
Muchas compañías, dada la naturaleza de su actividad, necesitan vehículos para poder desempeñar su trabajo. Y aunque la opción más sencilla pasa por adquirir directamente las herramientas que necesitan, a día de hoy las empresas que se decantan por el renting superan a las que tienen sus vehículos en propiedad.
Según datos de la Asociación Española de Renting de Vehículos (AER), este modelo de alquiler ha incrementado sus matriculaciones en 2021 un 24,6 % en comparación con el año anterior, con 260.834 unidades, mientras que el mercado de la propiedad solo lo ha hecho en un 1 %. El peso del renting en el total de las matriculaciones es del 25,27 %, con un 43,53 % de registros procedentes del canal de empresas.
Por esta razón, cabe preguntarse qué motivos llevan a tantos empresarios a decantarse por esta opción.
Propiedad frente al alquiler
El renting es un contrato de arrendamiento mercantil por el cual una empresa pone a disposición de un cliente un vehículo a cambio de una cuota mensual. Es un acuerdo que no transfiere la propiedad del vehículo, sino que cede el derecho de uso al arrendatario. Así, la diferencia más palpable se encuentra en la propiedad del vehículo. En la compra, el propietario es el comprador (en este caso, a la empresa) y en el renting pertenece a la compañía arrendataria.
En el apartado económico, la diferencia más palpable está en el desembolso inicial. Mientras que para realizar una adquisición se requiere una gran suma de dinero, el renting exige una cuota fija mensual en la que se excluyen gastos iniciales, como la entrada, el IVA o el impuesto de matriculación. Además, este servicio suele incluir otros gastos periódicos, como el mantenimiento del vehículo o el seguro.
Según señalan desde Northgate, considerado el mayor operador europeo y español de vehículos comerciales e industriales para empresas, existen, además, otras diferencias entre la compra tradicional y el renting.
"El renting, especialmente el renting flexible, cuenta con grandes ventajas, como el pago de una cuota fija que no varía por imprevistos y que se puede cancelar en cualquier momento si el negocio no va bien; el no necesitar financiación, la comodidad de tener todo incluido en la cuota, la posibilidad de tener un vehículo de sustitución en caso de avería o de cambiar de vehículo siempre que quieras (en el caso del renting flexible)", aseguran desde la compañía. Tal y como indican, el único riesgo al que se debe estar atento es a los kilómetros recorridos por los trabajadores, "para no excederte de los contratados en tu cuota".
La decisión, por tanto, dependerá de varios factores, como el presupuesto de la empresa. Pero también dependerá de las necesidades y el uso que se quiera hacer del vehículo. Si se requiere la garantía o la seguridad de tener un vehículo en perfecto estado en todo momento, si sobre la empresa sobrevuela la incertidumbre, o si se prefiere tener en una única cuota todos los servicios integrados, el renting puede ser buena opción.
Si, por el contrario, se busca un vehículo para emplearlo a ciencia cierta durante muchos años, quizá la compra sea más económica y recomendable, más allá de el desembolso inicial.
Fijo o flexible
En el caso de que finalmente el empresario o empresaria se decante por el renting, conviene saber que existen varias modalidades: la fija o la flexible.
"El renting fijo implica que el plazo de alquiler cuenta con un compromiso en la duración del contrato donde, por lo tanto, la compañía debe cumplir con el tiempo pactado para no incurrir en penalizaciones económicas por cancelación anticipada. Sin embargo, hay que tener en cuenta que, dentro de la organización, es posible que se produzcan cambios en las necesidades de movilidad, que requieran cambios de los vehículos de empresa. En ese caso, contar con un renting flexible permite solicitar, cambiar o devolver los vehículos en cualquier momento sin ningún tipo de penalización, por lo que la capacidad de adaptación a la actividad de la empresa o a imprevistos es mucho mayor", explican desde Northgate.
Uno de estos posibles cambios tiene que ver con que la empresa demande otro tipo de vehículos durante el periodo de su actividad. Ahí, el flexible sale ganando, puesto que una compañía especializada en este servicio puede facilitar al cliente el vehículo que necesite, así como personalizarlo según las labores que el coche vaya a desempeñar.
"Por ejemplo, no es lo mismo una empresa que se dedica a las infraestructuras y necesita transportar material de construcción a diario que una empresa de servicios auxiliares, que transportará materiales quizás menos pesados o voluminosos o que una empresa de alimentación que requiera unas condiciones de temperatura controlada", ejemplifica el operador de vehículos comerciales.
Otro cambio, ajeno a la actividad económica, tiene que ver con los cambios normativos que se están produciendo en el ámbito de la movilidad, sobre todo en los núcleos urbanos, como consecuencia de las políticas encaminadas a reducir las emisiones de gases contaminantes y de efecto invernadero.
Por mencionar algunos ejemplos, la Ley de Cambio Climático obliga a todos los municipios de más de 50.000 habitantes (alrededor de 150) a introducir medidas que permitan disminuir las emisiones derivadas de la movilidad antes de 2023; Madrid, por ejemplo, cuenta con una Zona de Bajas Emisiones en el Distrito Centro, con otra en Plaza Elíptica y con otra en el anillo de la M-30. Y, además, posee un protocolo de actuación para episodios de contaminación por dióxido de nitrógeno.
"Las empresas que para su actividad se desplazan por estos núcleos urbanos valoran cada vez más poder contar con vehículos que les permitan acceder a estas zonas. Por ello, es importante prestar atención al distintivo ambiental que necesitan para acceder a sus áreas de trabajo y quizás buscar vehículos con etiqueta Cero emisiones para que no tengan problemas de acceso a las zonas restringidas a cualquier hora", argumentan desde Northgate.