
La rentabilidad a vencimiento del bono estadounidense se está asomando al nivel del 5%, en contra de lo que esperaba la mayor parte de analistas durante los últimos meses. Aunque el consenso de mercado tiene claro que tienen que llegar caídas de las rentabilidades del bono estadounidense desde estos niveles, no todo el mundo coincide, y hay algunos inversores de renombre que avisan del peligro de que las rentabilidades sigan sufriendo presión al alza una vez rompan la barrera del 5%. Es el caso de Ray Dalio, el célebre inversor fundador del hedge fund más grande del planeta, y Larry Fink, presidente y consejero delegado de BlackRock.
Ambos inversores tienen claro que todavía hay recorrido alcista para la rentabilidad a vencimiento del bono estadounidense. A su juicio, el desequilibrio de la oferta y demanda de estos bonos va a continuar metiendo presión a los bonos. Por la parte de la oferta son las enormes emisiones que deberá llevar a cabo EEUU para financiar su déficit las que van a continuar impulsando la rentabilidad del bono por encima del 5%, mientras la demanda de los inversores sigue sufriendo por las pérdidas que se han vivido en los últimos años.
Uno de los grandes problemas que tiene en este momento el Tesoro estadounidense es que los grandes compradores extranjeros, como Japón, además de la banca comercial estadounidense y la propia Reserva Federal, son ahora vendedores netos de bonos, en contra de lo que ha ocurrido en los últimos años, cuando compraban, en el caso de la Fed, miles de millones de dólares en deuda del país todos los meses.
Un desequilibrio "enorme"
Para Dalio, el desequilibrio entre la demanda de bonos americanos y una oferta superior en el mercado va a terminar llevando la rentabilidad del bono por encima del 5%. "Hay una situación anormal de oferta-demanda en el mercado, debido a la gran cantidad de deuda que tiene que vender el gobierno estadounidense", una oferta que, en el futuro, va a seguir siendo "enorme", indica el inversor.
Por su parte, Larry Fink se centra en la parte de la demanda, y señala cómo "los potenciales compradores están ahora mucho menos dispuestos a comprar los bonos, por distintas razones, y entre ellas está el castigo que han sufrido en los últimos años. Hay pérdidas enormes", reconoce. Fink se refiere a las caídas por precio que se han producido en los últimos años con el bono estadounidense; en 2022 las pérdidas superaron el 17%, el peor año de la historia para el título de deuda "libre de riesgo" por excelencia en el mundo, y en 2023 las caídas ya superan el 8%, un desplome nada habitual en un activo que suele estar en las carteras de los inversores más conservadores.
Los grandes compradores desaparecen
En los últimos meses algunas de las fuentes más importantes de la demanda de deuda estadounidense se han retirado del mercado, algo que está directamente relacionado con el mal año que está volviendo a atravesar el bono del país. Este mismo año, la deuda estadounidense en manos extranjeras ha caído hasta el 27% del total de deuda emitida, el nivel más bajo desde el año 2002.
Los inversores japoneses son protagonistas en este declive. Japón, a través de sus fondos de pensiones, entre otros, es un gran comprador de deuda estadounidense, y en 2023, con un yen que ha caído un 12,5% frente al dólar, los costes de comprar bonos del país norteamericano se han incrementado para el inversor nipón, algo que puede estar afectando a la demanda en este frente.
Además de las compras de deuda de los inversores extranjeros, los bancos comerciales estadounidenses también están contribuyendo a presionar al alza las rentabilidades de los bonos americanos. La deuda soberana estadounidense en el balance de los bancos del país ha pasado de 1,8 billones de dólares en verano de 2022, hasta los 1,5 billones el pasado agosto, un deterioro que alcanza los 300.000 millones de dólares en apenas 1 año.
Por último, el proceso de reducción de balance que ha iniciado la Reserva Federal estadounidense, el banco central del país, también está afectando por la parte de la demanda. El año pasado la Fed llegó a tener en su balance 5,7 billones de dólares en bonos estadounidenses, una cantidad que se ha reducido en casi 800.000 millones en un año y medio, hasta los 4,9 billones de dólares que mantiene el organismo en balance en la actualidad.
Estas cifras por parte de los grandes tenedores de deuda estadounidense apoyan la tesis de Dalio y Fink, frente a un consenso de analistas que continúa corriendo detrás del bono. A día de hoy, los analistas esperan que el título termine el año con una rentabilidad a vencimiento del 4,05%. Habrá que esperar a ver si los mercados terminan dando la razón a los dos célebres inversores, o al consenso de mercado.