Opinión

En la 'Champions League' de la frivolidad de Zapatero

  • Nunca hubo base para superar a Alemania en renta per cápita
El expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en una imagen de 2007.

Nunca fue lo suyo la oratoria pero reconozco que hay una frase de José Luis Rodríguez Zapatero que no olvidaré. Se trata de aquello tan lapidario sobre la inminente entrada de España en la Champions League de las economías europeas, con nuestro país a punto de "igualar o superar a Alemania" en renta per cápita.

Era el año 2007, a las puertas de una crisis que dinamitó todas los pronósticos. Nadie sería más fácil, por tanto, que reprocharle a Zapatero o a cualquier otra persona de la época con relevancia pública, su total miopía ante lo que se avecinaba, pero lo cierto es que nadie lo anticipó con suficiente antelación. Es más, respeto el riesgo que asume quien hace predicciones en público pidiéndole que cumpla sólo dos condiciones para no considerarlo un charlatán: dotar a sus palabras de un mínimo sustento de datos fiables y tener buena fe.

No sé cuál era la verdadera intención de Zapatero cuando se expresó de esa manera, aunque tengo mis conjeturas. Por tanto, evitaré pronunciarme sobre si cumplió o no el segundo criterio. De lo que no albergó ninguna duda es de que transgredió escandalosamente la primera condición ya que, desde el punto de vista técnico, intelectual e incluso político, no pudo ser más irresponsable.

Es cierto que en 2007 poca gente sabía lo que era una subprime y estaban muy lejos los tiempos en los que la vida de los hermanos Lehman serviría de argumento para una tragicomedia de teatro (bastante buena, por cierto). Sin embargo, no hacía falta esperar a la madre de todas las crisis para ser conscientes de que, en el muy concreto caso español, la marcha de su economía no daba motivo alguno para el triunfalismo.

Mientras el presidente se ufanaba ya era evidente que los avances del 4% que el PIB español registraba entonces se nutrían de una burbuja inmobiliaria, un sector financiero carcomido (en lo que a las cajas de ahorro concernía) y desequilibrios macroeconómicos (el mayor déficit exterior de Occidente y una ínfima productividad). Unas lamentables credenciales todas ellas con las que Zapatero pretendió, frívolamente, convertirnos en campeones de Europa.

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