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La épica historia de Harley-Davidson: de una caseta de madera en Milwaukee a conquistar el mundo

  • Fundada en 1903, este año celebra su 120 aniversario
  • Fue proveedor de motos de guerra al ejército en las guerras mundiales
  • El reto actual es lograr la misma importancia con motos eléctricas
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No hay muchas marcas de motocicletas que tengan el reconocimiento y el prestigio de Harley Davidson. Quizá ninguna. Y es que, aunque nació como un simple vehículo, se ha transformado en un auténtico estilo de vida, en un icono. Una marca que suena a libertad, rebeldía y pasión. La compañía estadounidense cumple 120 años asentada en la élite, como líder en ventas, tras superar numerosas turbulencias a lo largo de su historia.

Todo comienza en 1903, en Milwaukee, cuando William Harvey, con la ayuda de sus amigos, los hermanos Arthur y Walter Davidson, fabrican su primer motor, pensado para ser incorporado a una bicicleta tradicional. Estaba construido a partir de una idea en la que llevaban trabajando dos años, inspirada en un modelo francés. Aquel primer prototipo, muy básico, tenía menos de 2 caballos de potencia, y aunque en llano rodaba bien, tenía dificultades para subir las colinas cercanas a la ciudad, para lo que exigía el uso de pedales. A pesar de esos problemas y limitaciones, esta experiencia supuso un gran aprendizaje para ellos.

El primer taller lo tenían en el sótano de la familia Davidson, hasta que el padre, carpintero de profesión, les construyó un cobertizo de madera en el patio trasero. En ese espacio, conocido como 'la choza', y que hoy es un auténtico lugar de peregrinaje para los moteros de todo el mundo, empiezan a trabajar en un nuevo modelo. En este caso, está inspirado en la Milwaukee Merkel de Joseph Merkel, y era más grande, con 3 caballos de potencia. Ya no era una adaptación para una bicicleta, sino una auténtica moto, que marcó el camino para el futuro del sector.

Tenía un peso de unos 80 kilos, y la velocidad punta alcanzaba los 56 kilómetros por hora. La primera unidad, que hoy se conserva en el museo Harley-Davidson, la compró Henry Meyer, un amigo de la familia, por 200 dólares. A lo largo de su historia tuvo 5 propietarios, y recorrió más de 160.000 kilómetros.

Ese es el modelo que participó en la carrera de motos de Milwaukee, celebrada en Fair Park, en la que acabó en cuarta posición. En 1905, en Chicago, ganan la primera carrera, logrando un tiempo récord. Presumían de haber fabricado el motor más rápido del mercado.

'La choza', el cobertizo de madera en el patio de la casa de los Davidson donde fabricaron los primeros modelos de Harley-Davidson.

En es época venden sus primeros modelos, se alían con un concesionario en Chicago, se trasladan a una nueva fábrica, en Juneau Avenue, que se mantuvo como sede durante décadas, y que tuvieron que ir ampliando mientras su éxito y fama crecían. El primer año en su nuevo hogar les permite fabricar 50 motos. El siguiente ya alcanzan las 150.

Los buenos resultados permiten, además, que nuevos miembros de la familia Davidson vayan incorporándose a la empresa. William deja su empleo en un ferrocarril local para unirse a Harley-Davidson. Elizabeth se convierte en la contable, para lograr ingresos que le permitan pagar la universidad. Y Janet, con inquietudes artísticas, diseña el primer logo.

Velocidad, resistencia y publicidad

En 1908, con el modelo 4, que es como llamaban a cada evolución, suma numerosas victorias en carreras de velocidad y resistencia. Ese mismo año logran desarrollar una importante red de ventas, que les permite estar presentes en las 8 ciudades más importantes de Estados Unidos. Y empiezan a colaborar con una agencia de publicidad local, en una relación muy fructífera. Uno de sus primeros anuncios rezaba: "Esta Harley-Davidson hace el trabajo de 3 caballos".

También en esa época, departamentos de policía, de correos o de servicios telefónicos de todo el país empiezan a comprar motos de Harley-Davidson para sus trabajadores. Con este cúmulo de acciones, se convierten en la marca número 1 del mercado norteamericano.

Con la empresa más que asentada, el gran salto llega con la I Guerra Mundial. Los militares estadounidenses empezaron a usar motos en la campaña contra Pancho Villa, en 1916. Pero es en la gran contienda bélica en la que la colaboración se hace oficial. Harley-Davidson se convierte en el proveedor de motocicletas, y les entregan más de 15.000 unidades, lo que equivalía a la mitad de las ventas de la empresa. La compañía incluso crea un departamento militar específico, para poder atender todas las necesidades que están surgiendo.

Los años 20 son una época dulce para la marca. Mientras suma nuevos récords de resistencia y velocidad, se expande por todo el mundo a gran ritmo, logrando tener presencia en más de 60 países. Se convierten en en los mayores fabricantes de motocicletas del planeta. Ya en aquella época cuentan con varios de los elementos que han hecho característica a la marca hasta nuestros días, como el motor V-twin de 45 grados, o el depósito en forma de lágrima.

La primera gran crisis

Sin embargo, en la década de los 30, y durante la gran depresión que azota Estados Unidos, el golpe para la compañía es durísimo. Las ventas se hunden un 80% en 4 años, y Harley-Davidson está a punto de ir a la quiebra. A duras penas, logra sobrevivir a la crisis, que se lleva por delante a todo el sector. Solo ellos y Indian Motorcycle salen adelante.

