
Analizando detenidamente el mapamundi de la duodécima edición del Índice Global de Pensiones publicado por el Instituto Mercer CFA, observo un panorama desolador en cuanto a los sistemas públicos de pensiones de diferentes países.
Algunos de ellos exhiben sistemas sólidos o con necesidades de reformas menores, frente a una cantidad dominante, entre los cuales se posiciona el nuestro, que presentan amenazas significativas de sustentabilidad en tanto en cuanto a la suficiencia de este.
La respuesta del por qué esta tesitura, probablemente, tendrá múltiples variables pudiendo añadir matices, hasta, "culturales". No obstante, como denominador común en el planisferio del citado índice nos topamos con un déficit histórico, creciente e incesante.
La fuente principal del citado descubierto es el aumento de la esperanza de vida provocando continuos movimientos en los diferentes sistemas públicos de pensiones y fermentando the pensión gap. Su traducción literal es "la brecha de las pensiones", este término anglosajón hace alusión a la pérdida de poder adquisitivo que soportaremos a la hora de acceder a la jubilación.
Este nuevo concepto trae aparejado nuevas preguntas: ¿viviremos más?, ¿viviremos mejor?, ¿será necesario modificar nuestros hábitos de consumo?, ¿podremos seguir manteniendo nuestro estilo de vida?, etc.
'Economía plateada'
Todas estas cuestiones pasan a ser nuevos desafíos y grandes retos dando paso a la "economía plateada" o también conocida por silver economy (haciendo alusión a las canas). Esta incluye todas aquellas actividades económicas, productos y servicios destinados a satisfacer las necesidades durante la tercera y la cuarta edad.
Con el fin de poder mantener esa holgura económica, disfrutando de todo lo que ofrece esta silver economy, el ahorro previo a la etapa pensional es crucial, más aún teniendo en cuenta que el cambio en la pirámide poblacional impactará de manera considerable sobre la capacidad del sistema de pensiones público.
Sin duda, existe un antojo caprichoso de adaptación de nuestro estado de bienestar a una sociedad cada vez más longeva, provocando alteraciones y/o adecuaciones en nuestros servicios de asistencia sanitaria, cuidados de larga duración (dependencia), ciclo de vida laboral y sistema público de pensiones. Parece coherente suponer que esta reestructuración viniese acompañada de una disminución de la intensidad de protección o incluso de recortes relevantes por parte de los órganos gubernamentales.
Gran parte de estas amenazas los solventaremos planificando y/o ahorrando con la suficiente antelación, asegurándonos que el dinero nos acompañará durante toda la vida, incluida la etapa de desacumulación, beneficiario o jubilación.
Por ello, la planificación se ha convertido en un instrumento vital para garantizar el nivel de vida de las personas a raíz de estos cambios demográficos, sociales y económicos. La planificación financiera de la jubilación es un proceso dinámico que asegura la independencia financiera y el estilo de vida requerido una vez llegada la edad de la jubilación, mediante el uso eficiente del ahorro presente y futuro, teniendo como principal objetivo proteger a las personas contra el riesgo de sobrevivir a sus recursos financieros.
Distribución de la renta
No debemos de percibir la planificación a la jubilación como una renuncia al gasto o como minimización de bienestar, sino como un diferimiento de rentas. Prescindimos de consumir parte del bienestar hoy con el fin de adquirir una mayor y mejor capacidad de este en futuro más o menos lejano. No obviemos que el ahorro provoca una distribución más racional de las rentas, nivelando la esperanza de vida real con la esperanza de vida financiera.
Uno de los principales aspectos a tener en cuenta al comenzar a planificar la jubilación es el período restante hasta la edad de acceso a la misma. Si comenzamos a ahorrar a edades tempranas, menor será el esfuerzo a realizar, ya que el valor temporal del dinero remará a nuestro favor.
Ahora bien, para las generaciones más jóvenes resulta difícil planificar para el mañana cuando estás ocupado viviendo el presente, siendo en estos momentos cuando debemos recordar el efecto del "interés compuesto" o más vulgarmente conocido como la bola de nieve. Cuando ahorras dinero generas interés o rentas sobre el mismo, en los años sucesivos ganas tanto sobre el capital de los años anteriores como de los intereses producidos ocasionando el citado efecto bola de nieve: a medida que tu capital cae por la ladera se va haciendo más y más grande.
La tasa de ahorro en España es sensiblemente más baja que en la mayoría de los países de nuestro entorno, significando esto que no destinamos el mismo porcentaje al ahorro. Por ello, es obligado, e imprescindible, recordar a parte de la generación de los baby boomers y a la totalidad de las restantes la necesidad de incrementar estas tasas siendo la única alternativa para minorar la pensión gap construyendo su propio wellbeing financiero e invirtiendo en un futuro mejor con el que se pueda disfrutar de la "silver economy"
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