Bolsa, mercados y cotizaciones

Perder la confianza de los inversores

  • La cotización es la consecuencia de muchos factores fuera del control de las empresas
  • El inversor pone dinero y solo pide respuestas. Si no las hay, es muy difícil que vuelvan
  • Qué hacer hoy si invierte con Ecotrader
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El mayor activo para cualquier empresa cotizada es contar con la confianza de los inversores. Es el pilar fundamental que anima a los gestores de fondos a invertir su dinero. Por contra, con frecuencia, las empresas consideran que su mejor activo es tener el precio de la acción lo más alto posible en todo momento. Esto es un error, porque la cotización en bolsa es la consecuencia de muchos factores que están fuera del control de las compañías (riesgos regulatorios, factores geopolíticos, nivel de los tipos).

Confianza es la creencia o sentimiento de mercado que los inversores tienen en la capacidad de una compañía de generar rentabilidad para sus inversiones. Ejerce un impacto directo en la capacidad de estas para acceder a los mercados y obtener financiación, el coste de esta, en el precio de la acción, su liquidez, volatilidad y en el valor de mercado de las compañías. Afecta sobre todo a la propensión de invertir y tomar riesgos. A mayor desconfianza, menor inversión.

Generar confianza es un proceso continuado que se inicia incluso antes de salir a cotizar, durante los procesos de OPV. En los últimos meses hemos tenido algunos ejemplos cuya gestión seria mejorable.

Puig Brands ha sido la mayor salida a Bolsa en Europa en 2024. Es una compañía multinacional que opera en los sectores de moda y belleza. Una buena campaña de comunicación durante todo el proceso de OPV, sitúo a la compañía como un must to have (participar sí o sí). Era una colocación grande, que la convertía en candidata a formar parte del Ibex 35. Su tamaño aseguraba la liquidez que necesitan los grandes fondos para poder comprar y vender sin alterar significativamente el precio. La compañía, de control familiar se colocó en mayo al precio máximo del rango de valoración. A las pocas semanas, pasaba a formar parte del Ibex 35, lo que automáticamente genera una demanda adicional de títulos que ayuda a mantener o hacer subir la cotización a corto, más bien cortísimo plazo. En su primera publicación de resultados tras la OPV su resultado neto descendió un 26,5% respecto al año anterior, en parte por los propios gastos de la OPV. En la mejor tradición de las malas historias de bolsa, la acción cayó un 13,65% ese día. La salida de inversores y las peores perspectivas del negocio ha provocado que continuara el descenso hasta los 18 euros frente a los 24,5 de la colocación, casi un 25%.

Es difícil pensar que la compañía engañó a los inversores. Cotiza en un sector del lujo que cuenta numerosas empresas cotizadas, entre ellas LVMH (que engloba marcas como Louis Vuitton, Christian Dior o Givenchy) y que es una de las compañías de mayor capitalización de Europa. La compañía y el sector tienen enorme visibilidad y seguimiento por parte de inversores. La compañía, al igual que los inversores conocía en el momento de la OPV la desaceleración de una parte del negocio. Era y es una gran compañía a la que los inversores le permitieron todo, incluso las acciones con distintos derechos políticos. Es más difícil saber hasta qué punto los bancos colocadores, le explicaron la realidad de la demanda de títulos y a que precios. La caída en bolsa probablemente no se hubiera evitado si se hubiera decidido colocar a un precio ligeramente inferior al rango máximo. El negocio va como va en cada momento, pero la percepción sobre la compañía sería distinta. ¿Quién renuncia a dinero hoy por defender un intangible como es la confianza del mercado que va cristalizando durante los siguientes quince o veinte años? Siendo una compañía familiar, convendría que ahora que llueve fueran tan activos viendo inversores y explicando el negocio, como lo fueron para colocar a máximos. A fin de cuentas, el inversor pone dinero y solo pide respuestas. Si no las hay, es muy difícil que vuelvan.

Ha habido muchos casos de compañías cuyos resultados tras la OPV han estado por debajo de lo esperado. Ferrovial al igual que Puig, salió en mayo, al precio máximo, con un negocio en desaceleración y pasó a formar parte del Ibex 35 inmediatamente. Sus primeros resultados semestrales, decepcionaron al mercado. Doblaban respecto al semestre del año anterior, pero cumplir con los objetivos de resultados anuales parecía difícil. La acción bajó un 5% el día de la publicación, un 40% a cierre de ejercicio y un 10% adicional en el siguiente. La cotización tardó cuatro años en recuperar el precio de salida. La calidad de sus activos, una clara apuesta por la transparencia en la información financiera y un programa muy proactivo de relación con inversores le permitió girar en positivo y ser considerado como una compañía confiable, evolución coyuntural de los negocios aparte. El valor de la compañía se ha multiplicado por diez. Es una excepción.

Firmas como Gestamp (2017) uno de los más conocidos proveedores nivel mundial en la fabricación de componentes metálicos para automóviles o Prosegur Cash (2017) nunca recuperaron sus precios de salida a bolsa tras sus primeros resultados posteriores a la OPV.

Las compañías pueden apostar por unas expectativas de resultados altas, lo que permite para una valoración dada, salir a un múltiplo bajo a riesgo de decepcionar si no se alcanzan los resultados. Alternativamente, pueden dar unas expectativas de resultados más bajas, lo que implica un múltiplo de valoración elevado que hoy no compran los inversores. Un equilibrio difícil. Para los inversores, comprar acciones en una OPV es una decisión de riesgo. Están comprando compañías de las que solo tienen datos del pasado y no saben cómo van a gestionar el futuro. Por ello piden descuentos significativos en las valoraciones iniciales. Un tropiezo del 25% de caída como en Puig, afecta a la rentabilidad de toda su cartera y desanima a volver a invertir en otras salidas a Bolsa.

Otro ejemplo de minar la confianza de los inversores está en cómo se estructuran las OPV, incluso sin llegar a salir a Bolsa. Europastry es un líder en el sector de masas congeladas de panadería. La compañía realizó un primer intento que no fructificó antes del verano, con una expectativa de valoración entendida como exigente en un entorno difícil. Lo volvió a intentar a octubre con múltiplos más ajustados, donde si parecía encontrar inversores. Algo parecido a estructurar una OPV a un precio fijo. Visto el interés a un determinado múltiplo, es una tentación presentar un rango para ver donde se queda dicho interés si la valoración la estiras hacia arriba. Esto transmite una percepción de avaricia, algo muy negativo de cara a inversores. Por otro lado, en compañías endeudadas, los inversores solo están generalmente dispuestos a participar en operaciones de primario, ampliaciones de capital, donde el dinero entra a la compañía. Evitan participar en operaciones de secundario, donde no se fortalece el balance de la compañía, sino que el dinero se lo lleva el accionista que vende, otro síntoma de avaricia, aunque sea legítima. Europastry canceló finalmente por segunda vez este año su salida a bolsa. Cualquier inversor que le haya dedicado tiempo, es improbable que participe a futuro, salvo que el múltiplo siga bajando.

Generar o destruir confianza depende de cada empresa. En palabras de Buffet, cuesta veinte años construirla y se puede destruir en veinte minutos. Si se destruye, olvídese del precio de la acción durante mucho tiempo y de tener accionistas de largo plazo. Estos venderán sus acciones y no serán sustituidos por la llegada de nuevos inversores.

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