Opinión

La FED debe hablar más claro

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell

William Dudley, el expresidente inmediato de la Reserva Federal de Nueva York, creó recientemente polémica cuando pidió a la Fed que considerara el impacto de sus políticas en las elecciones de 2020. De hecho, Dudley mostró realismo al observar que la Reserva Federal puede influir en la política, a veces con profundas implicaciones para el curso de los Estados Unidos. Pero eso no significa que sus recomendaciones fueran acertadas.

La lógica de Dudley era sencilla.

Si la Reserva Federal recorta los tipos de interés la semana próxima en respuesta a las acciones perturbadoras de la política comercial de Trump, el presidente podría ser alentado a recurrir a más de lo mismo. Trump cree que EEUU y China están atrapados en una guerra comercial a muerte. Pero también ha reconocido que el mercado de valores reacciona negativamente a sus amenazas arancelarias, que la incertidumbre relacionada con el comercio debilita el crecimiento, y que esto perjudica sus perspectivas de reelección.

La relajación monetaria no puede neutralizar la incertidumbre de la guerra comercial

La preocupación es que si la Reserva Federal afloja la política, minimizando así una desaceleración de la inversión y el crecimiento inducida por la incertidumbre, Trump se sentirá libre para intensificar sus ataques comerciales centrados en China. Como dijo Dudley, la Reserva Federal debería dejar "muy claro que Trump será el dueño de las consecuencias de sus acciones".

La pregunta es qué implica exactamente hacerlo "meridianamente claro". Los funcionarios de la Reserva Federal pueden explicar que las acciones del presidente los están forzando a bajar los tipos de interés para cumplir con su mandato de inflación estable y pleno empleo. Pueden advertir sobre el daño colateral de las bajas tasas de interés, que perjudican a los estadounidenses que viven con ingresos fijos y aumentan los riesgos para la estabilidad financiera al alentar a los inversores a asumir más riesgo. La Fed debería señalar estas consecuencias indeseables.

Las reducciones de tipos hace más probable la victoria de Trump en las elecciones

Los funcionarios de la Fed también deberían enfatizar que la relajación monetaria no puede neutralizar completamente los efectos de la incertidumbre de la política comercial. Muchas inversiones, una vez realizadas, son reversibles sólo con dificultad. Las inversiones que se basan en la existencia de cadenas de suministro globales no tendrán ningún valor debido a una guerra comercial en toda regla. Del mismo modo, las inversiones en la producción local, basadas en el conflicto comercial en curso, pueden resultar ser errores costosos si estalla inesperadamente la paz comercial.

Cuando la política comercial es incierta, los errores de cálculo como estos son inevitables. Por lo tanto, las empresas tienen un incentivo para retrasar la inversión hasta que se resuelva esa incertidumbre, sea cual sea el nivel de los tipos de interés. La Fed debe recordar a Trump que no puede compensar por completo el impacto de su guerra comercial, por mucho que desee que sea así.

El comentario más provocativo de Dudley fue que "hay incluso un argumento de que la elección en sí misma cae dentro del ámbito de la Reserva Federal". Este comentario, que parece sugerir que el banco central debería tratar de influir en los resultados electorales, suscitó críticas, y Dudley se retractó. Los funcionarios de la Reserva Federal "nunca deben estar motivados por consideraciones políticas o establecer deliberadamente una política monetaria con el objetivo de influir en una elección", aclaró.

Pero las políticas de la Fed influyen en las elecciones, y este hecho indiscutible tiene consecuencias para el banco central. Las reducciones de los tipos que evitan una recesión inminente hacen más probable la reelección de Trump. A su vez, su reelección implica un crecimiento más lento en el mediano plazo, en la medida en que significa políticas erráticas continuas, más guerra comercial e incertidumbre. ¿Cómo debería una Reserva Federal, cuyo mandato se extiende a asegurar el pleno empleo, compensar las ganancias de puestos de trabajo a corto plazo con las pérdidas de empleo a largo plazo?

Esta es una pregunta difícil, sobre todo porque la Ley Humphrey-Hawkins, que otorga a la Reserva Federal su mandato, no especifica ningún plazo para lograrlo o la posibilidad de que se pueda recurrir a un balance en el que se puedan sopesar las ganancias actuales con las pérdidas futuras. Pero ese debate es inevitable. O al menos debería serlo.

Gran parte de este debate puede tener lugar en privado. Pero imagínese ahora que los demócratas designan a un candidato para 2020 con prioridades muy diferentes en materia de política comercial. El equipo de la Reserva Federal y sus gobernadores tendrán que formular pronósticos económicos que describan dos caminos diferentes para la economía, dependiendo del resultado de las elecciones. La Fed, como institución responsable ante el Congreso, se enfrentará a presiones para hacer públicos estos pronósticos. Uno puede imaginarse la previsible tormenta de tweets atacando al banco central por partidismo y cosas peores. ¿Debería la Reserva Federal suprimir o camuflar sus previsiones para parecer apolítica? Hacerlo sería un abandono del deber, que consiste en pronosticar escenarios económicos y formular políticas en consecuencia.

El Banco de Inglaterra se enfrentó a un dilema análogo al opinar sobre las implicaciones de Brexit para la economía británica, y fue objeto de duros ataques políticos. Los ataques furibundos son inevitables cuando se hacen pronósticos públicos en tales circunstancias. Los políticos impugnarán la imparcialidad de los banqueros centrales.

Inevitablemente, la controversia y el daño a la reputación seguirán. Al hablar, Dudley transmitió otro mensaje importante: merece la pena soportar los reproches. Si la Reserva Federal se inhibiera de opinar sobre los riesgos obvios que las políticas fiscales y comerciales de EEUU plantean ahora a la economía, el daño para su reputación sería mayor.

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