En plena era digital, hoy se puede lanzar una empresa de éxito desde cualquier sitio. Se puede emprender en España desde la ciudad más abarrotada hasta el pueblo más tranquilo y apartado. Nada que ver con la realidad que se vivía hace 150 años, donde sacar adelante una empresa y triunfar desde un lugar tan pequeño como Zafra, en Badajoz, en medio de un auténtico desierto industrial, era un auténtico reto. Es el escenario que se encontró Diter, la prestigiosa y reconocida marca de motores española, que hoy vuelve a sonar gracias a que una descendiente del fundador, Mercedes Araújo Díaz de Terán, se ha convertido en la nueva secretaria general de la Casa Real.
Para conocer la historia de Diter hay que remontarse a la segunda mitad del siglo XIX. En aquella época, la familia de Manuel Díaz de Terán llega a Zafra, huyendo de las tropas de Isabel II en Sevilla. De origen humilde, pero con experiencia en el campo de la cerrajería, lanzan su propia empresa allá por 1880, a la que llaman Santa Brígida.
Sin embargo, este hombre inquieto e inconformista, decide rápidamente ampliar su negocio, incluyendo trabajos con madera. Aunque las circunstancias eran complicadas, su fábrica iba en auge y las ganancias no dejaban de crecer. Y se plantea dar un paso más: incorporar a su empresa una fundición de hierro. Contaba, de su época en Sevilla, con diversas herramientas como tornos, fuelles, martillos... y hasta un sencillo horno. Tenía todo lo necesario.
Fabricaba rejas de ventajas, herraduras... pero los comienzos de esta línea de negocio no fueron nada fáciles. Primero, por la propia situación económica de la región. Y segundo, porque de su fábrica salían muchas piezas en mal estado. Pero cuenta con un benefactor, un religioso al que se le conoce como Padre Heredero, fundador del Convento del Rosario, y que parece que le hizo numerosos encargos, clave para que la compañía saliese adelante.
En aquel entonces, la fábrica ya tenía una placa en la que podía leerse Diter, uniendo las dos primeras sílabas del apellido del fundador, Díaz de Terán. Poco a poco, la fundición fue ganando fama y prestigio, aumentando su volumen de trabajo, contratando a más gente... y aprovechando tanto la llegada de los primeros vehículos, que le generaba importantes volúmenes de trabajo, como la construcción del Casino de Mérida, que también le genera un pico de demanda.

En 1893 el fundador, Manuel, deja el cargo, y deja al frente del negocio a su hijo José. Y poco después reparte todo su capital entre los dos hijos: 185.266 pesetas. Durante las primeras décadas del siglo XX su fama va aumentando, la empresa se consolida y la actividad de la fundición va incrementándose, con la fabricación de nuevos utensilios y maquinaria sencilla, muy enfocados en la actividad agrícola.
Destacan de esta época la fabricación de bombas de trasiego de líquido, tornos, hornos panificadores, norias para la extracción de agua, las prensas de vino... elementos de los que aún quedan restos a lo largo de la comarca extremeña. Aseguran desde la compañía que aún hoy, en algunas huertas de la región se pueden encontrar norias en funcionamiento que llevan el sello de Terán.
En pleno auge, estalla la Guerra Civil, un obstáculo para la compañía. Trata de mantener su actividad con relativa normalidad, que mezcla con la obligación de usar sus talleres para fabricar material bélico.
Los primeros motores monocilíndricos de España
Una vez finalizado el conflicto, con el país en una situación económica horrible, carencias a todos los niveles y la dictadura apostando por potenciar el sector primario... en Diter se dan cuenta de que se necesita maquinaria, y se embarcan en su fabricación. Pero quieren ir un paso más allá, quieren crear su propio motor. Inician la tarea en 1940, con empeño y ahínco, poniendo en la tarea todo su conocimiento, hasta que en 1949 llega el gran logro: patentan el primer motor Diter. La primera gama de motores monocilíndricos fabricados en España. Pronto comenzaron a comercializarse por toda España, adquiriendo rápidamente una fama que mantienen hasta nuestros días.
Se convirtieron en una de las compañías más relevantes de España, con repercusión en el mercado de aplicaciones electrógenas, entre otros sectores. Desde el desierto industrial, desde una de las zonas con menos recursos, había logrado conquistar todo el país. Era un auténtico hito. La empresa era la número 1 de la región, empleaba a más de 1.000 personas directamente, y había impulsado el crecimiento de Zafra.
Pero la industrialización no permite estancarse, obliga a ser versátiles y a modernizar su tecnología para no quedarse atrás. En los 60, con ese objetivo, empezaron a tantear otras empresas españolas, buscando colaboración. Pero la realidad del país en aquella época era dura, y no había ninguna compañía que reforzase su capacidad de desarrollo y producción. No les queda más remedio que mirar en el extranjero.
