
El aceite de oliva ha sido, un año más, el gran protagonista en el supermercado. Caída de producción, subida de precio, inflación... Preocupaciones y temores que se han visto refrendados al final del año: las ventas de aceite de oliva cayeron un 18% en 2023. En concreto, se han vendido 250 millones de litros, según confirma la patronal de la industria oleíca Anierac.
Sin embargo, pueden apreciarse diferencias entre los diferentes tipos de aceite. En concreto, el aceite de oliva virgen extra, el de mayor calidad y prestigio, redujo las ventas un 18% el año pasado, con 103 millones de litros. Por su parte, las ventas de aceite de oliva suave cayeron un 23% respecto a 2022, mientras que en el caso del intenso las ventas fueron un 16% menores.
Solo el aceite de oliva virgen, con 29,5 millones de litros vendidos, registro un aumento anual, que equivale a un 6%, según señala la patronal sectorial.
Situación muy distinta a la que viven otros aceites alternativos de origen vegetal. En el caso del aceite de orujo, las ventas han crecido un 14% en este periodo, con casi 21 millones de litros vendidos. Mientras que el resto de aceites vegetales, que incluyen, entre otras, girasol, semillas, colza o soja, aumentaron un 10% sus ventas.
Acotando los datos al último trimestre de 2023, que coincide con el inicio de la campaña actual, las salidas al mercado de aceite de oliva virgen extra han superado los 21 millones de litros, un 30% inferior al mismo periodo del año anterior.
Situación similar al resto de tipos de aceite, ya que tanto el virgen, como el suave o el intenso ven reducidas sus ventas.
Crisis de producción
Esta situación se enmarca dentro de la crisis que está viviendo el sector de aceite de oliva, en una situación muy complicada en los últimos dos años. La sequía extrema y el exceso de temperaturas en las principales zonas productoras ha hundido la producción. Si además tenemos en cuenta la subida de los costes de producción y energéticos, llegamos a la inflación de los precios, a pesar de las medidas que se han tomado en los últimos meses para tratar de contenerlos.
Esta situación era una de las más temidas por los agricultores desde el comienzo de esta crisis, ya que en el momento en el que los consumidores empiezan a buscar alternativas, recuperarlos después es más difícil.
La esperanza está puesta en la mejora de la producción, que permita una caída de precios que no acaba de llegar. Con un horizonte en el que la incertidumbre aún es protagonista, están a la espera de una tregua.
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