Opinión

¿Está nuestro mercado laboral al borde del precipicio?

La economía y el empleo con paso firme hacia el abismo

Como era de esperar, nuestro mercado laboral no encuentra el camino para un cambio de tendencia. Históricamente, el tercer trimestre suele ser el periodo del año en el que más personas hay trabajando. La temporada estival en años anteriores creaba empleo asociado al turismo, especialmente en las ramas asociadas a él: hostelería, alojamiento, transportes.

Pero, este año, como casi todo está siendo distinto, según los datos de la EPA (Encuesta de Población Activa) el número de desempleados creció en 355.000 y la tasa de paro ascendió hasta el 16,2%, dejando la cifra total de parados en 3.722.900 personas en el tercer trimestre de año. En términos interanuales el paro aumentó en 508.500 personas; a estas alturas del año pasado había en España un total de 19,8 millones de personas ocupadas y 3.214.000 parados.

Quizá uno de los datos conocidos mas importantes es la afiliación a la Seguridad Social y analizándolo vemos como la ocupación aumentó en 569.000 personas entre los meses de julio y septiembre y situó la cifra total en 19,1 millones personas. No debemos pensar que son buenos datos, principalmente porque en estos datos no están incluidos los trabajadores afectados por ERTES.

A pesar de que los datos del último trimestre, como decíamos anteriormente, no parecen malos, el panorama que nos espera hasta final de año es muy oscuro, tan oscuro como la sensación que nos produce el cambio horario.

Por mucho que queramos ser optimistas y pensar que la esperanza es lo último que se pierde, el baño de realidad que está viviendo la economía española es indiscutible: nuestras empresas están sufriendo y sufrirán por las últimas medidas sanitarias aprobadas por el gobierno en los últimos días (limitación de movilidad, cierres del ocio nocturno, etc.). Este sufrimiento se traducirá en el cierre continuo de empresas, fundamentalmente Pymes, que, como sabemos, son las que menos resistencia tienen en estos vaivenes, pero que suponen el 50% de nuestro PIB. Y parece que la agonía va para largo.

El exceso de deuda pública coloca a España al borde del precipicio

Además, este trimestre empezaremos a sufrir las medidas de protección de la economía que se impusieron en primavera, tales como el fin de la protección de los 6 meses sin despidos de los trabajadores sometidos a ERTES o las demoras en los pagos de impuestos de empresas y autónomos que tienen que liquidar impuestos atrasados. Esto va a suponer, con un alto grado de seguridad, que todavía haya más escasez de liquidez y muchas empresas no puedan hacer frente a los pagos por falta de actividad.

Es el momento de darnos cuenta de que no es bueno hacernos trampas al solitario y que posponer los problemas no hará que estos desaparezcan. Todo esto, desgraciadamente, hará que los ERES (que irán creciendo cuanto más se alarguen estos rebrotes) empiecen a reemplazar a los ERTES, entre otras cosas, porque hay empresas que han estado sometidas a ERTES, que ahora han quedado fuera del catálogo de actividades incluidas en la nueva prórroga y que se planteen despidos. Todo esto puede hacer que para final de año se puedan perder más de 600 mil puestos de trabajo.

La diferencia entre España y otros países de nuestro entorno es que, mientras otros países han ayudado a sus empresas inyectando dinero y exonerando impuestos, España solo aprobó moratorias, haciendo que la bola se fuera haciendo más grande y que, lejos de resolver o aliviar el problema, lo único que se ha conseguido haya sido posponerlos.

Los Ertes deben complementarse con medida que faciliten la recolocación

Todas estas medidas sanitarias que se están tomando van a hacer que nuestra industria turística pierda más de 100.000 millones de euros con una caída de la facturación de más del 70%, con el consecuente impacto que esto tendrá sobre el empleo. Debemos ser realistas e interiorizar que, con una deuda pública que suma casi 1,3 billones de euros y el 117% del PIB, estamos al borde del precipicio.

Por ultimo, me gustaría destacar que nuestro futuro inmediato en materia de empleo dependerá, aparte de los rebrotes, de que nuestras instituciones sean capaces de complementar los ERTES con mecanismos que faciliten la formación, el reciclaje y la recolocación de los trabajadores afectados, ya que, muchos de ellos tienen el riesgo de convertirse en parados de larga duración. Estos mecanismos deberían llevar adjunta una estrategia que permita los ERTES productivos para empresas viables y que acepte re-estructuraciones ordenadas de las plantillas en lugar de despidos masivos.

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