Hasta que estalló la crisis del coronavirus, Air Europa era la joya del grupo Globalia. Su presidente y fundador, Juan José Hidalgo, se jactaba de ser uno de los pocos empresarios del sector que había logrado mantener en funcionamiento una aerolínea después de las turbulencias que dieron al traste con Air Madrid, Spantax, Spanair ó tantas otras.
Hidalgo presumía de la seguridad de Air Europa, jamás ha tenido un accidente, y contaba su secreto para conseguirlo: Los aviones son nuevos, porque después de utilizarlos durante unos años los realquilaba, con servicio de tripulación incluido, a otras aerolíneas a través de un floreciente negocio de wet leasing.
La empresa iba viento en popa. En 2018, el último año que publicó resultados antes de la pandemia, ganó 50 millones e incrementó el 40 por ciento su cifra de negocios. "Los históricos resultados que estimamos obtener colocan a nuestro grupo en un momento clave, en una posición de liderazgo, que nos permitirá encarar los próximos años con la certeza de que estamos avanzando por el camino correcto y de que continuaremos mejorando el inmenso potencial de todas y cada una de nuestras marcas", señaló Javier Hidalgo al Consejo de Administración cuando les presentó las previsiones.
Hacienda impuso sus condiciones a Air Europa. Hidalgo tuvo que ceder a la entrada del Estado
El nuevo consejero delegado, su hijo Javier, con el que se había reconciliado después de muchos años sin hablarse, quiso dar un giro copernicano al negocio de toda la vida de su padre, centrado en los viajes. Logró un acuerdo con Iberia para la venta de Air Europa por mil millones, que no dio tiempo a ejecutar.
Los mil millones se volatilizaron con el virus. Iberia estaba dispuesta a ofrecer la mitad de esa cantidad hasta hace poco. Pero las cosas se han complicado. Si la aerolínea de bandera española comprara ahora Air Europa difícilmente podría ofrecer más de un euro, el precio simbólico que pagó el Santander para hacerse con el Popular.
El endeudamiento, de 615 millones, apenas alcanza para cubrir las pérdidas del ejercicio, y las perspectivas de negocio son negras para los próximos meses. La compañía de los Hidalgo tiene 68 aviones en tierra y alrededor de 3.000 empleados que le cuestan la friolera de 30 millones mensuales.
Luis Gallego, el nuevo presidente del grupo IAG, propietario de Iberia, señaló en la presentación de resultados celebrada hace unas semanas: "Hay que volver a mirarlo todo, desde las condiciones de devolución de la deuda hasta las restricciones a la capacidad de toma de decisiones estratégicas". Las manifestaciones se interpretaron como un guiño al Gobierno para que facilitara la compra de Air Europa.
Las empresas prefieren créditos ICO que ayudas del Fondo Estratégico ante su opacidad
El caso que le hizo fue ninguno. El préstamo de 475 millones, otorgado a través del Fondo de Apoyo a las Empresas Estratégicas, se dividió en dos mitades para escapar del control de Bruselas. 235 millones en créditos y 240 en préstamos participativos a devolver en seis años. El préstamo participativo abre la puerta de par en par a que el Gobierno se convierta en el socio mayoritario de Air Europa, lo que le daría potestad para nombrar al consejero delegado o a vetar un expediente de regulación de empleo, vital para su supervivencia.
En estas condiciones, las posibilidades de que sea adquirida por Iberia son muy reducidas y la de que pueda afrontar en solitario los próximos años, aún son más exiguas. Una situación angustiosa, que a medio o largo plazo, probablemente, aboque a la aerolínea a pasar a manos del Estado y luego a ser traspasada al mejor postor a precio de chatarra.
Hay que tener en cuenta, que el beneficio hecho público en los últimos cinco ejercicios (entre 2013 y 2015) asciende sólo a 60 millones de euros, una décima parte de su deuda actual. Además, las condiciones de devolución del fondo público van endureciéndose a medida que transcurren los años.
La familia Hidalgo se opone a la participación pública, pero no le quedó más remedio que aceptar las condiciones impuestas por Hacienda, porque ninguna otra institución estaba dispuesta a prestarle un euro después de que se gastara los 140 millones que le dio el ICO.
Las condiciones de Air Europa siembran la inquietud en otras sociedades, que se han puesto a la cola para optar a la liquidez que proporciona el fondo público.
Más de una docena de sociedades se han interesado por acceder a este fondo, pero unos meses después de su anuncio, se desconoce los requisitos para su acceso. El Gobierno sólo especifica que irá destinado a sociedades estratégicas viables, cuyo negocio esté afectado por la pandemia.
También se ignoran los criterios objetivos para determinar si una empresa es estratégica. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, lo justificó en que es la segunda mayor aerolínea española con mayor número de vuelos internacionales y tiene una cuota global equivalente al 18 por ciento de la facturación del sector. Pero ni rastro de normas por escrito. La empresa tuvo que presentar un plan de viabilidad, que también permanece secreto.
Resulta difícil entender que Duro Felguera sea estratégica y, por ende, acreedora a recibir fondos públicos por muy importante que sea para la economía asturiana, donde tiene su sede.
Algunas sociedades como Alsea, dueña de los restaurantes Vips, o el grupo siderúrgico Celsa, desistieron de su intención original de pedir ayudas después de las primeras reuniones celebradas con la SEPI. Algo similar ocurre con el grupo Hotusa, propiedad de Amancio López Seijas, quien ni siquiera llego a solicitarla ante la falta de condiciones concretas.
Los que han requerido información se quejan de que como respuesta apenas obtiene unas cuantas vaguedades. Todo queda pendiente de la negociación a cara de perro con los responsables públicos. "En estas circunstancias, preferimos los créditos del ICO", aseguran en medios empresariales.
Hay miles de sociedades que pueden entrar en insolvencia cuando se acabe la carencia de un año otorgado por el ICO en sus préstamos y expire el plazo de los Ertes en los primeros meses del año.
El estallido de insolvencias afectará especialmente a empresas con actividades vinculadas al ocio, al turismo y la hostelería. Los últimos decretos autonómicos de cierres de bares y restaurantes muestran la destrucción que está produciendo este tipo de medidas. El Atlas Concursal, presentada por el Consejo General de Economistas vaticina que se superarán los 9.000 concursos presentados en la crisis anterior. El Ministerio de Justicia es más pesimista, en junio calculó que se avecinan unos 50.000 concursos.
El presidente del Consejo General de Colegios de Gestores Administrativos, Fernando Santiago, advierte que "hay una gran cantidad de concursos en gestación, que estallarán durante el primer trimestre del próximo año". "Estamos generando sociedades fantasma, que aparentan funcionar, aunque están al borde de la desaparición, pero que no lo hacen por si en el último minuto el Gobierno adopta alguna medida de apoyo que las mantenga vivas".
El Fondo Estratégico debería ser la tabla de salvación ofrecida por el Ejecutivo para elegir a las que sean viables y evitar la destrucción de miles de empleos, pero dada la opacidad y la incertidumbre que rodea la operación de rescate de Air Europa, parece una misión imposible.
PD.- En el mar de malas perspectivas que se ciernen sobre la economía española por culpa de los confinamientos, esta semana destacó entre las noticias positivas, el anuncio del plan estratégico de Iberdrola, que prevé la inversión de 75.000 millones durante el próximo quinquenio. Una cantidad equiparable a todo el dinero a fondo perdido que el Estado español espera recibir de Europa durante el mismo período. La multinacional presidida por Ignacio Galán se posiciona como la mayor y la más rentable del IBEX, con unas ganancias anuales estimadas de 5.000 millones al final del período.