
El jueves se reúne el consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE), en uno de los encuentros que, a primera vista, parece que será uno de los más disputados de los últimos años. Las palomas y los halcones han vuelto a hacer evidentes sus diferencias.
Los primeros tienen claro que la economía de la eurozona necesita un empujón decisivo, con un recorte de tipos de interés que debe venir acompañado de un nuevo programa de compras de deuda y además, según se pudo apreciar en las actas de la última reunión, abogan por que todas las medidas se lancen de una tacada. Mientras tanto, los halcones (partidarios de una política monetaria menos acomodaticia) creen que un nuevo plan de compras de deuda (QE2, como algunos analistas ya han bautizado) es prescindible y abogan por esperar a que la situación empeore, si lo hace, para volver a reactivar el QE.
El problema es que los inversores han apostado muy fuerte por un paquete de medidas "sustancial", y el que anunciarán podría no serlo tanto: "Es una reunión muy difícil de pronosticar", explican desde Bank of America Merril Lynch y avisan de que "podría decepcionar a unas expectativas que son muy elevadas, especialmente en lo que respecta al QE". De hecho, el banco estadounidense, que considera lo más probable que el BCE confirme un QE2 de 30.000 millones de euros mensuales, en un periodo de entre 9 y 12 meses, avisa de que "existe el riesgo de que se apruebe un QE más pequeño, e incluso de que no lo haya".
Desde ING también consideran que el mercado ha puesto en precio que el BCE actuará con contundencia, y creen que el euro podría reaccionar si finalmente no hay un nuevo programa de compras: "Tras los comentarios recientes de varios miembros del Consejo del BCE, señalando la falta de urgencia por reactivar el QE, las fuertes expectativas de los mercados hacen que los riesgos sean alcistas para el euro frente al dólar tras la reunión", explica el banco holandés.
Las dudas de los 'halcones'
El debate entre palomas y halcones se ha reactivado en las últimas semanas. A mediados de agosto, Olli Rehn, gobernador del banco central de Finlandia, abría la puerta a que el BCE implementara "un paquete de medidas sustancial". Sus palabras se vieron reafirmadas por las actas de la reunión de julio, que apuntaban a que había consenso en la misma dirección. Sin embargo, tras publicarse los documentos aparecieron las voces discordantes: "Me preocupa fijar incentivos equivocados a los gobiernos si reiniciamos el programa y adquirimos más bonos soberanos. Lo que hace falta son reformas estructurales", pedía Sabine Lautenschlaeger, la única mujer en el Comité del BCE.
Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, ha liderado durante los últimos años las voces críticas a las medidas que considera demasiado acomodaticias, y recientemente pidió "especial cautela con las compras de bonos soberanos". Su homólogo austriaco, y el estonio, han lanzado mensajes similares, mientras François Villeroy de Galhau, presidente del banco central de Francia, ha expresado sus dudas a la adopción del QE2: "Es una cuestión a discutir".
El único banquero central de la región, además del finlandés Rehn, que ha partido una lanza, aunque de forma tímida, a favor del QE, ha sido Pablo Hernández de Cos, quien señaló la semana pasada su preferencia por mantener todas las opciones sobre la mesa.
Desde Bloomberg destacan la importancia de estas críticas si se tiene en cuenta los países que representan: el bloque contrario, o dubitativo con el nuevo QE, representa casi la mitad de la población de la eurozona y más de la mitad de la riqueza de la región.
Los datos, a favor de Draghi
La postura de los miembros del BCE que abogan por el "paquete sustancial" del que hablaba Rehn se apoyan en la debilidad macro que está sufriendo la zona euro. Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep, señala cómo "Draghi tiene los datos a su favor. La realidad es que Europa tiene una inflación en el entorno del 1% y no consigue acercarse ni por asomo al 2%", el objetivo que tiene marcado a fuego el organismo. El experto añade cómo "las expectativas de inflación están muy bajas, cerca de mínimos, y ese es un dato importantísimo para un banquero central".
Eso sí, Alvargonzález considera que el mejor apoyo para la eurozona debería llegar por otra vía: "Hay que desregular, eliminar burocracias y dinamizar la economía europea, como hizo Margaret Thatcher en Inglaterra en los 80".