
El año empezó con buen pie en los mercados de renta variable, aunque en los últimos días se ha observado un deterioro. El índice S&P500 ha retrocedido con respecto a su nivel de cierre del año anterior, tras haber registrado revalorizaciones superiores al 20% en cada uno de los dos últimos años. En contraste, el índice Eurostoxx 50 mantiene una ganancia superior al 10% en lo que va de año. A continuación, analizamos la situación actual y las perspectivas de la economía y los mercados bursátiles, centrándonos en EEUU dada su relevancia global.
A nivel económico, cabe destacar como la Reserva Federal (Fed) y otros agentes económicos parecen más preocupados por la inflación que por el crecimiento. Hasta la llegada de Trump a la presidencia de EEUU, la Fedtomaba sus decisiones en función de los datos económicos, ajustando los tipos de interés según la evolución de la inflación. Sin embargo, desde entonces, su enfoque ha cambiado: ahora muestra una actitud más cautelosa ante posibles presiones inflacionistas derivadas de una política arancelaria incierta. Como resultado, mantiene los tipos en niveles elevados a pesar de que los datos de inflación sugieren que hay margen para recortarlos (Gráfico 1). En la práctica, esta inacción equivale a una postura restrictiva.
Sin embargo, la principal preocupación debería ser el crecimiento, que muestra signos de desaceleración debido a una política monetaria demasiado restrictiva. Tres indicadores apuntan en esta dirección. En primer lugar, el gasto de los hogares está disminuyendo, acompañado de una caída en la confianza del consumidor (Gráfico 2). El exceso de ahorro que había sostenido el consumo se ha agotado, los ingresos del trabajo están perdiendo poder adquisitivo y el mercado laboral sigue debilitándose. En segundo lugar, la actividad inmobiliaria continúa deteriorándose a pesar de las recientes reducciones en los tipos de interés. Por último, el gasto del gobierno se está ralentizando.
A pesar de estos indicios, los inversores siguen mostrando un optimismo elevado respecto al crecimiento. No se contempla un escenario de recesión, lo que aumenta el riesgo de decepción ante posibles sorpresas negativas.
En cuanto a los mercados de renta variable, consideramos que los factores positivos son, por ahora, más relevantes que los negativos. En primer lugar, la tendencia de la bolsa continúa al alza.
En segundo lugar, a nivel sectorial continúa el comportamiento especialmente positivo del sector financiero. Es difícil imaginar que la economía vaya a deteriorarse sin que las financieras lo reflejen negativamente en sus cotizaciones.
En tercer lugar, los diferenciales de crédito que las empresas pagan por emitir deuda continúan en niveles mínimos y siguen apoyando la financiación de estas. Este entorno facilita la expansión empresarial y, por extensión, un posible impacto positivo en sus resultados financieros y sus cotizaciones en bolsa. Si las perspectivas económicas futuras empeorasen, podríamos esperar un encarecimiento del crédito, algo que no se observa por ahora.
En cuarto lugar, el sentimiento inversor, medido mediante encuestas, se encuentra en niveles neutrales. Por lo tanto, este factor aún no representa un impedimento para que las subidas en bolsa continúen.
En quinto lugar, nos encontramos en un periodo estacional favorable para el mercado bursátil, una tendencia que tiende a extenderse hasta entrado el verano, lo cual refuerza la idea de que podrían alcanzarse niveles superiores en bolsa.
Por último, a pesar de todos los factores positivos comentados anteriormente, encontramos dos factores que podrían frenar la subida bursátil. Por un lado, observamos varias industrias de sesgo cíclico que se han deteriorado y nos invitan a ser algo más prudentes de lo habitual. Entre ellas destacan las constructoras de viviendas, las empresas de materiales de construcción, las compañías de semiconductores y, más recientemente, el sector industrial en su conjunto.
Por otro lado, la valoración de la bolsa sigue siendo elevada. En términos absolutos, el índice S&P500 cotiza a 22 veces los beneficios previstos para los próximos 12 meses, por encima de su media histórica de 15 veces. Desde una perspectiva relativa, y a pesar de la reciente reducción en los tipos de interés, la renta variable parece menos atractiva en comparación con la renta fija. Por ejemplo, el bono del Tesoro de EEUU a 10 años ofrece un rendimiento nominal del 4,25%, y el TIP (bono del gobierno estadounidense ligado a la inflación) ofrece una rentabilidad real del 2% a igual plazo.
En conclusión, conviene ser prudente con las inversiones, y la Reserva Federal es una de las principales causas de ello. Su política monetaria es demasiado restrictiva y esto está afectando a sectores sensibles al crédito. Además, los mercados no descuentan posibles sorpresas negativas en el crecimiento económico y hay margen para una corrección bursátil.
Por ahora, la renta variable mantiene su tendencia alcista, pero conviene permanecer vigilantes ante un posible deterioro. Un empeoramiento en el sector financiero o un aumento en los diferenciales de crédito serían señales que nos alertarían de un cambio de ciclo.