
La economía estadounidense encadena cuatro meses de contracción en su actividad manufacturera y su sector servicios comienza a dar señales de fatiga. El PIB se expandió sólo un 0,7% en el cuarto trimestre de 2015. Bajo este escenario tan poco halagüeño, es difícil de imaginar que la Fed siga adelante con su plan de implementar hasta cuatro subidas de tipos este año.
El pasado 15 de septiembre, a tres meses de que la Reserva Federal iniciase su primera subida de tipos desde 2006, el ex presidente del Banco Central Europeo, Jean Claude Trichet lanzó un mensaje alto y claro a Janet Yellen. Durante una entrevista con la CNBC, el funcionario europeo no mostró titubeo alguno al recomendar a la capitana de la Fed que ignorase los llamamientos que tanto el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial habían hecho sobre la necesidad de mantener los tipos de interés sin cambios. Noventa y dos días más tarde, Yellen apretó el gatillo. Alegando la imperiosa necesidad de mantener su independencia e ignorar los consejos ajenos, Trichet pareció olvidar por completo su propio error de precisión en abril y julio de 2011. Por aquel entonces, la eurozona ya se asomaba al abismo pero el zarpazo del incremento en los precios de la energía instigó que los halcones del BCE, presionados por el Bundesbank, a mover ficha y subir tipos para inmediatamente bajarlos.
Dos vueltas de tuerca monetaria en un periodo de tres meses que terminó por llevar a la economía europea de camino a la recesión. Sin embargo, en esto de la política monetaria, no sólo Trichet pecó de impaciente. Entre 2010 y 2011, los bancos centrales de Suecia, Noruega, Australia e Israel, por aquel entonces gobernado por Stanley Fischer, el actual vicegobernador de la Fed, erraron al subir los tipos antes de tiempo. "Janet Yellen no hizo bien subiendo los tipos en diciembre ya que no había ninguna razón ni necesidad para ello. Lo que hizo incluso podría parecerse a la subida de tipos que hizo Trichet en 2008", comenta Philipp Vorndran, estratega de mercado de la gestora Flossbach von Storch. Aún así, no podemos obviar que los resultados de esta clase de acciones suelen tener serias consecuencias para las respectivas economías.
Es por ello que actualmente muchos se preguntan si Yellen ha seguido al pie de la letra el desacierto de otros de sus homólogos mundiales. El estratega de J.P. Morgan, David Kelly, puntualiza que el movimiento de la Fed se produjo desde niveles extraordinariamente bajos, recordemos que los tipos se mantenían entre el 0 y el 0,25 por ciento desde finales de 2008, mientras que el BCE movió ficha desde una tasa más alta. "Cuando la Fed subió los tipos desde niveles tan bajos, la interpretación general fue de confianza en la economía", indica.
Una presunción que comenzó a desvanecerse a principios de año. La nueva sacudida originada en China y el salto al vacío en los precios del crudo destapaba las propias taras de la economía estadounidense. El país encadena cuatro meses de contracción en su actividad manufacturera y su sector servicios comienza a demostrar señales de fatiga. El PIB se expandió a un 0,7 por ciento en el último trimestre de 2015, los pedidos de bienes duraderos se desplomaban un 5 por ciento en el mismo periodo y las ventas minoristas crecieron en navidad a su menor nivel desde 2008.
Con este poco halagüeño panorama, es difícil imaginar como la Fed puede llegar a implementar hasta cuatro subidas de tipos como dejó caer el 16 de diciembre. "EEUU se encuentra o ha pasado ya el punto caliente de su ciclo, por lo que un debilitamiento comenzará a ser más pronunciado a lo largo del año", sugiere Mike Moran, director de análisis de Standard Chartered, quien señala la ralentización en el crecimiento del empleo o la moderación en los beneficios empresariales. "Creemos que los vientos en contra aumentarán en 2016 hasta el punto que obligarán a la Fed a revertir su política monetaria", reitera al mismo tiempo que señala cómo sus previsiones de crecimiento para EEUU este año se sitúan por debajo del consenso, con una expansión del 1,6 por ciento. En esta línea, Jaime Sémelas, socio-consejero de Value Tree, comenta que "la reciente subida de tipos ha podido ser motivada por razones no macroeconómicas. Es decir, si la economía entra en recesión, ¿qué margen de maniobra le quedaba a la Fed con un balance especialmente engordado tras las últimas políticas de QE? A lo mejor, esta subida de tipos es un movimiento para poder bajarlos posteriormente; un movimiento de cara a la galería". Por su parte, Joseph LaVorgna, economista jefe de Deutsche Bank, estima que los márgenes de beneficio alcanzaron su máximo en el tercer trimestre de 2014 e históricamente suelen pasar entre ocho o nueve trimestres desde que esto ocurre hasta registrar una contracción económica, por lo que "podríamos ver una recesión en la segunda mitad del año", manifiesta. El propio Ray Dalio, fundador de Bridgewater Associates, el mayor hedge fund del mundo, avisaba desde el Foro Económico de Davos, que "una nueva ronda de flexibilización cuantitativa aumentaría el ánimo", señaló dejando claro que la tendencia de la Fed se dirige hacia una mayor relajación monetaria en lugar de una próxima subida de tipos.
A pie de parqué esta distorsión es aún más evidente. "Es muy probable que veamos una recesión este año, la economía no está en un punto saludable", indica Stephen Guilfoyle, director de operaciones de Deep Value en la Bolsa de Nueva York. Este tipo de pesimismo respalda que casi el 70 por ciento del mercado considere que no habrá subida de tipos por lo menos hasta la reunión del 1 de febrero de 2017, según el indicador FedWatch de la CME. Dicho esto, los miembros del Comité de Mercados Abiertos de la Fed, como ocurrió con Trichet y las presiones de los representantes del Bundesbank en el BCE en 2011, difieren de la visión del mercado. Loretta Mester, presidenta de la Fed de Cleveland advertía el jueves que las subidas de tipos "graduales" van a continuar. Al mismo tiempo este halcón también mostró su escepticismo a que el banco central estadounidense implemente tipos de interés negativos, como ocurre en el BCE o el Banco de Japón. Sin embargo, esta semana las declaraciones de William Dudley, su homólogo en la Fed de Nueva York, fomentaban una caída del dólar al asegurar que "las condiciones financieras se están endureciendo". Un punto de vista que difiere del de Esther George, presidenta de la Fed de Kansas City y quizás el mayor ave rapaz que revolotea en estos momentos en el FOMC. George reiteraba esta semana que "la economía de EEUU se encuentra en buen punto". A día de hoy sólo la historia nos permitirá deducir si la Fed de Yellen pisó el acelerador demasiado pronto. De todas formas debemos de tener en cuenta que ha comenzado un proceso de normalización desde una política ultraacomodaticia, lo que dista de lo ocurrido en Europa en 2011. Todos pendientes del testimonio que Yellen realizará el miércoles ante el Congreso.