Casi un año después del primer juicio contra Donald Trump, Washington vive un 'déjà vu'. Este miércoles, la Cámara de Representantes aprobó por primera vez en la historia la segunda imputación formal de un presidente, en este caso por insurrección tras el intento de golpe de Estado ocurrido la pasada semana. Un acto sin precedentes que el mandatario alentó en un discurso minutos antes de que sus seguidores, a los que se dirigía, asaltaran el Capitolio y provocaran cinco muertos en el caos que desataron. El resultado de la votación fue de 232 a 197 votos: a la unánime mayoría demócrata en la Cámara Baja se le sumaron diez republicanos y otros cuatro se abstuvieron, en una muestra de la brecha que está empezando a romper el Partido Republicano y que puede llevar a Trump a ser condenado en los últimos instantes de su presidencia.
En las últimas horas ha ido creciendo el número de republicanos que han roto amarras con el presidente, hasta el punto de que esta ha sido la votación de un impeachment con más apoyos de miembros del partido del presidente en cuestión en toda la historia. El récord anterior lo tenía el de Bill Clinton, con 5 apoyos demócratas, mientras que el primero de Trump y el de Andrew Johnson no recibieron ningún apoyo de la bancada del Gobierno. La primera en romper filas fue la 'número tres' del partido en la Cámara de Representantes, Liz Cheney, hija del exvicepresidente Dick Cheney (2001-2009). A ellos se le suman otros seis, liderados por el diputado republicano Brian Fitzpatrick, que propusieron una moción simbólica de censura para "condenar a Donald Trump por intentar anular ilegalmente los resultados de las elecciones de 2020", que "ganó legítimamente Joe Biden", y por "violar su juramento del cargo el 6 de enero", por el asalto. En otras palabras, esos seis republicanos están de acuerdo con las acusaciones, pero pidieron que la moción sea solo simbólica y no vinculante.
En ese sentido, el líder parlamentario del partido, Kevin McCarthy, llegó a ofrecer a los demócratas aprobar una moción simbólica así con "amplias mayorías" de ambos partidos a cambio de anular el impeachment, según informó el medio Politico. En su discurso, McCarthy afirmó por primera vez que "Biden tomará posesión como presidente porque ha ganado las elecciones", y pidió no inflamar más las pasiones. "Sé que las peticiones de unidad sonarán vacías a los demócratas, pero siempre es un buen momento para empezar. Tiendo la mano a Biden para que el principio de su presidencia sea un éxito", dijo el líder republicano. Y añadió que, aunque va a votar en contra del impeachment, "el presidente tiene responsabilidad en lo ocurrido la semana pasada", por lo que propuso una comisión de investigación sobre lo ocurrido.
El principal foco está en el presidente saliente del Senado, el republicano Mitch McConnell, que filtró a los medios este martes que está a favor del proceso como una forma de 'purgar' a Trump del partido. Aunque no lo ha confirmado públicamente, las corroboraciones por parte de medios tan opuestos como el New York Times y Fox News, y la falta de cualquier desmentido posterior a la noticia ponen al mandatario en una posición muy delicada. Aun así, su oficina confirmó que el juicio en el Senado no se celebrará antes del martes próximo, por lo que queda en el aire la posibilidad de que Trump sea destituido antes de que termine su mandato el miércoles al mediodía de Washington (18.00 hora peninsular española) o que sea juzgado a posteriori.
"Unidad" o "responsabilidad"
La principal diferencia entre este juicio y el anterior es, precisamente, que ni la Casa Blanca ni los líderes republicanos están organizando una campaña para defender al presidente de las acusaciones. Sus argumentos se limitan a pedir "unidad" y "calma" y argumentar que la destitución del presidente causaría más "división" y elevaría la rabia de sus partidarios. El propio Trump avanzó esta línea el martes, en una visita al uno de los tramos de muro fronterizo que ha logrado construir: "Hay mucha furia", dijo, en referencia a sus seguidores.
En los discursos para abrir la sesión, el demócrata Jim McGovern afirmó que "cada momento que Donald Trump sigue en la Casa Blanca, nuestra nación y nuestra libertad están en peligro", y exigió que "asuma su responsabilidad". El republicano Tom Cole replicó que "el proceso se está realizando demasiado rápido" y propuso crear una comisión de investigación para investigar los sucesos. De forma destacable, los líderes parlamentarios republicanos no dieron turno de palabra en su primera hora a ninguno de los principales defensores del mandatario, y los diputados que su bancada que sí hablaron insistieron en que Trump es responsable de lo ocurrido, pero que no creen que valga la pena destituirle por ello. Algunos emitieron comunicados diciendo que temen "acabar en el lado equivocado" del debate una vez se investigue lo ocurrido con mayor profundidad.
El gran argumento de los opositores a Trump es, precisamente, que si este no es motivo suficiente para condenar a un presidente, ya nada lo será en el futuro. Y que los mismos que ahora piden unidad y calma son los que denunciaron fraude electoral sin pruebas durante meses -pese a las más de 60 derrotas de Trump en los tribunales- y que la semana pasada votaron a favor de anular los resultados electorales. "Ayer, el diputado Jim Jordan pedía calma y unidad. Yo le dije que podía conseguirlo de una forma muy simple: diciendo cinco palabras. 'No hubo ningún fraude electoral'. Y se negó. ¿Y ahora nos pide unidad? ¡Venga, hombre!", dijo McGovern.
El gran problema de la mayoría de republicanos, sin embargo, es que la gran mayoría de sus votantes son seguidores firmes de Trump, y el mandatario ha amenazado con hacer campaña contra cualquiera que le 'traicione', como ya ha hecho con numerosos cargos del partido que se negaron a apoyarle y que vieron hundirse sus carreras políticas. Y, viendo los actos de la semana pasada, incluidas las imágenes de asaltantes entrando con esposas y llevando una horca al Congreso, algunos temen que sean sus propios vecinos los que les hagan pagar una 'traición'. "Algunos de mis amigos republicanos han roto a llorar estos días cuando hablaban conmigo, diciendo que temen por sus vidas si votan a favor del impeachment", dijo el diputado demócrata Jason Crow.
Aunque su destitución tampoco es fundamental: si el proceso se alarga más allá del día 20, cuando Biden tome posesión, el objetivo pasará a ser la inhabilitación de Trump y la retirada de sus honores como expresidente. Lo que sí está claro es que, en unas horas, cuando Trump sea formalmente imputado, ya no podrá indultarse a sí mismo por estos sucesos, como se había venido rumoreando que podría intentar antes de dejar el cargo. El asalto del día 6 puede ir para largo, y la Justicia ordinaria puede ser la siguiente que se cargo del caso.