
"Todo acto tiene su consecuencia". En este caso, los aranceles impuestos por el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a los automóviles han provocado que Stellantis tome cartas en el asunto.
El fabricante de vehículos ha tomado la decisión de detener su producción en la planta de Windsor, en Canadá, y en Toluca, en México. Este bloqueo será temporal y servirá para realizar una evaluación del impacto de los aranceles del 25% a las importaciones de automóviles a Estados Unidos que entraron en vigor el pasado 2 de abril.
El cese de la producción en Canadá y México tendrá consecuencias en cascada en ciertas plantas estadounidenses encargadas de abastecer a las citadas fábricas de Windsor y Toluca de los componentes necesarios para sus trabajos de montaje final. De hecho, las fábricas de Michigan e Indiana se enfrentarán a algunos despidos temporales.
Stellantis responde a Trump
"Con la entrada en vigor de las nuevas funciones, se necesitará toda nuestra resiliencia y disciplina colectiva para superar este período difícil", escribió Antonio Filosa, jefe del mercado norteamericano de Stellantis, a los empleados.
"Pero nos adaptaremos rápidamente a estos cambios de política y protegeremos a nuestra empresa, mantendremos nuestra ventaja competitiva y continuaremos brindando excelentes productos a nuestros clientes", aseguraba Filosa.
Por el momento, tal y como aseguran desde Corriere della Sera, aún no está claro qué tipo de medidas adoptará Stellantis como reacción a los aranceles aprobados por Trump. Tampoco qué consecuencias tendrán en la producción de Canadá y México con destino al mercado de Estados Unidos.
A principios de este año, Stellantis anunció un ambicioso plan de inversión de 5.000 millones de dólares para aumentar su producción en Estados Unidos, alineándose con las políticas del presidente Trump, quien promueve la iniciativa America First.

En la ceremonia de inauguración, Stellantis contribuyó con un millón de dólares. El 31 de marzo, el presidente del grupo, John Elkann, se reunió con Trump para abordar la competitividad de la industria automotriz estadounidense.
Sin embargo, este esfuerzo no logró evitar la imposición de nuevos aranceles a los vehículos, una medida que amenaza con incrementar los precios de los coches en EE.UU. y poner en peligro las ganancias de los fabricantes.
Para Stellantis, esto representa un problema serio, ya que el mercado norteamericano es clave para sus beneficios. En consecuencia, la compañía ha visto caer su valor en bolsa, con una pérdida superior al 8%, lo que eleva la caída total desde enero al 24%.
La agencia de calificación Fitch ha rebajado la nota de Stellantis a BBB desde BBB-, con perspectivas estables. Esta decisión refleja el empeoramiento de las condiciones del mercado en América del Norte, sumado a las crecientes presiones de costes provocadas por los aranceles impuestos a los automóviles.
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