
Estamos viviendo unos acontecimientos de una intensidad inusitada y de unas consecuencias difíciles de prever, aunque fáciles de imaginar, dada la importancia geoestratégica de la región, y los países o bloques potencialmente concernidos. Por si el mundo no tuviera suficiente con la guerra de agresión rusa en Ucrania, el conflicto árabe-israelí emerge como un volcán fuera de control. Es una etapa más del desencuentro de dos pueblos cuya confrontación ha desestabilizado con frecuencia la geopolítica internacional.
A la hora de aproximarse a la interpretación de tan singular conflicto, es conveniente conocer, aunque sea someramente, sus orígenes, su trayectoria en las últimas décadas, los intentos de solución y la situación vivida por ambas comunidades en la víspera de su inicio. Por otra parte, creo necesario distinguir con claridad entre la explicación de un conflicto y la justificación o acusación a una de las partes del mismo. Nos centraremos básicamente en la primera.
1. Orígenes del conflicto
A finales de la Primera Guerra Mundial, desaparece, entre otros, el Imperio Otomano, en el que se integraba todo el territorio de Palestina, entre el Jordán y el Mediterráneo. A su vez, el pueblo judío, disperso por el mundo, vio reforzada su identidad al sufrir persecuciones y pogromos en diversos países europeos, que fortalecieron su sentimiento de pueblo perseguido. Con anterioridad, el judío austriaco Theodor Herzl, ya había difundido la idea de un Estado judío que recogiera al pueblo de la diáspora. A raíz de la Primera Guerra Mundial, Inglaterra, interesada en controlar la zona en favor de la navegabilidad del canal de Suez, hizo una declaración a través de su representante, Balfour, por la que Inglaterra veía favorablemente el establecimiento en Palestina de un National Home para el pueblo judío. Se habían puesto los cimientos del futuro conflicto. La fase siguiente, hasta las atrocidades del Holocausto, registraron tensiones entre ambas comunidades, debatiéndose la solución entre un Estado binacional o dos Estados con Jerusalén bajo estatuto especial. El 14 de mayo de 1948, Ben Gurión proclama el Estado de Israel, mientras la Liga Árabe, aprueba el plan de invasión de Palestina. Se iniciaba así la primera guerra árabe-israelí. Israel era admitido como miembro de la ONU el 11 de mayo de 1949.
2. Evolución
De forma telegráfica, se refieren algunos de los acontecimientos más importantes posteriores a la Segunda Guerra Mundial: una serie de movimientos, tras la retirada de las tropas inglesas del territorio, dieron como resultado el control de Gaza por Egipto; el asalto israelí a Gaza (1955) y la anexión de Cisjordania por Jordania; segunda guerra árabe-israelí, campaña del Sinaí; creación de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), en 1964; primeras acciones de Fatah contra Israel; guerra de Israel con Egipto en la zona del Canal; Guerra de los Seis Días contra Egipto (1967); guerra del Yom Kippur (1973) contra Egipto y Siria; invasión de Israel sobre Líbano; Acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel; Primera Intifada, (1987); nacimiento del Movimiento de Resistencia Islámico, Hamás; Acuerdos de Oslo entre la OLP e Israel (1993); asesinato de Isaac Rabin (1995): operación Uvas de la cólera contra Líbano (1996); Declaración de Berlín. Los palestinos obtienen el derecho a un Estado (1999); atentados del 11-S (2001); construcción del muro defensivo (2002); Sharon ocupa ciudades de Cisjordania y rechaza los acuerdos de Oslo (2002); ataques aéreos israelitas contra Gaza y Cisjordania; guerra Hezbolá-Israel en Líbano (2006); Operación Plomo fundido en Gaza con 270 muertos (2008); ofensiva terrestre de Israel en Gaza, 1.400 palestinos muertos (2009): operación Margen Protector de Israel contra Gaza, 2.000 muertos y 19.000 casas destruidas (2014).
Esta relación de tensiones y confrontaciones con sus países vecinos, necesariamente parcial, es una muestra de la crispación permanente y hostil que ha estado presente en el Estado de Israel desde su fundación en 1948, en relación con todo su entorno y, muy en particular, con el pueblo y las organizaciones de lucha palestinos.
A todo ello, hay que añadir la política de Israel de ocupación de territorios en Palestina con implantación de colonos, en un proceso de colonización progresiva de carácter netamente expansionista, plagada de tensiones de tal manera, que en amplios ámbitos de la opinión autorizada se habla de un sistema de Apartheid, similar al practicado en Sudáfrica en el pasado.
Por último, la franja de Gaza está sometida por Israel a un bloqueo total por todas sus fronteras, incluido el mar, con una densidad de población de las mayores del mundo, y unas condiciones de vida de auténtica marginalidad, circunstancias que alimentan la hostilidad del grupo armado Hamás.
3. Causa inmediatas
La decisión de Hamás de sorprender a Israel con un ataque frontal, entrando en su territorios, asesinando a civiles y tomando rehenes civiles y militares, seguido, tras la sorpresa de Israel, de un bombardeo masivo de la Franja, con un elevados número de muertos, y, según noticias sin confirmar, con planes de invasión después de movilizar decenas de miles de reservistas, son hechos que inician una espiral de gravísimas consecuencias dada la posible involucración de potencias ajenas al conflicto como Irán o Estados Unidos.
A eso hay que añadir el impacto en la opinión pública israelí, distraída con las veleidades de su primer ministro con la justicia, al constatar que uno de los ejércitos más eficientes y sofisticados del mundo, y un aparato todopoderoso de inteligencia, se ven sorprendidos por su vecino más próximo y más cercanamente controlados.
El uso de la fuerza es un recurso extremo de la política internacional que rara vez consigue los objetivos previstos, deja secuelas de profundo dolor y de heridas que no cicatrizan.
4. Perspectivas
El corto plazo se presenta sangriento y de impactos terribles para el pueblo palestino. Resulta difícil valorar su intensidad y duración, pero puede ser un evento de muy elevada mortalidad con un enquistamiento mucho más difícil de resolver que el vivido en las últimas décadas. Si, definitivamente, no se establecen por vía diplomática las condiciones de vida de estos dos pueblos, tan distintos, pero tan próximos, mediante el establecimiento de dos Estados independientes y soberanos, las confrontaciones entre ellos, con o sin razón, serán una constante en el tiempo, siempre que uno de los dos, o los dos, no desaparezcan.
Hasta aquí, un brevísimo resumen como explicación del origen del conflicto. En cuanto a su justificación, como ya hemos dicho, la violencia engendra violencia, y la única vía de resolución de conflictos debe ser el diálogo. Para ello existen organizaciones supranacionales que lo propician y deberían ser capaces de imponer lo acordado. Un efecto indeseado que afecta directamente a nuestro país es la polarización de la opinión pública en defensa de uno u otro de los dos países beligerantes.
Ni la iniciativa de Hamás está justificada, ni la política de Israel frente a los palestinos tiene justificación, así como tampoco la tiene la represalia indiscriminada sobre la población civil de la Franja.