Ya sin apenas competencia, vuelve a ser la elegida por el ejército de Estados Unidos para combatir en la II Guerra Mundial. Fabricaron más de 90.000 motocicletas militares, muchas de las cuales se entregaron a los aliados, al tiempo que reanudaron la producción civil.

Tras el conflicto bélico, y como parte de las reparaciones de guerra, Harley-Davidson adquirió el diseño de una pequeña motocicleta alemana, la DKW RT 125, que adaptaron y vendieron durante casi 20 años.

Incapaz de competir contra las marcas japonesas, tuvo que ser salvada por AMF, que hundió su prestigio

Todo empieza a torcerse para la compañía en la década de los 60. Es en aquella época cuando los cuatro grandes fabricantes japoneses conquistan el mercado americano. Las motos de Honda, Kawasaki, Suzuki y Yamaha ganan gran popularidad, mientras que Harley-Davidson fabrica motos consideradas caras y de menor rendimiento y calidad.

De nuevo, la compañía está a punto de quebrar. Llega al rescate AMF, una marca conocida por sus productos para jugar a los bolos y las máquinas recreativas. Es una decisión compleja, porque, aunque permite la salvación de Harley-Davidson, supone el inicio de una época negra y humillante para la empresa.

Un motero con su Harley Davidson en un encuentro del Club de Propietario en Portugal.

La nueva dirección apuesta por una nueva fórmula de trabajo, despidiendo a numerosos trabajadores y simplificando la producción. La reducción de costes acaba traduciéndose en la fabricación de motos de mucha menor calidad, mientras AMF le ponía el logo de la marca a carros de golf y motos de nieve. Cada nuevo modelo que producían lastraba más y más la imagen de la compañía.

Intentan competir con las empresas japonesas, fabricando motos más pequeñas, pero eran peores y más lentas, así que lo que lograban era perder aún más cuota de mercado. Y mientras tanto llegaban nuevos modelos de empresas alemanas, inglesas e italianas, que además de sus modelos de calle, se atrevían a fabricar motos de gran cilindrada, imitando las Harley-Davidson más prestigiosas.

La crisis del petróleo del 73 supone un duro golpe para el sector en general, y para la compañía en concreto. Con el precio de la gasolina disparada y la calidad de sus motos por los suelos, en las fábricas se empiezan a acumular vehículos sin vender.

AMF vendió la compañía por 80 millones en 1981, a un grupo que contaba con el nieto del cofundador

La nefasta etapa de AMF finalizó en 1981, cuando vendió Harley-Davidson a un grupo de inversores, por 80 millones. Uno de los miembros era Willie G. Davidson, nieto del cofundador de la compañía. El objetivo de la nueva dirección fue, desde el principio, volver a la excelencia y recuperar la reputación perdida.

El nuevo equipo mejoró la calidad del producto, apostando por nuevas tecnologías y mejorando la gestión de la empresa. Estas mejoras, tanto las operativas como las de producto, fueron acompañadas de una estrategia de presión política para lograr protección arancelaria para las motocicletas de gran cilindrada, ante la intensa competencia de las marcas japonesas. Apoyo que fue otorgado por la administración Reagan en 1983, que introdujo un impuesto del 40% a la importación de motocicletas, que dio tiempo al nuevo equipo gestor de Harley-Davidson a implementar su estrategia.

En vez de seguir imitando a los modelos asiáticos, apuestan por explotar los diseños 'retro' de las Harley, fabricando máquinas que adoptaban la apariencia de las clásicas. Además, buscaron nuevos proveedores de todas las piezas, mejores, que les permitieron construir motos de mayor calidad, lo que permitió que las ventas fueran mejorando poco a poco. Tener una Harley era tener una moto con personalidad.

Club de propietarios

También en 1983 funda el Club de Propietarios de Harley, un club de marketing operado directamente por la compañía para los entusiastas de la marca. Sirve para promover no solo las motos, sino un estilo de vida. Hoy, cuenta con más de un millón de socios, que deben ser propietarios de una moto Harley-Davidson para poder unirse.

Esta operación también les permite limpiar la imagen de 'tipos malos' que se había asociado a los moteros en las décadas anteriores, entre otras cosas por el estereotipo promovido desde Hollywood, y que acabó siendo muy perjudicial para la marca.

En 1987 la empresa sale a bolsa, y solicita que relajen el arancel a la importación de motocicletas, un año antes de lo previsto, al considerar que ya estaban listos para competir en igualdad de condiciones.

Nuevos retos

Desde entonces, la compañía se ha consolidado como una de las más importantes del mundo, y la líder en Estados Unidos. Han sabido aprovechar la popularidad de la marca para ir más allá de las motos, fabricando accesorios para personalizar los vehículos y ropa para los más fanáticos, que supone una importante fuente de ingresos. También ha abierto fábricas por primera vez fuera de Estados Unidos, que ayudan a impulsar las ventas.

Es difícil calcular cuántas Harley-Davidson hay en el mundo en la actualidad, pero cada año venden más de 200.000, y la facturación de la compañía se acerca a los 6.000 millones de dólares.

Moto eléctrica de Harley Davidson, comercializada bajo la marca Livewire.

Harley-Davidson no tiene miedo a las reestructuraciones, como ha demostrado a lo largo de su historia. Ahora, cuando está cumpliendo 120 años, el reto pasa por mantener su prestigio y su base de clientes, mientras se introduce en el mercado de las motos eléctricas, cada vez más relevantes. para ello, ha lanzado una nueva línea de producción, llamada Livewire, que tiene cada vez más peso.

La leyenda de las dos ruedas sigue mirando al futuro, pero sin perder su compromiso con la autenticidad, la libertad, la rebeldía y la pasión por la carretera.

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