Opinión

El reto europeo en los impuestos de las grandes empresas

El autor considera acertado el tipo impositivo mínimo global para las multinacionales por el que aboga Joe Biden

Una Pandemia puede cambiar muchas cosas, entre otras, la tributación de las grandes corporaciones multinacionales. La carrera a la baja en el impuesto de sociedades a nivel mundial parece haber tocado a su fin. Hace unas semanas el Reino Unido, con un gobierno conservador, anunciaba un incremento del impuesto de sociedades. No sólo estamos hablando de un gobierno "tory" (conservador) sino del gobierno que ha ejecutado el Brexit. Precisamente, uno de los riesgos del Brexit era, y es, la competencia que podían ejercer las empresas británica al no estar sometidas a las mismas reglas que las de la Unión Europea. De momento, las empresas británicas pagarán más impuesto de sociedades, pasando del 19 al 25% en 2023 mientras que a unos kilómetros las empresas irlandesas siguen pagando un 12,5% nominal que en algunos casos es casi un tipo del 1% o incluso menos.

Pero la propuesta más relevante es la norteamericana. Después de que Trump rebajase el impuesto de sociedades desde el 35% hasta el 21%, ahora Biden propone un incremento hasta el 28%. Pero, además, y esto es aún más relevante, la nueva administración norteamericana quiere un tipo mínimo del 15% a nivel global para las multinacionales. Este planteamiento se enfrenta a considerables problemas. El primero de ellos es el propio sistema político norteamericano. Mientras que, en el Reino Unido Boris Johnson tiene mayoría parlamentaria en la Cámara de los Comunes, en Estados Unidos el panorama parlamentario es bastante más complejo, especialmente en el Senado donde hay un empate entre republicanos, que se oponen a las subidas de impuestos y demócratas. Es cierto que la Vicepresidenta Harris resuelve los empates, pero la "mayoría" demócrata no puede estar más ajustada.

Una vez aprobadas las subidas de impuestos a nivel interno queda la espinosa cuestión de cómo se reparten las bases imponibles globales. Aquí tenemos un claro conflicto entre los Estados donde las filiales de una multinacional generan un beneficio, y el propio Estado de residencia de la matriz. La realidad es que, hasta ahora, muchas grandes multinacionales no pagan ni en un sitio ni en otro, sino que acaban pagando impuestos en el país de "nunca jamás". El esquema es concentrar el beneficio en jurisdicciones que permitan enviar estos beneficios hacia paraísos fiscales, o si lo prefieren centros offshore de baja tributación. Finalmente, estos beneficios no se repatriaban hacia el país de la matriz. Ante esto, Donald Trump eligió la estrategia de la zanahoria y la competencia fiscal, mientras que ahora Biden prefiere el palo y la armonización fiscal. Y en mi opinión, Biden acierta. Trataremos de explicarlo.

Por ejemplo, una sociedad norteamericana tiene sus patentes en Bermudas o Cayman. Esta sociedad cede a sus filiales en Irlanda, Holanda o Luxemburgo estas licencias a cambio de un precio. Finalmente, desde Holanda o Irlanda se vende a toda Europa. En principio, las ventas, y los beneficios de toda Europa se centralizan en estos países. Sin embargo, en estos tres países apenas quedan beneficios al tener que pagar royalties a Bermudas o Cayman. En consecuencia, el beneficio real obtenido en Francia, Alemania o España acaba en el Caribe, sin apenas pagar impuestos en ningún sitio. Antes de la reforma fiscal de Trump, si una empresa quería traerse de vuelta estos beneficios globales, tenía que pagar la diferencia entre lo que hubiese pagado en el extranjero y el 35% entonces vigente en Estados Unidos. Trump con su reforma fiscal permitió la repatriación pagando un 10,5%. Ésta era una zanahoria para las grandes multinacionales que pagaban muy pocos impuestos. Y la reacción de algunos estados europeos, fue implantar impuestos a las multinacionales digitales. La reacción norteamericana fue responder amenazando con imponer aranceles a los productos de estos Estados.

Como era previsible, Estados Unidos y el resto del mundo cada vez recaudaban menos por el impuesto de sociedades. Algunos datos pueden ilustrar la magnitud del problema. Así según la BEA (Bureau of Economic Analysis) del Departamento de Comercio de los Estados Unidos, en 2018 las filiales de empresas norteamericanas tuvieron un beneficio neto, antes de impuestos, en el resto del mundo de 1.528.604 millones de dólares.

Ni es justo ni es sostenible que las firmas que más ganan sean las que menos paguen

De estos beneficios por su actividad fuera de Estados Unidos, las filiales mayoritariamente controladas por multinacionales norteamericanas pagaron en impuestos fuera de Estados Unidos 120.468 millones de dólares, lo que supone una tasa efectiva del 7,88% sobre los beneficios. Ésta es una media global. Y ahora Biden quiere que estas empresas, paguen, aunque no repatríen los beneficios un mínimo del 15%. Si es así, muchas empresas no dejarán el dinero en un paraíso fiscal, sino que repatriarán el dinero hacia Estados Unidos. De hecho, un planteamiento como éste acabaría con el negocio de los paraísos fiscales. Pero, queda el punto clave de ver dónde pagarían por esos beneficios. Y la armonización fiscal hacia un mínimo de tributación razonable permitiría no sólo recaudar más, sino también que haya un campo de juego más equilibrado entre las empresas que pueden utilizar este tipo de estructuras y la inmensa mayoría que no pueden.

Y el problema básicamente lo tenemos en Europa: En la UE, las multinacionales norteamericanas ganaron 785.659 millones de dólares. Lo que resulta curioso es que solo tres estados europeos acumulan casi todos estos beneficios. Así, estas multinacionales ganaron 224.519 millones en Irlanda, 216.590 millones en Holanda y 148.867 millones de dólares en Luxemburgo: entres los tres estados representan el 76% de los beneficios en Europa, al menos según declaran las empresas. Esta distorsión es considerable porque pensemos que el PIB de Luxemburgo en 2018 fue de algo más de 70.000 millones de dólares, menos de la mitad de los beneficios que las multinacionales norteamericanas declaran obtener allí.

Biden acierta al abogar por un tipo impositivo mínimo global para las multinacionales

Eso sí, las multinacionales norteamericanas soportaron en estos tres estados una tasa de imposición que, seguramente, no parezca muy elevada: el 3,17% en Irlanda, el 2,71% en Holanda y el 1,08% en Luxemburgo. Mientras estos tipos efectivos no cambien, seguiremos teniendo un problema, y muy grave en Europa con la fiscalidad de las grandes empresas. Por supuesto, que termine la carrera a la baja en el impuesto de sociedades, y también que se apueste por la cooperación y la armonización fiscal es una buena noticia. Pero, o hacemos los deberes en Europa o seguiremos teniendo falta de recaudación fiscal, injusticia e incapacidad de competir de las empresas más pequeñas.

Tras una Pandemia que ha traído muerte, destrucción y crisis económica hay que reaccionar. Estados Unidos quiere financiar unas infraestructuras que necesita imperiosamente con una fiscalidad más justa sobre las grandes empresas. Es un reto europeo que la reconstrucción de la economía se haga con una fiscalidad más justa. Y que las empresas que más dinero ganan sean las que menos paguen por sus beneficios ni es justo ni es sostenible.

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