
Después de dos años en los que el recurso energético ha contribuido en el avance de los precios, durante el pasado mes de diciembre el barril Brent volvió a ser desinflacionista, algo que sería un problema para el Banco Central Europeo (BCE), que necesita que la inflación crezca a un ritmo del 2% interanual para poder subir los tipos de interés.
El cierre del mes de diciembre terminó confirmando un hito importante para el petróleo: el barril Brent europeo volvía a ser desinflacionista, al cotizar durante el último mes de 2018 a un precio medio de 58 dólares, por debajo de los 63 dólares en los que se movió el barril un año antes, en diciembre de 2017. En el arranque de 2019 el petróleo ha seguido generando desinflación, ya que aunque su precio haya repuntado un 11,5% desde el inicio del año, por ahora en todo momento ha cotizado por debajo de los 69 dólares, el precio medio en el que se movió el barril en enero de 2018.
Que el petróleo sea una fuente directa de desinflación es un hito que no se veía desde junio de 2017. Durante ese mes el barril contribuyó negativamente al crecimiento de los precios, al cotizar más barato que en el mismo mes del año anterior. En aquel momento el barril llevaba varios meses, desde octubre de 2016, siendo inflacionista.
Si la debilidad de los alcistas en petróleo persiste podría generar un problema para el BCE a la hora de subir los tipos
El que el crudo sea inflacionista o desinflacionista tiene más importancia de la que podría parecer. Si la debilidad de los alcistas en petróleo persiste y el recurso sigue siendo desinflacionista, esto podría generar un problema para el BCE a la hora de subir los tipos de interés, un movimiento que los expertos encuestados por Bloomberg esperan para principios del año que viene.
El objetivo que tiene Mario Draghi, presidente del BCE, marcado a fuego, es que la inflación vuelva al entorno del 2%, o "ligeramente por debajo", según sus propias palabras. Si llegase a estos niveles, la entidad podría cantar victoria y empezar a subir los tipos de interés. El problema es que ni siquiera el propio organismo está convencido de que vaya a alcanzar esos niveles de inflación en los próximos años: según las propias estimaciones del BCE, la cesta de precios crecerá a un ritmo del 1,6% por ciento este año, al 1,7% el próximo, y al 1,8% en 2021, todavía por debajo del objetivo.
Además, esas previsiones podrían terminar siendo demasiado optimistas, teniendo en cuenta que en diciembre los precios de la eurozona frenaron su avance hasta el 1,6%. Víctor Alvargonzález, socio fundador de Nextep Finance, tiene claro que el BCE no va a poder subir tipos a principios de 2020, como baraja el mercado: "Rotundamente, no. El último dato de inflación subyacente [no tiene en cuenta los precios de algunos alimentos frescos, ni tampoco el petróleo], ha caído por debajo del 1%. El petróleo está aportando desinflación, y es un factor más que se suma a los problemas que está encontrando Europa para crecer. Los síntomas son claros: los datos de ventas al por menor están siendo moderados. Los PMI y los datos de actividad están siendo muy flojos, y están cayendo las ventas de coches en la eurozona", explica el experto.
Las previsiones no prometen inflación
Hasta que llegó diciembre el barril Brent fue inflacionista durante todo el 2018, consecuencia de la subida de precios que experimentó a finales de 2017 y principios del siguiente. El mes en el que el Brent fue más barato en 2018 fue febrero, a una media de 66 dólares y el más caro fue octubre, a 81 dólares (de media), ambos precios por encima de la media a la que se ha movido en lo que va de 2019 el barril.
De cara a este año, el consenso de mercado que recoge Bloomberg prevé que el barril se mueva en el entorno de 70 dólares de media. De ser así, este precio no sería suficiente para generar inflación desde abril hasta octubre, ya que en 2018 el barril se movió por encima de ese precio durante esos meses.