
"Cuando las barbas de Castilla veas pelar pon Andalucía a remojar": Algo así debió pensar Juanma Moreno Bonilla al ver el resultado final de la apuesta de su homólogo Mañueco que de aspirar a ser Isabel Díaz Ayuso al final se quedó en una victoria por la mínima y muy lejos de las aspiraciones y los objetivos. Los suyos y los de su jefe en Génova, Pablo Casado, que planteó las elecciones autonómicas en clave nacional y como trampolín para su entrada triunfal en La Moncloa, y ahora empieza a ver cuestionada su permanencia al frente de la casa popular. Mas allá de las sonrisas estudiadas y las declaraciones triunfalistas para la galería, lo cierto es que los barones regionales y los críticos con la actual dirección, con Alberto Núñez Feijóo y José María Aznar a la cabeza van a exigir responsabilidades a la dirección nacional por haber forzado erróneamente el adelanto electoral sin necesidad (dado que Ciudadanos ya rechazó una moción de censura del PSOE), generar unas expectativas y unos objetivos irreales sin tener en cuenta que Castilla y León no es Madrid y Mañueco no es Ayuso.
Y, sobre todo para no poner en peligro la reelección del popular Juan Manuel Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía.
Y ha sido el presidente andaluz el primero en reaccionar haciendo oídos sordos a los cantos de sirena de Génova y renunciando a adelantar las elecciones en su comunidad. Moreno Bonilla sabe que le avala una muy buena gestión colocando a Andalucía sacándola del retraso de más de 40 años de Gobiernos socialistas, y situándola entre las comunidades líderes de España en crecimiento económico, empleo e inversión. Los sondeos que maneja le dan ahora un victoria muy holgada, con resultados próximos a los de Isabel Díaz Ayuso en Madrid y no va a dar "pasos en falso".
Ya ha decidido que sólo adelantará la cita con las urnas si hay un bloqueo parlamentario del PSOE y Vox y su hoja de ruta pasa ahora por poner distancia con lo que ocurra en Castilla y León y culminar la absorción de Ciudadanos. En el Palacio San Telmo en Sevilla comentan que un resultado que abocara a los populares a gobernar en coalición Vox era el peor escenario que contemplaban para los intereses andaluces y se muestran convencidos de que Juan Marín, el último mohicano de Ciudadanos, se integrará en la candidatura de Bonilla y con él los restos de la formación naranja en la región.
Táctica equivocada
También será el PP de Andalucía quien organice y dirija la estrategia de campaña, al margen de Madrid, conscientes de que la táctica de Génova de confrontar con Vox en lugar de centrarse en la economía y en las preocupaciones de los castellanoleoneses han sido decisivos en la paulatina caída en intención de voto de los populares durante la campaña.
Ahora Fernández Mañueco se enfrenta al dilema de pactar con el partido de Abascal o repetir las elecciones. El PSOE ya le ha dicho que no se va a abstener, recurrir a los partidos cantonalistas sólo serviría para desvertebrar cada vez más a España, y volver a las urnas sería el suicidio político de Mañueco y del PP. Eso es lo que Moreno Bonilla quiere evitar y para eso ha movido ficha y, a tenor de los antecedentes, con acierto.