En ese proceso de consultas, se reúnen con algunas de las compañías alemanas más punteras. Hasta que finalmente llegan a un acuerdo con MWM (Motoren Werke Manhein), que absorbe la empresa segedana, dando paso a MWM Diter. El grupo alemán era uno de los más prestigiosos del momento, gracias a la fiabilidad de sus motores diésel. Y, como parte del acuerdo, se comprometen a fabricarlos en la planta de Zafra.
La presión de Renault
En este proceso también influye la presión de Renault. MWM era el proveedor de los motores para los tractores de la compañía francesa, que exigía que se hicieran en España. Y Diter era de las pocas compañías, por no decir la única, que cumplía las exigencias de calidad y desarrollo necesarias.
Tras integrarse en el grupo alemán, llegó la mayor época de esplendor de la compañía. Durante los 70 la producción y la fabricación fueron en constante aumento. La potencia pasó de 5 a 150 caballos; los motores alcanzaron os 6 cilindros refrigerados por aire o por agua, y para aplicaciones marinas, además de mantener sus servicios con la industria de obras públicas o de agricultura, que es una de las que mayor aplicación tuvo. Sus motores se vendían en todos los continentes.
A mediados de la década da el siguiente gran salto, abriendo una nueva factoría en Madrid, con 1.200 trabajadores. Un movimiento polémico y poco claro, que provocó importantes protestas en Zafra, que temían quedarse sin la principal compañía de la región. Más de 1.000 personas se encerraron durante 10 días en el templo de La Candelaria, en la movilización sindical más importante de Extremadura tras la muerte de Franco.
Por otro lado, también es la época del boom de la publicidad, y Diter no se queda atrás. Por ejemplo, se convierte en el patrocinador del Club Deportivo Zafra, el histórico club de pueblo, que tiene como hitos haber jugado 7 temporadas en 2ª División B, y ser el primer equipo profesional del exfutbolista y comentarista 'Poli' Rincón.

En los 80 es cuando la empresa empieza a notar los efectos de la crisis de la década anterior. Pasa de vender 32.000 motores en 1975 a 12.000 diez años después. La plantilla también se vio mermada, pasando de los 1.100 trabajadores que tuvieron en su punto álgido a los poco más de 400 a finales de la década. La compañía cierra la polémica segunda fábrica, la de Madrid, y centraliza toda la producción de nuevo en Zafra. Aunque la plantilla se redujo, este movimiento permitió aliviar un poco la situación económica de la región, gracias al empleo axuliar creado.
La solución a la crisis la tuvo el grupo KHD, también alemán, que en 1987 absorvió MWM, y con ello también Diter. El nuevo dueño llegó a la conclusión de que tanto las instalaciones como las máquinas de fabricación de Diter estaban anticuadas. El grupo alemán llevó a cabo una importante inversión para modernizar el equipamiento y las instalaciones, y así aumentar la producción. De paso, aumentó el núermo de proveedores, desarrollando la industria local y nacional. Poco después, KHD cambió de nombre, convirtiéndose en Deutz. Los motores empezaron a denominarse Deutz-Diter.
Los 90 son una época de ajustes. Deutz Diter se especializa en la producción de componentes para las plantas de la matriz en Alemania, mientras que la gama de motores de ajusta, con una fabricación menor en Zafra, de tan solo 5.500 unidades al año. También es una época en la que aumenta la competencia internacional, con empresas como Yanmar o Lombardini, entre otras.
El final de los motores Diter
A partir del año 2006, Deutz toma una importante decisión: dejar de fabricar motores en Zafra, y dedicarse al 100% a los componentes. Una auténtica conmoción, tras más de 50 años dedicados a esa actividad. En 2008 se fabricó el último motor Deutz-Diter.
Para compensarlo, el grupo Deutz realiza importantes inversiones en el pueblo, creando una nueva nave de 2.500 metros cuadrados, para fabricar engranajes, y con moderna maquinaria, que le permitía fabricar componentes para 300.000 motores.
Finalmente, desde 2013 Deutz abandona la denominación Diter, poniendo fin a más de un siglo de historia. La compañía se renombró como Deutz Spain, y se ha especializado desde entonces en el suministro de piezas, que se comercializan desde Madrid. La mayor parte de la producción es para las gamas de motores Deutz, pero también tienen otros clientes, tan prestigiosos como BMW o SAME.
La compañía, hoy, no vive sus mejores días. Este mismo año ha presentado un ERTE, por la caída de pedidos, que reduce en un 25% la jornada de la plantilla, integrada por 400 trabajadores en la planta de Zafra.
Diter, siempre conocido así pese a los distintos nombres que ha tenido, sigue siendo hoy el motor industrial de la región, pero ha perdido su peso como foco de empleo.