De todos los elementos que se comprueban durante la inspección técnica de vehículos (ITV), muchos, como el alumbrado o la carrocería, se pueden revisar previamente a simple vista. Otros, en cambio, no se pueden percibir mediante la vista, pero sí se puede intuir su estado mediante otros sentidos. Es el caso, por ejemplo, de los frenos, de la dirección o de la suspensión. Sin embargo, existen otros elementos para los que, a menos que acudamos a un taller especializado, no tenemos forma de saber si están en buen o en mal estado.
Los últimos datos facilitados por Industria, Comercio y Turismo, correspondientes al año 2021, muestran que, de las más de ocho millones de deficiencias graves detectadas en las inspecciones del país, las más frecuentes (2.167.656) correspondieron a problemas en el alumbrado y la señalización. La segunda causa más frecuente, en cambio, correspondió a deficiencias relacionadas con los ejes, ruedas, neumáticos o suspensión (1.729.485).
La tercera causa es la que tiene que ver con las emisiones contaminantes (1.304.608). Y sobre esta última también se detectaron otras 2.596.466 deficiencias, aunque de carácter leve. Así, el 16 % de los rechazos en la ITV aquel año se debió a un incorrecto funcionamiento de los sistemas de control de emisiones contaminantes.
El sistema de control de emisiones
Según define la Asociación Española de Entidades Colaboradoras de la Administración en la Inspección Técnica de Vehículos (AECA-ITV), "El sistema de pos tratamiento de un vehículo es un método o conjunto de dispositivos que tienen la finalidad de reducir las emisiones contaminantes de los motores de combustión interna, es decir, dispositivos que limpian los gases de escape para garantizar que cumplan con las normativas de emisiones".
Gracias a las comprobaciones que las estaciones de ITV realizan sobre ellos, y de acuerdo con un estudio realizado por el Instituto de Seguridad del Vehículo Automóvil Duque de Santomauro (UC3M), se evitan 575 muertes prematuras al año por exposición a partículas contaminantes, y que podría ascender hasta las 782 si todos los vehículos hubieran cumplido con su deber se someterse a la inspección obligatoria.
Cómo se comprueba
El sistema de control de emisiones se realiza tanto en coches con motor de gasolina como con motor diésel y en ambos casos pasa un doble examen: uno visual y otro mecanizado.
En el caso de los motores de gasolina, se mide la concentración de monóxido de carbono (CO). Niveles muy altos de concentración de CO indican que la combustión que se produce dentro del motor no es la correcta o que el sistema pos tratamiento no se encuentra en correcto estado de funcionamiento.
Mientras, en el caso de los motores diésel lo que se mide, a nivel de contaminación, es la opacidad de los gases de escape. Cuanto mayor es la opacidad de los gases de escape mayor es la concentración de partículas contaminantes en estos, dando como resultado, en el peor de los casos un humo negro. Niveles muy altos de opacidad indican que la combustión que se produce dentro del motor es incompleta (el combustible no se quema correctamente) o que sistema pos tratamiento (filtro de partículas) no se encuentra en correcto estado de funcionamiento.
Además, los turismos en cuya tarjeta de ITV se indique que cumplen una norma Euro 5 o posterior, se comprueba a través del puerto OBD del vehículo que la centralita no tiene guardados errores relacionados con el sistema de pos tratamiento de gases, es decir, errores que la propia centralita del vehículos ha detectado (algún fallo o mal funcionamiento de algún componente).
Por tanto, salvo que acudamos a un taller previamente y analicemos las emisiones del tubo de escape, el único elemento que puede hacernos sospechar es el aspecto visual de los humos y los gases, especialmente si estos son densos u oscuros.