
La pandemia de la COVID-19 ha supuesto uno de los mayores retos de la industria farmacéutica, quizás el mayor reto de las últimas décadas, y podemos decir que el balance está siendo satisfactorio por cuanto se ha acelerado la investigación de los tratamientos y vacunas para combatir el virus. Desde el Gobierno de España estamos apoyando esta investigación convencidos de que la solución a la pandemia vendrá de la ciencia.
Otra de nuestras prioridades ha sido la constitución de una Reserva Estrategia Nacional de productos higiénico-sanitarios. Para su creación tuvimos que impulsar diferentes proyectos para reorientar la industria a la fabricación de determinados productos y equipos higiénico-sanitarios y así reducir nuestra dependencia de terceros países. El objetivo es disponer de suficiente material médico y equipos de protección individual (EPI) para abastecer al sistema nacional de salud y al conjunto de la población. Y lo hemos logrado gracias a la contribución de numerosas empresas industriales, muchas de ellas totalmente ajenas a los sectores sanitarios. Sin duda, la colaboración público-privada ha respondido al desafío que teníamos: salvar vidas.
Pero la prioridad ahora es buscar una solución terapéutica frente al coronavirus, y por ello se están realizando en nuestro país multitud de ensayos clínicos con medicamentos que se han aprobado o están en desarrollo, en los que participan varias compañías farmacéuticas. De hecho, somos uno de los países, según la OMS, con más ensayos clínicos con medicamentos para probar la eficacia frente a la COVID -19. Esto solo es posible gracias al esfuerzo conjunto y coordinado del sector público y privado, de investigadores y profesionales sanitarios, a través de organismos como la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y las numerosas compañías farmacéuticas establecidas en nuestro país. Hace escasos días se anunció la participación de tres hospitales españoles en un ensayo para evaluar la eficacia de una vacuna de Johnson & Johnson para combatir la pandemia de la COVID-19. Este último ejemplo se suma a la participación de la española Rovi en distintas fases de la vacuna de la americana Moderna el pasado julio y a otras iniciativas de colaboración en curso.
Asimismo, es necesario garantizar un acceso más rápido y asequible económicamente a los medicamentos, especialmente los tratamientos que se lancen para combatir la pandemia del COVID 19. Esto será una prioridad para la Comisión Europea y para el Gobierno de España.
Es la industria farmacéutica la que proporcionará a la sociedad los tratamientos, tanto a través de una futura vacuna preventiva como mediante medicamentos eficaces para paliar y combatir la enfermedad desde los primeros síntomas, y, por tanto, la que contribuirá en gran medida al bienestar y a la salud de la población.
Para reflejar la importancia de esta industria, resulta pertinente también resaltar algunos datos del sector farmacéutico, más allá incluso de la elaboración de medicamentos, algo fundamental para mejorar la salud y salvar vidas. España es el quinto mercado farmacéutico de Europa en volumen de ventas y empleo y el sexto en producción, contando además con importantes compañías multinacionales cuya implantación es vital para el desarrollo del sector. Además, la industria farmacéutica es un sector caracterizado por continuas innovaciones, que, como saben, es un factor crítico para el crecimiento, la competitividad y la productividad. Es uno de los sectores considerados por la OCDE como de "alta tecnología", al dedicar una altísima proporción de su producción a I+D y contribuir considerablemente al valor añadido. Esta innovación no solo es interna; el sistema de patentes obliga a continuos movimientos, fusiones, adquisiciones, etc. para obtener ventajas competitivas, y así continuar con un círculo virtuoso de obtención de la necesaria rentabilidad para seguir innovando. Una industria, en definitiva, con un altísimo grado de intensidad innovadora en un contexto de elevada incertidumbre, que se ha traducido en estos últimos años en generación de empleo y riqueza para nuestro país.
Sin embargo, estamos viviendo una época difícil que pone a prueba un modelo de éxito cuyos logros demostrarán que una adecuada colaboración público-privada dinamiza los sectores y mejora el bienestar social. Esta colaboración es uno de los principales instrumentos con que contamos para afrontar desafíos como la COVID-19.
Por todo ello, podemos decir que la industria farmacéutica se configura como uno de los protagonistas del proceso de modernización y fortalecimiento de la industria. Es por esto que desde el ministerio trabajamos junto al sector, en culminar la elaboración de la Agenda Sectorial del Sector Farmacéutico, una hoja de ruta adaptada al nuevo entorno para impulsar su competitividad en un esfuerzo por reindustrializar, fortalecer y digitalizar nuestra industria, de manera que esta gane peso en la economía nacional. Esta Agenda forma parte de los instrumentos para acompañar la modernización de nuestro modelo productivo y están alineadas con las Directrices Generales de la Nueva Política Industrial Española 2030 que presentamos en febrero de 2019, cuyo objetivo es determinar las palancas clave para estimular el desarrollo de la industria en España.
Desde el Gobierno seguiremos trabajando para que la industria farmacéutica continúe siendo un sector sólido y robusto, un protagonista y un gran aliado en la investigación, que al mismo tiempo sea motor de un crecimiento inclusivo y sostenido.