Opinión

Lo importante y lo urgente

La educación es una de las asignaturas pendientes de España frente a otros países

Un repaso a la prensa, a los medios de comunicación económicos o al debate político en materia económica muestra que lo coyuntural domina sobre lo estructural. Las cuestiones del momento, la situación del ciclo económico o la última cifra publicada llenan las portadas, los telediarios y los debates parlamentarios. Sin embargo, muchas de esas noticias, gran parte de esos acontecimientos que en esos momentos parecían importantísimos pasan a la irrelevancia en un muy corto espacio de tiempo. Esto no es nuevo; siempre el debate económico siempre ha estado presidido por lo coyuntural. Pero, a medida que pasan los años, se acrecienta su dominio ante la saturación informativa que ha acompañado al desarrollo de las nuevas tecnologías. La reflexión pausada ha pasado a un segundo plano.

Pero lo urgente y lo importante muchas veces no coinciden. Las cuestiones que determinan el futuro a largo plazo son, a menudo, complejas, poco comprensibles para la mayoría de los ciudadanos. Y, por tanto, difíciles de abordar política y mediáticamente. Y, sin embargo, son las que realmente influyen, con el paso de los años, en el bienestar de los ciudadanos.

Fijarse exclusivamente en el presente es más comprensible en situaciones como la actual o durante la gran recesión. En las épocas de mala situación económica, el desasosiego que produce en la ciudadanía la alta tasa de desempleo y la incertidumbre centran la atención en las políticas anticíclicas que permitan recuperar a corto plazo el PIB potencial. Sin embargo, tampoco en las épocas de expansión, el debate se centra en las cuestiones estructurales; en esos momentos, la discusión gira en torno a la distribución de renta y de los frutos del crecimiento a través de la política fiscal. Nunca parece que seamos capaces de encontrar el momento de reflexionar sobre aquellos aspectos que limitan nuestro crecimiento potencial y que impiden un proceso más acelerado de convergencia en renta con otros países más avanzados de nuestro entorno. Esto es, sobre cuáles son las reformas que necesita el país para hacer frente a sus problemas estructurales.

Nunca se reflexiona sobre los aspectos que limitan nuestro potencial de crecimiento

Cuestiones como el envejecimiento de la población y sus consecuencias, el desempleo estructural, especialmente de los jóvenes, la masiva destrucción de empleo en los momentos de crisis, los déficits del sistema educativo, la tendencia al déficit público y a la acumulación de deuda, la limitada capacidad de innovar o el aún escaso contenido tecnológico de nuestra producción son cuestiones que nunca se abordan en profundidad y que, sin embargo, son las principales causas de que la renta per cápita española sea aún inferior a la de los países más avanzados de Europa, América del Norte y Asia.

En las últimas tres décadas hemos tenido nuestros éxitos. España ha conseguido capear la crisis anterior sin devaluar, algo que nunca antes había ocurrido en nuestra historia. La economía española se ha convertido en una gran economía exportadora, manteniendo una situación estable de superávit de las cuentas exteriores. También hemos mostrado capacidad de recuperación frente a la adversidad en las crisis anteriores y, seguramente, esta vez también será así.

Esto es evidente si atendemos a la renta per cápita, que, aunque no es un indicador perfecto, sí es la variable que, por si sola, mejor explica el grado de desarrollo de los países. Así, España ha conseguido reducir su distancia frente a otros países desarrollados. Según el Banco Mundial y en términos nominales, en 1990 la renta española era dos tercios de la de Italia y hoy es el 90%. Respecto a Francia, también España ha recortado distancias: hace treinta años la renta española era el 63% de la francesa y hoy es el 73%, diez puntos más. Sin embargo, frente a Alemania nos hemos quedado estancados, y ello a pesar de la reunificación. Y hemos perdido posiciones frente a Estados Unidos, Holanda y los países nórdicos. Por no hablar de algunos casos de dinamismo espectacular, como Corea del Sur que, en 1990, era la mitad de rica que España y hoy es un poco más próspera que nosotros.

Por tanto, lo estamos haciendo relativamente bien frente a otros países de nuestra zona cultural; pero estamos estancados o perdiendo distancia respecto a los países del norte de Europa y de Norte América, y ya no digamos frente a las economías más dinámicas de Asia. A esto hay que añadir que algunos países del Este, a pesar de su bajo punto de partida, ya nos están pisando los talones. Es el caso de Eslovenia o de la Republica Checa.

Se debe modernizar la economía, la educación y la tecnología en España

Esto nos dice que hay asignaturas que tenemos pendientes. Ya desde hace tiempo, en nuestro debate público no se están abordando las cuestiones esenciales que nos permitan acelerar nuestro ritmo de convergencia, y es evidente que no estamos subiéndonos al cambio tecnológico como debiéramos.

Pero ahora se nos abre una oportunidad. Las reformas estructurales son siempre difíciles de abordar y muchas veces debe llegar una gran crisis para romper las inercias políticas y sociales que impiden alcanzar mayorías en favor de la reforma. El impacto de la pandemia va a ser profundo, pero también los instrumentos monetarios y fiscales que la Unión Europea está poniendo a disposición de los Estados Miembros no tienen precedentes. Tenemos una gran oportunidad de modernizar la economía, la educación y la tecnología en España. Si esta generación no aprovecha este tren, a buen seguro que las generaciones futuras nos demandarán haber desperdiciado esta oportunidad. Por una vez, quizás puedan coincidir lo urgente y lo importante.

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Comentarios 1

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Escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid.
A Favor
En Contra

Totalmente de acuerdo señor Nadal. Reconstrucción del sistema educativo español desde los cimientos, que los maestros españoles sean más respetados que los jueces. Reindustrialización del país para tener de qué comer la próxima que venga como ésta. Doble llave a la megalomanía edilicia hispana y al lobby del cemento. A ver si somos capaces.

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