
Revisar con cierta frecuencia las distintas piezas y elementos del coche es primordial para mantenerlo en buen estado y garantizar la seguridad al volante. En ese sentido, un componente que no se puede pasar por alto son las ruedas, que son el único punto de contacto con la carretera. Su estado influye directamente en el consumo de combustible, la estabilidad del vehículo y, en definitiva, en la circulación.
Evidentemente, cuando un neumático está desgastado la única opción correcta es cambiarlo. Sin embargo, antes de desecharlo, los conductores se deberían fijar en qué parte de la rueda está más deteriorada, ya que puede decir mucho sobre algunos errores comunes y, sobre todo, prevenir visitas al mecánico y sustos en la carretera.
Tipos de neumáticos gastados
Las ruedas no se gastan siempre de la misma forma, y eso depende en gran medida de la presión de los neumáticos y de su alineación. Desde RACE explican que si la zona más deteriorada es la banda de rodadura por la parte central, lo más probable es que se haya metido más presión de la recomendada por el fabricante en los neumáticos. Y es que al estar hinchados en exceso, la parte central de la goma contacta más con el asfalto que los laterales.
Si el neumático está desgastado por los bordes ocurre lo contrario: falta presión de aire y por lo tanto los flancos apoyan en la carretera más de lo que deberían. Otra posibilidad es que el deterioro sea irregular, con forma de sierra o escalonado. En esos casos, la culpa suele ser de una mala alineación de los neumáticos, que viene a ser el ajuste del ángulo de caída de la goma. Además, este caso es especialmente peligroso porque suele provocar que, si se suelta el volante, el coche vaya de un lado para otro sin mantener la dirección.
Cuándo se deben cambiar
Como es de esperar, lo más aconsejable es no llevar los neumáticos hasta un límite en el que el desgaste se aprecie a simple vista. En su lugar, es mejor comprobar su estado con cierta frecuencia, y para ello una de las claves es la profundidad del dibujo. La legislación española establece un mínimo de 1,6 milímetros, pero los expertos recomiendan cambiar los neumáticos cuando llegan a 3 milímetros. Por supuesto, otra de las claves es fijarse en la presión, ya que si es excesiva aumenta el riesgo de corte y si es insuficiente provoca que el sistema consuma combustible de más.
También hay que prestar atención a aspectos como las condiciones de conducción, la suspensión y, evidentemente, la antigüedad. Aunque el coche apenas se utilice y las ruedas no parezcan desgastadas, se deben sustituir una vez han pasado entre cinco y ocho años desde la fecha de fabricación.
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