciera falta. Expanden su oferta de productos para las empresas fabricantes de vehículos que se instalan en España.

Taller de ficosa en 1972
Trabajadores de Ficosa en el taller en 1972.

Pegaso, Seat, Fasa o Barreiros se convierten en clientes de la compañía, atraídos por los bajos costes de la mano de obra, en un mercado muy local, y con escasos intercambios comerciales con el exterior.

Empiezan a crear empresas paralelas que les ayuden a gestionar el desarrollo de los diferentes productos que empiezan a fabricar. Ya en los 70, comienzan a producir en España para nuevos clientes, con marcas en su cartera como Ford, Mercedes, Peugeot o Nissan. Es entonces cuando da su primer salto al exterior, con la apertura de su primera fábrica en el extranjero, en concreto en Portugal, dedicada en un primer momento a la producción de cables de mando.

Para el año 1980, Ficosa ya roza los 2.000 millones de pesetas en ingresos. Poco después, con la llegada de General Motors a España, se convierte en proveedor de componentes para el Opel Corsa, un coche icónico.

Internacionalización

Es en esa década en la que se produce el gran salto de la compañía. Con la entrada de España en la Unión Europea, en 1986, toman la decisión pionera de abrir delegaciones en los principales países, como Alemania, Francia, Italia o Reino Unido. Hay que tener en cuenta que, en ese momento, la compañía ya facturaba más de 6.000 millones de pesetas, y casi el 10% de los ingresos provenían de las exportaciones. La internacionalización tenía sentido. La compañía aprovecha la ocasión para renombrarse como Ficosa International.

Era un movimiento que consideraron imprescindible, para aumentar su capacidad en innovación, y así poder compensar el nivel de productividad que durante décadas se habían asegurado gracias a los bajos costes de producción en España.

En esta línea, entrados en los 90, da el salto al continente americano. Primero, en México, con su primera planta en Nuevo León. También llega a Latinoamérica, con su llegada a Brasil y Argentina. Pero el movimiento clave es su introducción en Estados Unidos, en concreto en Detroit, por entonces la cuna americana del motor. Se acabó convirtiendo en una de sus ubicaciones más importantes.

Sede de Ficosa
Sede de Ficosa.

A partir de la segunda mitad de esa década de los 90, el sector automovilístico inició una nueva etapa, persiguiendo el coche global. Es decir, las marcas dejaron de tener sus propios mercados, y pasan a tratar de hacerse con una cuota de mercado en todos los países. Y para lograr ese objetivo, necesitan proveedores también globales, que les permitan mantener los mismos estándares de calidad en todo el mundo. Y Ficosa era el socio perfecto.

La importancia de ese proceso se ve reflejada en la cifra de negocio si dispara hasta los 32.000 millones de pesetas, correspondiendo a España solo el 40% del volumen. Nunca dejan de invertir en innovación y desarrollo, clave para seguir teniendo la confianza de las principales marcas del sector. Tampoco dejó nunca de expandirse, ya fuera con la creación de nuevas fábricas o la adquisición de empresas locales. De hecho, con el cambio de siglo comienzan la conquista de Asia, que comenzaron por India, con un importante acuerdo con el grupo Tata.

Otro paso clave llega con la adquisición, en el año 2000, de la división de retrovisores del gigante italiano Magnetti-Marelli, por 70 millones de euros. Esta operación disparó su cifra de negocio, y le convirtió en una de las compañías líderes en el campo de los retrovisores.

Se había convertido en uno de los proveedores más importantes de la industria del motor. Incluso se plantean la entrada en otros negocios, como seguridad y defensa, el aeroespacial o las comunicaciones.

Crisis económica y enfrentamiento familiar

Pero la crisis de 2008 modifica la hoja de ruta, llevando a la compañía al borde del abismo. A las dificultades económicas globales se suma una importante crisis interna, con enfrentamientos entre los herederos de los fundadores. Las acusaciones cruzadas, las denuncias y los movimientos en la junta directiva se suceden, mientras la compañía supera los 700 millones de facturación. Este drama interno se resuelve con la salida de la compañía de los herederos de Tarragó, que vendieron sus acciones.

En cuanto a la situación económica, lastrada por una importante deuda, fruto de la fuerte inversión para hacerse con nuevas compañías, el rescate llegó gracias a la Generalitat de Cataluña. Le concedió un crédito participativo de 20 millones, y después otro de 50 millones, que en 2015 supuso la entrada de la administración catalana en el accionariado de la compañía.

La otra pata de la solución la aportó el gigante japonés Panasonic, que inyectó 100 millones en la empresa, a cambio de hacerse con el 49% de los títulos. Los herederos de Pujol, con el apoyo de la Generalitat, lograron mantener el control de la compañía.

Filial de Panasonic

Una situación que dio un vuelco a partir de 2017. El apoyo público tenía fecha de caducidad, que llegó incluso antes de lo previsto, pues la Generalitat vendió el 20% que poseía de la compañía a la propia Panasonic, en una operación que le permitió recuperar lo invertido, con creces, pero que hacía que la compañía pasase a estar en manos niponas. Ficosa se convertía, en ese momento, en una filial, aunque al frente seguían los Pujol.

Desde entonces, la compañía ha alternado grandes resultados con otros años difíciles, provocados ya fuera por la pandemia de la Covid, o ahora por la crisis de los automóviles occidentales.

Retrovisor moderno
Sistema de visión por cámara de Ficosa.

Sea como fuere, cuenta con más de 9.000 trabajadores, repartidos por 16 países, y es uno de los principales fabricantes de componentes para la industria del motor. Junto con los retrovisores, también ocupan una posición destacada en el campo de los frenos de mano, los mandos o el cableado. Además, gracias a la alianza con Panasonic, se han convertido en uno de los actores más destacados en el negocio de los sistemas de visión por cámara, alternativos ahora a los clásicos retrovisores.

Mientras la compañía se enfrenta a la crisis de demanda, y a las dudas que aún genera el coche eléctrico, registra ingresos por más de 1.000 millones de euros.

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