
Donald Trump ha vuelto a ser declarado "no culpable" en un juicio de impeachment. Trump ya había perdido las elecciones y el principal riesgo para él era que ya no pudiese volver a presentarse. De momento, y gracias a la previsión constitucional de que el Senado debe aprobar la condena por 2/3, es decir en este caso, 67 votos si todos los senadores están presentes, a Trump no se le han exigido responsabilidades políticas por incitar el asalto al Capitolio.
Aunque tienen sus similitudes, un juicio político no es un juicio penal. Efectivamente, la Cámara de Representantes, si aprueba, como lo hizo, por mayoría absoluta el impeachment o juicio político, ejerce la acusación ante el Senado, que actúa como jurado. 57 de los senadores se inclinaron por condenar a Trump, pero 43 votaron en contra, todos ellos republicanos. Dicho de otra forma, 7 senadores republicanos optaron por votar a favor de la condena a Trump, aunque tenían la certeza de que su voto no serviría para condenar puesto que hacían falta 10 votos más. Y estaba bastante claro que no iba a haber esos 10 votos, puesto que previamente 45 senadores republicanos habían votado en contra de abrir el juicio político por considerarlo inconstitucional: eran una minoría para parar el juicio, pero eran suficientes para impedir finalmente la condena.
Si esto hubiese sido un jurado, al no haber mayoría para absolver, pero tampoco una mayoría cualificada para condenar, nos hubiésemos encontrado ante un juicio nulo. Pero como no se puede repetir, porque no se puede nombrar otro Senado, el veredicto es de no culpabilidad. Y otra diferencia, que es una obviedad: es que los senadores no son jueces y que actúan siguiendo un criterio político. A algunos senadores que hace unos días votaron a favor de la absolución de Trump, los manifestantes, convocados e instigados por el expresidente, los estaban buscando con unas finalidades nada inocentes el día del asalto. De hecho, uno de los gritos de guerra, de hombres y mujeres armados todo sea dicho era: "Pence traidor" y "vamos a acabar con Pence". El gravísimo delito del exvicepresidente Mike Pence era negarse a declarar inválidos los votos de los estados que no convenían a Trump…
Si algo quedó claro es que había abrumadoras pruebas de que, si Trump no hubiese incitado el asalto, este día negro para la democracia norteamericana no se hubiese producido. Además, con el asalto en marcha, Trump se negó a condenarlo categóricamente durante horas. El asalto tuvo como resultado cinco muertos. Pero aquí no se juzgaban años de cárcel por asesinato, lo que corresponde a los jueces. Aquí se juzgaba si, una vez celebradas las elecciones, no existe responsabilidad política alguna por alentar a una turba a que tome el Capitolio, violentamente si hace falta, para evitar la certificación de los resultados de unas elecciones que el expresidente había perdido.
Tras la la pandemia y el asalto al Capitolio, Trump es un lastre para los republicanos
Para la "Speaker" (que viene a ser presidenta) de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi la actitud de los 43 senadores republicanos que absolvieron a Trump es "cobardía". Para estos senadores, el proceso era inconstitucional porque Trump ya no estaba en el cargo, y constituía simplemente un caso de "venganza política" de los demócratas. Lo sorprendente es que todos estos argumentos pueden tener algo de verdad y ser compatibles entre sí. Evidentemente, la mayoría demócrata de la Cámara de Representantes tenía objetivos políticos en este juicio: dividir al Partido Republicano y si esto no funcionaba, atar al Partido Republicano al legado de Trump.
La división de los republicanos en el Senado no es muy relevante numéricamente, pero puede ser decisiva. Con una situación de empate a 50 votos en el Senado, aunque los empates los resuelva la vicepresidenta, que 7 senadores republicanos se enfrenten con el resto del Partido en una votación crucial, hace que los republicanos pierdan mucha fuerza para su oposición en el Senado. Pero, además, hace al Partido Republicano "cómplice" o partidario, al menos ante la opinión pública del asalto a la democracia.
Aunque haya sido absuelto, el futuro político del expresidente no parece brillante
Pero lo peor para los republicanos es que pueden perder muchos votos moderados. Pensemos que la pérdida de dos senadores republicanos en Georgia se debió en buena medida a la campaña de Trump para no aceptar los resultados de las elecciones. En este estado, conservador y sureño, los dos senadores, que estaban en el cargo e iban en cabeza, no ganaron por suficiente margen. En las presidenciales, Biden había ganado por los pelos. Cuando se repitieron las elecciones, porque no había mayoría suficiente según las reglas del Estado, ganaron los dos aspirantes demócratas. Si esto se repite, los republicanos se pueden despedir de la victoria en muchos estados y también en las próximas elecciones.
Sin embargo, cada senador republicano cuando se enfrente a la reelección tendrá que ir a primarias. Si no ha permanecido fiel al expresidente, es seguro que se presentará contra él un candidato mucho más a su derecha. Y muchos senadores consideran que las bases republicanas siguen siendo fundamentalmente trumpistas. Por esa razón, cualquier senador se enfrentaba a su particular "dilema del prisionero": a casi todos ellos les convenía librarse de la sombra de Trump, y a todos los que tienen aspiraciones presidenciales aún más que Trump no pudiese presentarse. Además, para el Partido en su conjunto, tras la gestión de la Pandemia, y sobre todo tras el asalto al Capitolio, Trump era un lastre y no un activo. Sin embargo, sólo 7 senadores de 50 estuvieron dispuestos a sacrificarse votando en contra de un expresidente republicano.
Aunque Trump haya salido absuelto, su futuro político no parece particularmente brillante. En un sistema mayoritario, la polarización sólo obtiene buenos resultados si se gana en las elecciones decisivas. Y para hacerlo, lo primero es evitar que se forme una coalición negativa para que se vote a cualquiera menos al líder populista de turno. Eso ha pasado en bastantes ocasiones, por ejemplo, en Francia con Le Pen (padre e hija). Trump lo pudo evitar con la desmovilización demócrata con Hillary Clinton y gracias a las peculiaridades del sistema electoral norteamericano. Ahora lo tiene mucho más complicado, y el que puede acabar pagándolo es el Partido Republicano. Esto dará más margen a los demócratas y probablemente las políticas que hagan estén más a la izquierda que si Trump se hubiese limitado a aceptar su derrota, o si el Partido Republicano hubiese sido capaz de escapar de su sombra. Un impeachment fallido tiene un precio, pero a veces el que lo paga es el partido que lo ha ganado. Veremos.