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En busca del nuevo Ohio para adivinar quién va a ganar las elecciones: las primarias de Washington

Hasta las elecciones del 2020, había un mantra en la política de Estados Unidos: el que gabana en Ohio se llevaba las llaves de la Casa Blanca. Aquella norma no escrita mantuvo su validez durante 14 camicios, hasta que Trump perdió ante Biden pese a ganar en el ya mítico Estado. Pero, mientras Ohio perdía sus poderes mágicos, otro Estado ha aparecido para ocupar su puesto de oráculo: Washington.

No es la capital, donde los demócratas superan constantemente el 90% de los votos, sino el Estado en el extremo noroeste del país que, de repente, se ha convertido en el termómetro electoral.

¿Pero cómo se ha convertido este Estado, uno de los últimos en fundarse, y meca tecnológica fuera de California, en un destino de peregrinación para los analistas electorales que quieren anticipar el resultado de las presidenciales? Resulta que, en la última década, sus primarias se han convertido en una guía bastante cercana del resultado de las elecciones legislativas.

Bill Gates y Jeff Bezos
Bill Gates y Jeff Bezos jugando al tenis.

En las primarias presidenciales, los votantes eligen al candidato de su partido. Pero no solo se elige al presidente. Meses después, todos los estados repiten la parafernalia, pero para seleccionar a los candidatos al resto de cargos: diputados, senadores, gobernadores, alcaldes, concejales... y esas son las primarias que se han convertido en las cartas del tarot de las presidenciales.

Washington es un bastión demócrata, y nadie espera que se vaya a producir ningún tipo de competencia este año. Kamala Harris va a ganarlo de calle. Pero da la casualidad de que la ventaja demócrata en este Estado suele ser bastante estable en la última década: unos 10 o 12 puntos sobre la media nacional.

En las primarias de este año, los demócratas ganaron por 15 puntos, lo que apunta a una victoria demócrata nacional por entre 3 y 5 puntos. Un margen ligeramente mejor al que predicen las encuestas, pero tampoco mucho más. Eso sí, la cifra es un par de puntos mejor para los demócratas que en 2020. Si hay alguna señal de que pueden mejorar los resultados electorales de Biden, esta es la más clara.

Por qué Washington

La conversión de Washington en el nuevo oráculo, como en el caso de Ohio, ha sido pura casualidad. Aunque también influye que la población del Estado es muy parecida a la de los estados clave de los Grandes Lagos (Pensilvania, Michigan, Wisconsin, y sí, Iowa y Ohio también), mezclada con una gran ciudad diversa como es Seattle. El resultado es un estado que vota siempre demócrata gracias a Seattle, pero que se mueve en la misma dirección que los estados clave que deciden las elecciones, y por un margen bastante constante.

La clave de los datos de Washington, hay que insistir, son las primarias, que se celebran bastante tarde en el ciclo, este año en agosto, un mes antes de que comenzase la campaña. A esas alturas, la gente está más enganchada; porque la participación suele ser alta; porque permiten a la gente votar por cualquier candidato sin tener que registrarse como simpatizantes de ningún partido en concreto... Sea como fuere, la combinación que han encontrado en Washington ha resultado ser la bola mágica perfecta.

¿Qué pasa si esta predicción se cumple? Si se cumple, los demócratas ganarían el voto al Congreso, y muy probablemente recuperarían la mayoría en la Cámara de Representantes. Si el margen ronda los 3 puntos, no diría nada que no estén diciendo ya las encuestas: empate técnico con una muy ligera ventaja para Kamala Harris. Pero si sale el margen mayor y los demócratas ganan por 5 puntos, pues ahí sí que Trump tendría que hacer una machada espectacular para seguir con vida en el partido.

Panorámica de Seattle
Panorámica de Seattle (Washington). | Imagen: Dreamstime

Pero cabe otra opción: que, como pasó con Ohio en 2020, este oráculo estalle en pedazos justo este año y nada de esto sirva para nada más que para pasar un poco el rato. Quién sabe, igual este año aparece una ola de votantes completamente diferente a la que votó en las primarias que lo cambia todo en las generales. Pero ¿dónde está la gracia en leer los posos del café si no crees que puedan acertar también esta vez?

Al final, las encuestas llevan prácticamente congeladas en un empate técnico desde agosto y, a estas alturas, todos los analistas están volviéndose locos con que si Harris sube medio punto allí o si Trump recorta unas décimas allá, cuando en realidad esos movimientos mínimos dentro del margen de error tampoco dicen nada. Así que, con las encuestas en coma, mirar a Washington a ver qué dice la bola de cristal pues es una forma más de intentar arrancar algún dato más.

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