
El panorama que afrontan los inversores, especialmente los más conservadores, ha cambiado mucho. Después de un tiempo acostumbrados a embolsarse hasta un 4% sin asumir ningún riesgo, sólo con depósitos y Letras del Tesoro, ahora se las ven difíciles incluso para "asegurar" algo más del 2% sin asumir un gran riesgo. En un escenario marcado por las bajadas de tipos de interés, las rentabilidades que ofrecen algunos activos de renta fija y los depósitos han caído en picado. Y, a la par, la incertidumbre y volatilidad en los mercados aumenta con la tensión geopolítica.
El Banco Central Europeo ha encadenado ya cinco recortes del precio del dinero desde junio del año pasado, hasta dejarlos en el 2,75% el pasado 30 de enero. Y, en principio, esta senda seguirá así. El mercado da por seguros al menos otros dos recortes este año, que probablemente serán tres, según recoge Bloomberg. El ritmo de las bajadas es mucho más ágil aquí, en el Viejo Continente, que en Estados Unidos, donde los pronósticos apuntan solamente a una.
La velocidad con la que se ejecuten los recortes depende, al mismo tiempo, de un factor que es crítico a la hora de construir las carteras: la inflación. Batirla es el objetivo mínimo que persigue la mayoría de los inversores. El IPC (Índice de Precios al Consumo) terminó 2024 en el 2,9% y se espera que esté en el 2,2% a finales de 2025. Aunque parece que está controlada, Donald Trump, presidente de EEUU, ha empezado fuerte su mandato y la guerra comercial que ha emprendido con distintos países ya se deja notar en los precios. En plena batalla arancelaria, todas las materias primas ven subir sus cotizaciones en lo que va de año. Los contratos de futuros de los cereales, metales industriales, energéticos y metales preciosos amenazan con despertar una carrera de precios al alza.
Si consideramos que la inflación en España se va a quedar en un punto intermedio entre el 2,9% del año pasado y el 2,2% previsto para finales de éste, estaríamos hablando de que el inversor debería batir el 2,5% de rentabilidad para no perder poder adquisitivo. ¿En qué activos y en qué tipo de productos hay que posicionarse para conseguirlo? Con depósitos, este objetivo es casi imposible alcanzarlo. Si nos fijamos en los vehículos a 12 meses más rentables, su remuneración media se sitúa en el 2,25%, por debajo de ese umbral.
Los fondos monetarios tampoco lo tendrán fácil. Este tipo de fondos, que están concebidos para aparcar la liquidez y conseguir rentabilidad por ella, se posicionan principalmente en deuda a muy corto plazo. Si nos fijamos en los rendimientos que ofrecen la deuda española, alemana e italiana a 3 meses, podemos deducir que los inversores en monetarios no conseguirán más de un 2,30%. Tampoco la deuda soberana europea a corto plazo lo logra.
Batir al IPC con bonos
Para batir una inflación del 2,5% es necesario irse, como mínimo, hacia los bonos corporativos europeos con grado de inversión. De media, esta categoría de renta fija permite embolsarse un 3,18% (a corto plazo, la rentabilidad ronda el 2,9%); a largo está cerca del 3,7%. Aunque este tipo de activos tiene históricamente mayor ratio de impagos que la deuda soberana, las empresas europeas no presentan, de media, ratios de apalancamiento elevados que puedan poner en aprietos a sus acreedores, como ya adelantaron desde el equipo de mercados de capitales de Société Générale.
Otra opción sería la de mirar hacia los bonos soberanos a plazos largos, es decir, a partir de los 7-10 años. Aquí, la deuda soberana de los países del euro ofrecen rentabilidades del 2,5% en el caso de la deuda alemana a una década. Los países periféricos del Viejo Continente incluso dan la oportunidad de aspirar a superar el 3% que hace apenas medio año daban los bonos a doce meses. Así, los títulos españoles con vencimiento a diez años alcanzan el 3,2% en el mercado secundario mientras que el italiano supera el 3,5%.
Fuera del grado de inversión, la deuda abre la puerta a rendimientos de hasta 300 puntos básicos por encima de los bonos soberanos con mejores ratings para este año. El high yield (toda la deuda con calificaciones de Ba1, BB+ o inferiores, según la agencia) coquetea con alcanzar una rentabilidad para 2025 del 6%. Los bonos basura europeos sí que han visto un frenazo en las emisiones en lo que va de año, como recoge Bloomberg, en comparación con el 2024. Pero, a la par, el riesgo de default no ha crecido en los últimos seis meses. Y es que el índice iTraxx Crossover que replica las coberturas de incumplimiento crediticio está por debajo de la media desde que Donald Trump se alzó como presidente. Además, la duración media de estos bonos en Europa está cerca de su mínimo histórico, por debajo de los tres años, lo que rebaja la tensión en el corto plazo en un contexto de tipos de interés a la baja.
Los beneficios de las empresas no muestran deterioro mientras el apalancamiento de las compañías con peor calificación crediticia está lejos de los niveles de las crisis anteriores. "Los bonos europeos high yield ofrecen un atractivo valor relativo. No vemos un ciclo de impagos a gran escala en el horizonte. [...] Pensamos, en cambio, que las tasas de impago seguramente se mantengan en niveles bajos, entre el 2 y el 3%, en los próximos 12 meses", comenta el gestor de carteras de renta fija de Wellington Management, Konstantin Leidman.
Un 7% de retorno en bolsa
Del mismo modo que ocurre con la deuda corporativa, la generación de ganancias de la bolsa europea sustenta la rentabilidad esperada para las cotizadas del Viejo Continente en 2025. El beneficio por acción del Stoxx 600 no crecerá en 2025 al mismo ritmo que Wall Street, según las estimaciones del consenso de mercado que recoge FactSet. Sin embargo, eso no evita que el gran índice de la renta variable europea aspire a un 7% de rentabilidad. La gran traba es la volatilidad del mercado ligado a estos activos que implica asumir mayor riesgo.
El reciente rally de los principales índices europeos que supera el 10% en la mayoría de los casos ya estrecha el rendimiento para 2025. Es decir, hoy se paga una prima por comprar bolsa europea en comparación con el nivel en el que cotizaba el Stoxx 600 en el arranque del año. Con todo, el PER (multiplicador de beneficios netos en comparación con el precio de cotización) se sitúa en las 14,4 veces. Si el beneficio fuera constante y, con esta rentabilidad del 7%, el inversor sería capaz de doblar su inversión inicial en diez años.
Con el Ibex 35 se conseguiría este hito en menos tiempo, ya que la rentabilidad espera en el índice español aumenta hasta el 8,4%. Y a esto se podría sumar el rendimiento esperado por el pago de dividendos.