Opinión

Galicia vota libertad

  • Feijóo ha logrado consolidarse como líder indiscutible del PP, pero Sánchez se hunde junto al PSOE
Alfonso Rueda y Alberto Núñez Feijóo en la campaña de las elecciones gallegas.

C omo rezaba el eslogan que llevó a la mayoría absoluta a Isabel Díaz Ayuso en Madrid, el dilema al que se enfrentaban los ciudadanos de Galicia en las urnas era "comunismo o libertad" y los gallegos han optado decididamente por la libertad. Por la libertad, por España y por el continuismo de unas políticas que han llevado a Galicia a ser la segunda comunidad de España en crecimiento del PIB per cápita desde el año 2009, ha rebajado su tasa de paro hasta el 9,15%, dos puntos por debajo del 11,76% del conjunto del Estado, a una mejora espectacular de los servicios sociales y de las infraestructuras y a una diversificación de su estructura productiva que ha eliminado su tradicional dependencia de la agricultura y de la pesca.

Los gallegos han votado a favor de la estabilidad política y económica, de la seguridad jurídica, y han legitimado el liderazgo de Alfonso Rueda que, por méritos propios, pasa a engrosar la nómina de los barones populares. Pero también, los gallegos han votado en contra del intervencionismo de la economía, de una política fiscal esquilmatoria y abusiva, de los empleos precarios, de las limosnas en forma de subsidios, de las trampas en las estadísticas, de las mentiras y, sobre todo, han votado en contra de la amnistía, de la desigualdad entre los españoles, de seguir la senda catalana con declive económico y fuga de empresas incluidas y, sobre todo, han votado contra Sánchez y una coalición de Gobierno que solo vende propaganda a falta de solvencia, de gestión y resultados.

Pero añadido a las propias circunstancias de Galicia estas elecciones autonómicas tenían también una indudable lectura nacional, de la que la primera conclusión es la consolidación de Alberto Núñez Feijóo como líder indiscutible de la alternativa, acabando al mismo tiempo con las voces que empezaban a cuestionarle dentro del PP siguiendo la tradicional tendencia cainita del centroderecha.

Y si Feijóo ha sido, junto a Rueda, el triunfador de los comicios, el gran perdedor es Pedro Sánchez, que ha tenido los peores resultados de la historia del PSOE, una vez más. Un Sánchez que ha llevado al Partido Socialista a ser la tercera fuerza política en Galicia, en Madrid y en el País Vasco y cuyas alianzas demostrado está que engordan a los nacionalistas y hunden el PSOE, un partido histórico que hoy ha dejado de ser una alternativa para quienes creen en la democracia, en las libertades y en España. Un político que no gana elecciones, pero que sabe maniobrar sin escrúpulos para acceder o mantenerse en el poder vendiendo a España y el partido solo en su propio beneficio.

Y junto a Sánchez, la lista de los fracasados se completa con su socia favorita, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, que no ha conseguido ni un solo diputado en su tierra en la que nunca fue profeta y que ha hecho el ridículo en el Ferrol, su ciudad natal donde prácticamente se la ignoró entre los votantes. Si esta fuera una democracia normal, con partidos y políticos normales en las sociedades democráticas, en la misma noche electoral los responsables del descalabro ya habrían dimitido.

En la misma línea que los podemitas de Pablo Iglesias y Belarra, que han sacado menos votos que el Pacma. Y también de Vox, que se queda como un partido residual y no ha pasado de ser el tonto útil de Sánchez y los nacionalistas del BNG. Probablemente, como se comenta en círculos políticos del centroderecha, Santiago Abascal anticipó su congreso para no tener que dimitir por los resultados de Galicia. Si de verdad, como dicen, tanto aman y trabajan por España, el mejor servicio que podían hacer a España y a los españoles sería disolverse.

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