
La primera pista de cómo se tomarían los mercados una victoria de Biden la tuvimos el pasado jueves, cuando Trump anunció que tenía coronavirus. Bajó la bolsa, pero no excesivamente. Subieron el oro y el dólar, pero no espectacularmente. De hecho no tardaron mucho tiempo en moderarse todos esos movimientos. Es más: dio la sensación de que generaba más inquietud el vacío en la presidencia - por muy previsto que esté constitucionalmente - que el temor a que ganara Biden. De hecho, la subida del dólar y del oro suelen ser más una expresión de miedo ante la incertidumbre en general que un diagnóstico sobre política económica.
Así, llegamos a la primera conclusión importante para los inversores. Y no es baladí, ya que se había generado la idea de que una derrota de Donald Trump sería muy mala para las bolsas. Pues no, no parece que vaya a serlo, al menos a corto plazo.
Una derrota de Trump no sería muy mala para las bolsas
La reacción del mercado es lógica. Biden fue vicepresidente con Obama durante todo el tiempo que duró su mandato y siempre remaron en la misma dirección. Por lo tanto, si nos basamos en la información disponible, es un error ver a Biden como si fuera un radical de izquierdas a la europea.
Aclarado que no tiene porque ser el fin del mundo, entremos en los detalles (que no son menores). El primero es recordar que la experiencia histórica muestra que los cambios en la presidencia pueden afectar al mercado, pero suele ser más en el corto plazo. A medio y largo plazo, lo que realmente afecta son la política monetaria y los grandes cambios económicos. No quiero decir con esto que no haya presidentes que hayan sido especialmente buenos para la economía, como fue el caso de Reagan, Clinton y probablemente la historia le haga justicia a Trump, considerando que bajo su mandato el paro alcanzó mínimos históricos, pero no suelen ser determinantes.
Es más, en el corto plazo lo que va a seguir marcando la dirección de los mercados van a ser el coronavirus, el tsunami de liquidez de los bancos centrales y las ayudas de los gobiernos. Por el momento la Reserva Federal seguirá inyectando liquidez hasta que la economía se estabilice, el gobierno seguirá endeudándose para mantener vivo el tejido productivo y el mercado seguirá descontando positivamente - si no hay contratiempos - la llegada de vacunas y tratamientos. Y, como consecuencia, la vuelta a la normalidad sin adjetivos. En ese sentido, nada nuevo bajo el sol.
Lo que podría ser negativo a corto plazo es el hecho de que Biden pueda ser más agresivo que Trump en cuestión de confinamientos. En la delicada balanza economía – salud, parece más proclive a la precaución sanitaria que a la precaución económica. Si así fuera , hasta que la vacuna empiece a ser distribuida de forma masiva, la política del candidato demócrata podría ser más perjudicial económicamente hablando que la de Trump.
Luego está la cuestión de los impuestos. Es innegable que la reforma fiscal de Trump tuvo consecuencias positivas, tanto para la economía como para las bolsas . No parece descabellado pensar que la "contrarreforma" de Biden pudiera tener cierto efecto contrario. Tendrá mucha presión en este sentido desde su partido.
Otra cuestión importante en situaciones de crisis como esta son el gasto y la inversión pública. Los demócratas son muy "partidarios ". Puede ser mucho dinero para determinados sectores, especialmente los relacionados con el medio ambiente y las infraestructuras en general. La presidencia de Biden podía favorecer cierta rotación sectorial en las bolsas.
Respecto a que vaya a romper el monopolio de los gigantes digitales, tengo mis dudas. No olvidemos que entre sus mayores donantes están precisamente esos gigantes. Y ojo, que esto es muy importante para el liderazgo de las bolsas norteamericanas, donde cada vez pesan más la tecnología y la revolución digital.
Otro aspecto que podría ser positivo es el de un posible reequilibrio económico y social. El sistema capitalista es seguramente el mejor sistema económico que existe, pero es como un caballo de carreras: montado y con bridas es una máquina, suelto y desbocado es un peligro. Seamos realistas: si los ricos son cada vez más ricos, incluso a niveles estratosféricos, como es el caso en Norteamérica, y los pobres son cada vez más pobres, eso acaba explotando. No olvidemos que la base de las economías más fuertes y las democracias más sólidas es la existencia de grandes clases medias. Si Biden es un presidente que cura heridas y desigualdades, a la larga será bueno para el país. Y para su economía.
Es curioso, pero el mayor riesgo que presenta una victoria del candidato demócrata no es él, sino, en mi modesta opinión, su vicepresidenta. Biden es un hombre mayor que ha tenido tres infartos. Hay una posibilidad real de que no pudiera acabar su mandato y fuera sustituido por Kamala Harris. Y eso es harina de otro costal.
Para acabar me dejo lo más importante, como colofón y resumen: mientras dure la revolución digital y salvo que los norteamericanos decidieran seguir el ejemplo europeo de crear un traje de cemento burocrático y regulatorio que frene su desarrollo, quienes sean líderes digitales seguirán siendo líderes económicos y bursátiles. Por muchos años.
Por cierto, no se tomen este artículo como una predicción. Donald Trump es una caja de sorpresas, empezando por su parece ser que espectacular recuperación del coronavirus. El objetivo de este artículo es ayudar a los inversores a estar preparados para cualquier eventualidad. Ya sabemos cómo puede ser una presidencia de Donald Trump. Ahora se trata de imaginar cómo sería una de Biden.