
El continuado castigo que los bancos europeos sufren en el mercado bursátil ya ha alcanzado cotas históricas. Las entidades del Viejo Continente cotizan, de promedio con una rebaja del 44 por ciento, medida en proporción a sus beneficios esperados para los próximos doce meses.
La rebaja se revela todavía mayor en el caso de que se calcule respecto al valor en libros, ya que escala al 64 por ciento. En otras palabras, nunca antes los bancos habían estado tan baratos en comparación con el resto de sectores representados en el EuroStoxx.
Sin embargo, los expertos dudan de que su cotización haya tocado suelo y de que sea un momento idóneo para comprar. De hecho, ni los propios bancos pueden ofrecer predicciones fiables en este sentido, ya que su futuro sigue en manos de un factor que se halla fuera de su control: la hoja de ruta de la política monetaria del BCE.
Hoy precisamente Fráncfort se enfrenta a una etapa decisiva en la primera reunión de su Consejo de Gobierno tras el verano. Es posible que el presidente Draghi no se muestre tan ambicioso como se especuló recientemente. Parece ya descartado que anuncie una nueva rebaja de tipos e incluso resulta factible que demore la reactivación de su programa de compras masivas de deuda.
Con todo, la reducción del precio del dinero no está descartada y puede producirse en 2020, lo que seguirá lastrando las expectativas de beneficios de los bancos. Además, sí hay altas posibilidades de que hoy el BCE anuncie otra reducción de la facilidad de depósito, lo que supone más gastos para las entidades en el capítulo de la gestión de su liquidez. Sobre estas bases, el aumento de la rentabilidad seguirá siendo un reto para el sector financiero y esa perspectiva penaliza su cotización.