Opinión

Gobernar mediante el 'relato' contra la realidad

  • El objetivo del Gobierno siempre fue acabar con lo construido en la Transición
  • El Ejecutivo no tiene en cuenta la energía reactiva contra los afanes republicanos
Pedro Sánchez y Pablo Iglesias han hecho del 'relato' la línea maestra de su Gobierno.

Allá por 2008, me encontré en una librería parisina con un libro de un autor para mi desconocido. El libro, Storytelling, la machine à fabriquer des histoires et à formater les esprits. El autor, Christian Salmon. La obra de Salmon me pareció un hallazgo. Tanto que, desde entonces, he seguido con atención el desarrollo de estas nuevas técnicas de manipulación social muy comunes en la gestión política de las democracias actuales.

En España se ha hecho tradicional el término "relato". La clave es el relato, dicen muchos; poco importa la veracidad de los asuntos. Evidente estrategia llevada a cabo con profusión por el Gobierno actual, que utiliza los medios de comunicación para "fabricar historias" y así formatear los espíritus.

Dado que la realidad es contingente, el objetivo es construir realidades paralelas. Un esquema de acción en el que la verdad no importa, en tanto que la verdad se ha convertido en posverdad. Hay que distorsionar la realidad para manipular las emociones de los ciudadanos. Y si se es eficaz, se mantendrá el poder tanto tiempo como pueda aguantar un cuerpo social inmunizado a base de relatos continuos.

En definitiva, conviene tener a punto una poderosa fábrica de intoxicación informativa contra la que sea imposible combatir. De tal forma que la verdad será la que en cada momento interese llevar adelante. Dicho de otra manera: hay que poner en marcha una eficaz máquina de la mentira, pues al final, ante la duda, quedará la "verdad oficial".

Contra el Régimen político del 78

Así estamos desde que se puso en marcha el desalojo de Rajoy del Palacio de la Moncloa, hasta llegar al insomnio de un Gobierno PSOE-UP con aliados dispuestos a romper la Constitución actual. Una alianza múltiple de objetivos cóncavos o convexos según se necesite en cada momento; si bien, caminando siempre en la misma dirección: cambiar el modelo político que los españoles decidieron en 1978; pues aquellos no son los que ahora tienen el poder.

En este proceso se cruzó una pandemia inesperada. Un desgraciado hecho para las decenas de miles de fallecidos, de sus familias, y de las decenas de miles de personas que o han perdido su trabajo o lo perderán próximamente. Para combatirla se puso la maquinaria del Storytelling a funcionar a todo gas: declaraciones y contradeclaraciones constantes para llegar a la conclusión de que no había conclusión.

Al principio, según se dijo, la pandemia no tendría ningún efecto, ni siquiera económico. Luego, el problema fue la saturación de los mercados chinos para la compra de material indispensable, curiosamente, a manos de sospechosos contratistas. Más adelante, no se sabía ni cuántos ni cómo habían desaparecido los fallecidos que se contaban por miles. Y, finalmente, el destrozo económico nada tenía que ver con la gestión gubernamental, sino con la situación de un virus que a todos afectaba por igual, aunque no fuera así. Hasta que, felizmente, el presidente del Gobierno consiguió lo imposible: doblegar a los "países frugales" con una lluvia de decenas de miles de millones de euros que llegarán como un nuevo maná que el Gobierno usará como corresponde; es decir, de acuerdo con sus intereses.

Los aplausos fueron, desde luego, muy apropiados. Aquí llegará el 60 por ciento del PIB, según cálculo del presidente del Gobierno, sin ninguna contrapartida: bastará lanzarse a la economía verde, a la digital y alguna que otra cosa más; del turismo, la energía, la industria, el transporte, el pequeño comercio, los autónomos, etc., nada se dice, porque quedarán solucionados sin mayores problemas. Un esquema tal fácil y solidario por parte de los europeos que, para estimularles aún más, se han solicitado otros 20.000 millones de euros del programa SURE para cubrir los ERTE, con la seguridad de que llegarán sin ningún problema, dado que los "frugales" se han batido en retirada.

Según el relato actual del Gobierno, la mejora económica ha comenzado. Será una V asimétrica de corta duración, nada que ver con la crisis de 2008. A más a más, el asunto de los rebrotes de la pandemia ha salido de la agenda gubernamental. Es un tema de la España plural, que deberá gestionar como pueda la circulación de personas entre las diferentes regiones, a la vez que atiende sus propios problemas con los Ayuntamientos, ya sin reservas financieras gracias a un voto de calidad socialista.

Y en este escenario, se precisaba otro impactante asunto: el ataque a la Corona en la persona del Rey Juan Carlos. Un relato sorprendente y evidente en sus objetivos. El primero ya se ha logrado: la salida del monarca, aunque no haya acusación formal y todo sean declaraciones e informaciones de gente sin escrúpulos. Sin embargo, lo que es un asunto, de momento, personal, se ha convertido en un asunto de Estado en el que los aliados del Gobierno ponen en cuestión el régimen constitucional. Sin embargo, independientemente de las dificultades objetivas de tornar la Monarquía Constitucional actual en una República Federal, lo que los gestores del relato no parecen tener en cuenta es la energía reactiva que ha comenzado a surgir.

Demasiados riesgos

Nada que ver con mociones de censura traídas con pinzas. Son demasiados los intereses que hay en torno a la cuarta economía del euro para que se la deje transitar hacia lugares desconocidos. Nadie, fuera de algunos que buscan lo imposible, estaría dispuesto a soportar las enormes pérdidas económicas que supondría el proceso. Convendría mirar más afuera que adentro para ver cómo la construcción de relatos domésticos se topa a veces con la cruda realidad de una Europa que no quiere más problemas de los que ya tiene encima de la mesa, a lo que se suman otros poderosos stakeholders que no les gusta asumir más riesgos que los indispensables

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