
El EuroStoxx 50 ha conseguido esta semana superar los máximos alcanzados en 2024, situados en los 5.120 puntos, lo que supone romper finalmente el techo de la consolidación lateral que ha dominado los últimos nueve meses. Este movimiento no me sorprende, ya que, como les adelanté a finales del año pasado, a la principal referencia europea aún le quedaban tareas pendientes para 2025. El objetivo estaba claro: llevar al EuroStoxx 50 a la zona de máximos históricos alcanzados durante la burbuja tecnológica del año 2000, ubicada en los 5.500 puntos.
En su versión Total Return, ya vimos cómo este hito se lograba hace meses, entrando en una subida libre que refuerza mi confianza en que estamos ante un mercado que aún tiene recorrido mientras no aparezca alguna pauta bajista que me indique lo contrario, algo que no se preocupen que si detecto me encargaré de indicarles. Desde los niveles actuales, alcanzar los 5.500 puntos supone un potencial adicional cercano al 10%. Sin embargo, no descarto que este impulso pueda extenderse hasta los 5.800 puntos, un objetivo que está a un 15% y que surge de proyectar la amplitud de la última fase de consolidación.
Desde el punto de vista técnico, es habitual que, tras un proceso lateral de nueve meses como el que hemos observado, el mercado recorra al menos la amplitud de dicho rango una vez que se confirma la ruptura. Este es el escenario alcista que considero más probable, siempre y cuando los mínimos marcados en diciembre y noviembre, en los 4.800 y 4.688 puntos respectivamente, se mantengan en pie. En el caso del Ibex 35, el nivel clave a respetar para confiar en un mayor recorrido al alza se encuentra en los 11.300 puntos.

Mientras estos soportes no se pierdan no veo razón alguna para reducir la exposición a bolsa, realizando la técnica del acordeón: aumentar cuando el viento va a favor para disminuir cuando vienen turbulencias. De ese modo, cuando todo va bien se gana con una posición grande y cuando las cosas vienen mal dadas se pierde con una posición menor. Con la superación de resistencias, ahora tocaría ir aumentando posiciones en las bolsas europeas.
Cruzando el Atlántico, lo más relevante a corto plazo ha sido el giro al alza del S&P 500 tras buscar apoyo en la parte inferior de lo que bauticé como "hueco de Trump", nivel que marcaba su cotización justo antes de la victoria electoral de Donald Trump. Este soporte, situado en torno a los 5.780 puntos, actúa como la línea divisoria entre un escenario de consolidación previa a nuevas alzas y otro potencialmente bajista.
Mientras el S&P 500 logre mantenerse sobre los 5.780 puntos se aleja temporalmente la posibilidad de un nuevo terremoto bursátil como el que vivimos en julio, cuyo clímax se alcanzó el pasado 5 de agosto. De lo contrario, si pierde los 5.780 puntos, el índice podría dirigirse hacia los 5.500 puntos, lo que reabriría la puerta a una segunda fase de corrección en las bolsas estadounidenses, que es el que sigo esperando que tome cuerpo para recomendar comprar de nuevo bolsa norteamericana con una orientación de medio plazo. El año es muy largo y sin que cumpla la "regla del 10%" no quiero emocionarme a comprar bolsa de EEUU.
En Europa, la fiesta podría continuar si Wall Street mantiene el tipo. Ahora bien, como suelo decir, donde manda patrón no manda marinero: si el S&P 500 pierde los 5.780 puntos, prepárense para curvas, porque dudo mucho que las bolsas europeas sean capaces de sostener las subidas si Wall Street comienza a tambalearse.
