Hace unos días conocíamos los datos del tercer trimestre de la Encuesta de Población Activa (EPA), donde quizá lo mas destacable fue el fuerte impacto que tuvo la reintegración al mercado laboral de casi 900.000 inactivos que no pudieron buscar un trabajo como consecuencia de la pandemia. La de hace unos días fue una EPA extraña que dejó datos históricos de creación de empleo y de aumento del paro y que nos sumerge en una enorme incertidumbre por no saber cómo evolucionará nuestra economía.
Esta tendencia de la EPA ha continuado con los datos de paro registrado en el Servicio Público de Empleo Estatal que hemos conocido del mes de octubre: la situación no mejora y tenemos 49.558 nuevos desempleados. Vemos que, no sólo no se recupera el empleo perdido, sino que se ha perdido el doble de lo que ganamos en el mes de septiembre, lo cual nos deja un total de 3.826.000 parados, es decir, casi 650.000 más que hace un año.
Solo se han recuperado la mitad de los afiliados perdidos en el inicio de la pandemia
El paro ha aumentado, como es lógico, sobre todo en el sector servicios (siendo los peor parados el comercio y la hostelería) y ha mejorado levemente en la construcción. En cuanto a la afiliación a la Seguridad Social, vemos que continúa la tendencia mostrada por la EPA y la filiación ha subido en mas de 113.000 personas, pero, a estas alturas, solo hemos recuperado la mitad de los afiliados que se perdieron durante los momentos mas duros de la pandemia.
En cuanto a los ERTES, vemos que todavía hay más de 600.000 afectados por esta situación. Si bien las cifras van bajando, el número de personas que quedan es elevado y, sin duda, maquilla las cifras reales de desempleo.
Las perspectivas para lo que queda de año son poco halagüeñas, puesto que recordemos que en noviembre vencen los primeros plazos de protección de despidos a los trabajadores sometidos a ERTES. Esto puede suponer que entre 200.000 y 300.000 personas sean despedidas fruto de la incertidumbre de la situación y de la falta de expectativas.
Aunque la historia de los ERTES no está del todo escrita, no hay motivos para pensar que todo esto tendrá un final feliz y que, tras este paréntesis, la mayoría de los trabajadores volverá a su puesto de trabajo; no olvidemos que, durante este periodo, ya se han cerrado mas de 100.000 empresas, y que, si la restricción a la movilidad y a la actividad económica continúa, será una dinámica que hará que los concursos de acreedores y los cierres sigan creciendo.
Todos estos despidos harán que, probablemente, trabajadores que tenían trabajos estables con contratos indefinidos, sean despedidos y vuelvan al mercado de trabajo, en muchas ocasiones con salarios más bajos y con contratos temporales.
Como se suele decir, el futuro dependerá que lo que hagamos en el presente; de momento las perspectivas para noviembre son muy negativas, esperamos una bajada de mas de 400.000 afiliados y un leve repunte del desempleo.
Para mejorar esta situación deberemos seguir luchando contra la pandemia desde un punto de vista sanitario y deberemos seguir trabajando para sostener la actividad económica tanto como sea posible. En mi opinión, para ello debemos apostar por un marco regulatorio que favorezca las contrataciones, rebajando las cotizaciones a la Seguridad Social (aunque sea de forma temporal hasta que los efectos de la pandemia se hayan diluido) y acompañando a los trabajadores despedidos con políticas activas de empleo potentes que apuesten por la recualificación de los personas a través de la formación (no olvidemos que muchos de estos trabajadores se verán incluso con la necesidad de cambiar de sector y eso sin planes de formación es imposible).
La mayor presión fiscal ralentizará el crecimiento del PIB y disparará la tasa de desempleo
Por último, me gustaría destacar que, en un momento donde la carga fiscal debería disminuir para activar la economía y la actividad empresarial, el Gobierno prepara un aumento de la presión fiscal para el año 2021 que superará los 31.000 millones de euros con respecto a 2020, y el gasto público aumentará en mas 70.000 millones de euros (de los que sólo 23 mil son para hacer frente a la pandemia). Decisiones como esta harán que el crecimiento de la economía se ralentice todavía más y que el desempleo que dispare por encima del 22%.