Opinión

Mis lecciones aprendidas para 2024

  • Sobre reaccionar en a eventos ajenos al mercado puede dar unos resultados muy dramáticos 
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Tengo que reconocer que estoy muy sorprendido con el resultado de las carteras de inversión en este año que ahora cerramos, espero, con éxito. Llevo cerca de 20 años dedicándome a la inversión y la construcción de carteras, y créanme esto que les digo: si en cualquiera de los 19 anteriores me hubiesen pedido en enero que apuntase en un papel en blanco qué resultado esperaba para un año que arrancaba con expectativas de subidas de tipos de interés elevadas y que además han sido superadas, y con una recesión prevista en el horizonte cercano, más toda la miríada de conflictos políticos, bélicos y comerciales que han ido apareciendo, jamás habría escrito en ese papel nada que estuviese ni cerca de lo que va a ocurrir finalmente.

No interpreten esto como una queja, porque evidentemente estoy encantado con que las cosas hayan salido así. Pero además de lamentar mi no acierto, creo que es importante sacar lecciones de este año atípico. La primera, y quizá la más importante, es la resiliencia que ha demostrado la economía en general, pero muy especialmente el tejido empresarial. Incluso en un entorno mucho más restrictivo en las condiciones financieras, un entorno inflacionista que amenazaba los márgenes, y algunas disrupciones en los flujos comerciales que amenazan con perpetuarse, los beneficios corporativos han sido un bastión para los mercados. Y no me refiero solamente a las grandes corporaciones cotizadas, sino también a todos esos empresarios que todas las mañanas levantan la persiana y mantienen el empleo, la auténtica sangre de la economía. Bravo por eso, y bravo por ellos.

En segundo lugar, la importancia de tener un proceso de inversión sólido. Porque he empezado hablándoles de un prejuicio, concretamente de mi prejuicio. A mí me parecía que este año pintaba peor. Lo cual no significa ni más ni menos que eso. Sin un proceso de inversión bien armado y anclado en el largo plazo, seguramente mi prejuicio me habría llegado a tomar decisiones erróneas, o desproporcionadas.

Porque si bien es cierto que durante el año, especialmente en los meses centrales, nuestra posición fue mucho más cauta tanto en renta variable (apostando por estar algo infra ponderados y además apostando por sectores relativamente defensivos) como en renta fija (invirtiendo en deuda a corto plazo y de alta calidad crediticia), esa cautela siempre estuvo enmarcada en la estrategia a largo plazo. Y ahí es donde radica el secreto del éxito.

Sobre reaccionar en cualquier momento del año a eventos ajenos a los mercados habría sido dramático. Haber recortado de forma drástica la exposición a bolsas tras los recortes de septiembre y octubre nos habría dejado fuera de un rally en noviembre y diciembre que puede haber aportado el 80% de la rentabilidad de las bolsas en el año para algunas carteras. O haber dado marcha atrás en renta fija cuando a finales de verano vimos los tipos de interés repuntar de nuevo a máximos por temor a que la inflación arruinase el escenario de bajada de tipos. Las consecuencias a lo largo habrían sido severas.

Porque tener una visión de mercado o incluso un prejuicio es algo natural, y a veces se acertará y otras no tanto. La lección no es dejar de tenerlo, es poner al lado otros elementos: disciplina, y prudencia, y otro más que se llama trabajo en equipo. Con todo eso, sobre reaccionar será siempre mucho más difícil.

Sobre esta lección aprendida, miremos al futuro. 2024 ahora mismo pinta bien. Año de bajada de tipos de interés, de reactivación económica especialmente tangible en la segunda mitad, y con valoraciones que tampoco parecen excesivas en el mercado. A priori, buen año para lo financiero, pero ahí puede estar la tentación de subirnos en exceso a ese carro.

Es un buen momento para revisar nuestras carteras, reforzar aquellas apuestas que puedan verse más beneficiadas por este escenario más benigno, y tomar algo de beneficio en las que mejor nos hayan funcionado. Reequilibrar, recalibrar, y cambiar para ajustarse a nuestra estrategia a largo plazo. Hacer todo lo necesario para mantenernos en la misma senda, sin volantazos. Ese es mi consejo para tener un próspero 2024.

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