Ayer, hasta mediodía, el IBEX35 había subido el 1,5%. Con rigor no se puede sacar una relación entre esa subida y el resultado electoral de Madrid, porque la mayoría de los índices bursátiles europeos iban en la misma dirección. Pero se puede afirmar que, al menos, las elecciones autonómicas madrileñas no han ido en contra.
Lo que estaba claro es que la propuesta económica que ha triunfado en Madrid es contraria a la que preconiza Sánchez en varios aspectos. El más llamativo el fiscal. A grandes brochazos el Gobierno del Estado propone endurecer los tipos fiscales que van directos sobre los beneficios de las empresas, y las rentas y el ahorro de los particulares. Los tributos de sociedades, IRPF, patrimonio, sucesiones y donaciones. Incluso ahora quiere quitar la declaración conjunta de los matrimonios o parejas de hecho, lo que según muchos datos perjudica a la clase media y media-baja.
Sobre el IVA no dice nada la Sra. Calviño. Mientras la Comisión Europea y los Gobiernos de muchos de sus Estados patrocinan la bajada de impuestos en esta situación de crisis y, si hay que subir algunos que sean precisamente el tipo de IVA reducido de algunos productos y servicios.
También Ayuso, se opone a esas subidas. Es más, quiere reducir los tipos fiscales en esos impuestos. Lo hará esta legislatura en el tramo autonómico del IRPF. No dice nada del impuesto de sociedades y del IVA porque no tiene competencias para ello.
Pero su propuesta trasciende al tema fiscal. Es el iceberg de una filosofía económica más amplia que se puede definir como partidaria del mercado, la generación de iniciativas de negocio (ahora llamado emprendimiento) y el mantenimiento de las empresas evitando la expropiación de sus beneficios vía fiscal. Una economía abierta con la menor intervención posible por parte de los poderes públicos que, en lugar de constreñir la generación de trabajo, lo proteja como ha sido el caso de la hostelería y el comercio durante la pandemia.
Sería una falta de rigor analítico achacar sólo a esa contraposición en modelos económicos, con su imagen fiscal como exponente principal, el triunfo del centro-derecha. En realidad, ha habido muchas más cuestiones sobre el tapete. Algunas aparentemente menos económicas, pero que son básicas para la actividad productiva a corto, medio y largo plazo.
Por ejemplo, la educación. El PP es partidario de la convivencia público-privada, mantener la educación pública, la concertada y la privada, que en Madrid tiene una composición equilibrada y, por el momento, eficaz y eficiente. No ha sido un tema menor en la decisión de muchas familias de clase media en su elección de voto. En la Comunidad hay más de 350.000 alumnos en la educación concertada, subvencionada, pero de gestión privada. Una educación que los socialistas y sus aliados ven con malos ojos. ¿a quién creen que votaron sus familias?
La izquierda no ha entendido aún los factores que la han llevado a perder las elecciones
Lo mismo en Sanidad, condición necesaria para el equilibrio económico. En Madrid se calcula que hay un 30% de los madrileños con seguro sanitario privado ¿Todos de clase rica? Imposible. Además, en su territorio están instalados unas de las mejores instalaciones sanitarias privadas españolas e internacionales, con sus empleados y pacientes (agradecidos en general). Estos también han vislumbrado una política de la Comunidad de Madrid en su contra si gobierna la izquierda empeñada en contraponer sanidad pública y privada. Ayuso también pidió que las farmacias hicieran test del coronavirus o que las empresas pudieran vacunar, como ahora ya ha aprobado el Gobierno a través de las Mutuas ¿A quién votaron todos estos?
Sólo con estos tres temas, el económico-fiscal, la educación y la sanidad, Ayuso tenía ganados un montón de votos. Los que siempre votaron PP. Habitantes de barrios populares (se acabó el mito de que allí siempre gana la izquierda) que vieron su actividad mantenida cuando la TV les mostraba otras imágenes en otras autonomías; y la gran clase media que compone la ciudadanía de Madrid.
Estos tres temas no son los únicos, pero tampoco fueron los factores menores en el triunfo del centro-derecha. Lo que no se entiende es cómo toda la izquierda al día siguiente de las elecciones siguió empeñada en repetir sus eslóganes, algunos de los cuales tachan a la mayoría amplia de votantes de Madrid de "tabernarios" (Tezanos), "gilipollas" (Errejón), "bebedores de cañas" (Calvo) … ¿es que no han entendido a Madrid? Ya lo dice un refrán griego: "los dioses ciegan a los que quieren perder".