
Esta semana, en el Reino-Unido con la aprobación de la primera vacunación, la innovación, la ciencia y la biotecnología han mostrado su fuerza y resiliencia. En un tiempo récord, han permitido obtener una vacuna contra la enfermedad que lleva casi un año amenazando el planeta y cobrándose miles de vidas. Con un gesto como este y con todos los que la investigación científica tiene pendiente, es posible abrir avenidas que nos lleven a salir de la actual crisis sanitaria, social y económica moviéndonos hacia un nuevo modelo de crecimiento económico sostenible y generador de valor.
El pasado 21 de julio, Europa acordó las bases para dar respuesta a la crisis de la Covid y sentar los cimientos de un nuevo crecimiento económico verde y sostenible. Debe ser un crecimiento que haga frente a los retos a los que nos enfrentamos como sociedad. Retos tan relevantes como la protección frente a nuevas enfermedades emergentes, el fortalecimiento de nuestro sistema sanitario, la alimentación sostenible o la emergencia climática.
La inversión en investigación e innovación facilita la recuperación económica
El acuerdo al que llegaron los principales líderes de la Unión Europea va a permitir que los estados miembros cuenten con 750.000 millones de euros, el 60% del Producto Interior Bruto (PIB) de España (un 4,6% del PIB europeo), para resolver la situación de crisis sanitaria, social y económica que atraviesa el continente. En el caso de España, este acuerdo histórico significa que nuestro país podría tener acceso a 140.000 millones de euros, el 11% de nuestro PIB, a movilizar durante los próximos seis años.
Es el momento de que este ambicioso Plan de Recuperación facilite en nuestro país nuevas oportunidades de crecimiento económico y una generación de riqueza basados en la ciencia y en la innovación. Hay evidencia sólida en los países de nuestro entorno que muestra que la inversión en investigación e innovación en momentos de crisis económica supone una mejor y más rápida recuperación, tal y como pasó con la crisis económica de 2008. También es ampliamente reconocido que aquellos países con unos niveles de inversión en investigación e innovación mayores, , como se ha visto en la Unión Europea, alcanzan cotas superiores de bienestar y desarrollo.
En el sector biotecnológico confluyen cuatro palancas fundamentales que suponen una oportunidad única para convertir la ciencia excelente de nuestro país en soluciones innovadoras para impulsar el crecimiento económico.
Un sector que innova, produce y atrae
El sector biotecnológico en nuestro país es una referencia por su gran capacidad de innovación. La inversión en I+D de las empresas biotecnológicas ha crecido en el último año a un 5,5% de su producción, lo que ha situado al sector entre los cinco que más destacan en este ámbito situándose por primera vez como el primer sector industrial que más invierte en I+D.
Además, el sector es estratégico por su capacidad para generar riqueza y empleo productivo. Las empresas biotecnológicas facturan una producción total del 0,7 del PIB, generando un impacto de más de 8.200 millones de renta en nuestro país. Las actividades biotecnológicas se sitúan a la cabeza del crecimiento de la producción (un 10,1%) entre el conjunto de actividades de la economía. Asimismo, las compañías del sector aportan 3.600 millones de euros (un 0,3% del PIB) en recaudación fiscal y contribuyen con 105.000 empleos. Hay que destacar a su vez que la productividad media por empleado de las empresas biotecnológicas es tres veces superior a la media de la economía española.
En tercer lugar, la producción de conocimiento fomentado por el sector se ha incrementado un 31% en la última década, situando a nuestro país como la novena potencia mundial en producción científica en biotecnología. Eso supone casi el 3 % de la producción científica mundial, que además es de excelencia y calidad, puesto que uno de cada cuatro artículos figura entre el 10% de los más citados.
También es esencial atraer talento y diversidad para asegurar un nuevo crecimiento en armonía con los tiempos que nos tocará vivir en los que la nueva generación jugará el papel principal. El sector biotecnológico cuenta con este requisito fundamental. El número de matriculados en estudios universitarios en biotecnología se ha ido incrementando año a año hasta situarse en el último periodo académico en casi 7.000 alumnos. Esta cantera del sector biotecnológico está formada por talento brillante, pues en 22 de las 28 universidades públicas que imparten biotecnología, la titulación está entre las 10 titulaciones con mayor nota de corte.
Un sector liderado por mujeres
En cuanto a la participación de la mujer en el sector, el porcentaje de mujeres matriculadas en Biotecnología alcanza el 60%, el doble de la media del conjunto de las carreras STEM y muy por encima de otras disciplinas como Ingeniería (31%) o informática (15%). En el ámbito profesional las mujeres que se dedican a la biotecnología también son mayoría alcanzando casi el 60% y las investigadoras el 54,2%, cifras por encima de la media de nuestro país. Continuar impulsando el papel de la mujer en el ámbito de la biotecnología no solo supone avanzar hacia una mayor igualdad de género, sino que tiene un formidable potencial económico. Lo ha puesto de manifiesto recientemente el trabajo desarrollado en España por el clúster ClosinGap, formado por 12 compañías que suman casi un millón de empleados, con cifras tan destacadas como que una igualdad plena en el empleo podría sumar hasta 16 puntos a nuestro PIB.
Un sector en línea con la Agenda 2030
El sector biotecnológico es un motor incuestionable para contribuir a la Agenda 2030 y luchar contra la emergencia climática. La biotecnología está presente en once de los diecisiete Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030. La capacidad innovadora del sector nos permite dar respuesta ante emergencias sanitarias como la provocada por la COVID-19 con desarrollos vacunales, diagnóstico y tratamiento, pero también dar soluciones integrales a retos de salud derivados del envejecimiento o la cronicidad como es el cáncer, las enfermedades neurodegenerativas o las llamadas EERR, entre otras, en seguridad alimentaria, en la reducción de los gases de efecto invernadero o para lograr una agricultura más sostenible.
Un sector comprometido con las generaciones futuras
No debemos olvidar tampoco la creciente internacionalización del sector con operaciones destacadas, así como la participación creciente de inversores internacionales de referencia. Asimismo, la atracción de capital riesgo está creciendo y ha alcanzado ya un volumen superior a los 100 millones de euros.
El sector es un motor incuestionable para contribuir a la Agenda 2030
El cumplimiento de la Agenda 2030 hace que el impulso a la ciencia y el crecimiento económico basado en sectores estratégicos sea un imperativo para las generaciones actuales. Pero la responsabilidad intergeneracional hace que se lo debamos, sobre todo, a las generaciones de mañana.
Decía Ortega y Gasset que "La vida es una serie de colisiones con el futuro; no es una suma de lo que hemos sido, sino de lo que anhelamos ser". El futuro de la biotecnología nos permite anhelar un mañana basado en la ciencia y la innovación, puesto que las capacidades biológicas tienen el potencial de generar cambios radicales y generar crecimiento económico y empleo. Cambios que ahora nos parecen anhelos, que serán claves para las generaciones de mañana y que empiezan en nuestra capacidad de ser curiosos. Cambios esenciales por su capacidad para impulsar un crecimiento sostenible, intensivo en conocimiento y alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El sector biotecnológico, consciente de nuestro compromiso con las generaciones futuras, pone al servicio de la sociedad cuatro palancas de oro para contribuir a la España que estamos empezado a construir en este momento decisivo.