
Los tres Premios Nobel de este año (50% el profesor David Card, de Berkeley y el restante 50% repartido entre los profesores Joshua Angrist, del MIT, y Guido Imbens, de Stanford) continúan la línea de la Academia Sueca en los últimos años de premiar carreras académicas dedicadas a la Economía Aplicada. La mayor parte de estos análisis, contrastes y obtención de conclusiones prácticas, parte de un mismo hecho: el estudio de las consecuencias que tienen sobre la economía (más o menos segmentada, más o menos focalizada en un determinado colectivo o territorio) la instrumentación de políticas públicas: desde la política monetaria a la fiscal, pasando por el marco regulatorio de los mercados de bienes y servicios, el mercado laboral o el de la vivienda, entre otros.
Este tipo de reflexión tanto si es teórica como si es práctica, requiere de varios elementos fundamentales: el primero, la selección de la muestra. En función de qué tipo de personas sean o no incluidas en el estudio, los resultados pueden variar considerablemente. En segundo lugar, el momento temporal en que se produce el análisis. Es muy común en Economía tener casos de inconsistencia temporal, por ejemplo, en los efectos de una determinada política económica. Dependiendo del momento temporal, el resultado puede ser incluso opuesto al que prediga un estudio empírico anterior (casos como el de las reformas de pensiones, la creación de áreas monetarias únicas o, sin ir más lejos, los controles de precios del alquiler). En tercer lugar, el marco teórico que se aplica (incluyendo el tipo de metodología científica utilizada) y, en cuarto lugar, el instrumental usado, teniendo muy en cuenta qué incompatibilidades y limitaciones hay en su uso.
Todo ello indica la importancia que tiene el análisis de dinámica comparativa continuo y frecuente en el tiempo, algo de lo que adolecen los premiados de este año con el Nobel de Economía. La ciencia económica se construye a base de evidencias empíricas reiteradas que comparten uno o varios rasgos comunes, detectando un patrón de conducta determinado y un marco mental que permite conocer cuáles son las variables relevantes sobre las que un individuo decide una cosa u otra, qué variables no son relevantes y cuáles parece que no lo son pero terminan siendo importantes (el caso, por ejemplo, de la teoría de la elección colectiva y el papel que juega la "independencia de alternativas irrelevantes").
Se enfatiza mucho en la concesión del premio de este año la necesidad de reconocer las aportaciones de la "economía experimental", como si la Economía hubiera en algún momento dejado de ser experimental. En Economía, los análisis de impacto de una determinada medida de política pública (sea fiscal, monetaria o regulatoria) no pueden simplemente partir de un ejercicio de estática comparativa, incluso tampoco de dinámica comparativa cuando se presupone inmóvil el valor y comportamiento del resto de variables, por mucho que se diga que se está monitorizando el comportamiento de decenas de variables.
Se está destacando como un "logro" el análisis del profesor Card (junto con el fallecido profesor Krueger) sobre los efectos de la subida del salario mínimo en New Jersey con respecto a Pennsylvania, cuando en él no había en esencia novedad alguna: había variables despreciadas en estudios anteriores que actuaron de manera positiva (la posición de dominio de las empresas empleadoras, la falta de alternativas factibles que sustituyeran mano de obra, la capacidad de repercutir completa o parcialmente la subida en los precios de venta al consumidor…) manteniendo el empleo a pesar de la subida del salario mínimo.
Incluso dentro de la profesión económica tendemos a hacer demasiado simples las conclusiones sobre determinadas investigaciones. Es curioso, por ejemplo, que este mismo trabajo Card no lo volvió a hacer en la misma zona años después, lo cual indica hasta qué punto obtuvo un resultado puntual difícilmente extrapolable. De igual forma ocurre con otros "experimentos" que no deben ser tomados como teoría inmutable que se intentan aplicar a múltiples realidades heterogéneas, tanto de muestra como de momento temporal e incluso territorial.
No digamos lo habitual que es que en Economía se cumpla un principio de la Física tan importante como el Principio de Heisenberg o Principio de Incertidumbre. No sólo el instrumental (en este caso, los datos, método de obtención de estos datos y modelos) puede provocar el cambio de comportamiento de los individuos que se sienten observados, sino que el uso y abuso de correlaciones puntuales en el tiempo (por ejemplo, durante décadas la relación entre inflación y desempleo, la denominada "curva de Phillips") provocan que los agentes económicos incorporen esta situación en sus esquemas de pensamiento y tomen decisiones que contradigan consistentemente en el tiempo los análisis empíricos aparentemente "válidos".
En este sentido, por muy avanzados que sean los métodos estadísticos y econométricos, se pueden producir sesgos amplios cuando se olvidan determinadas "leyes" que en Economía existen. Evidentemente la ciencia económica no puede aspirar como en Física a tener leyes como la de la gravedad, pero sí elementos que son continuos en el tiempo y que forman parte de lo más esencial de cualquier agente económico. Es algo que no se debe olvidar, menos aún en una época en la que ocurre algo parecido a los años cincuenta y sesenta: poner a la ciencia económica al servicio de "experimentos" de los policy makers.