El perfil conservador del inversor español, con el que se define el 33% de los españoles, según el último Observatorio Inverco, y el aumento de la rentabilidad de la deuda pública ha derivado en largas colas a las puertas del Banco de España de personas dispuestas a hacerse con una Letra del Tesoro en plena ola de frío. La fiebre por comprar estos títulos no responde a que sean los más rentables, ni tampoco los únicos que ofrecen rentas. La mayoría de bonos aporta ahora rentabilidades atractivas, que en muchos casos compiten con los dividendos que reparten las cotizadas.
Y para conseguirlas no hace falta esperar en la calle durante horas, los fondos que invierten en este activo son otra alternativa a la que subirse para comprar renta fija, especialmente aquellos en los que las comisiones son bajas.
La hoja de ruta que contemplan los bancos centrales para este año apunta a que los tipos seguirán incrementándose en los próximos meses, aunque a diferentes velocidades, y eso tiene como derivada mayores rentabilidades en los bonos. El margen para que éstas suban es más alto a priori en Europa que en Estados Unidos, ya que la Fed se encuentra más cerca del final del ciclo de subidas que de su ecuador en comparación al Banco Central Europeo, que por primera vez en una década subió más los tipos que la Fed el jueves (para que la comparativa sea justa hay que recordar que la Fed empezó a subirlos unos meses antes). De este modo, los tipos podrían tocar techo en el 5-5,25% este año al otro lado del Atlántico, mientras que a este se baraja el 3,5%. Pero no solo el presente es esperanzador para los bonos. A más largo plazo un movimiento a la baja de los tipos, que es lo que descontó el mercado el jueves tras la reunión del BCE pese a que anticipó otra subida de 50 puntos básicos en marzo, también sería favorable para la deuda, pues se traduciría en compras por parte de los inversores que elevarían su precio.
Al margen de esto, es decir, de que la deuda europea esté en disposición de competir con la americana en cuanto a rentabilidad, el inversor también debe tener en cuenta el efecto divisa, ante la fortaleza del euro en los últimos meses. La moneda común se ha apreciado un 13% contra el dólar desde finales de septiembre, y el coste de cubrirla se mueve en el 2%, lo que significa que habría que restar ese gasto a la rentabilidad obtenida con un bono en dólares.
Opciones 'baratas' para comprar deuda
Elegir qué bono comprar puede ser más difícil que seleccionar una acción porque existe menos análisis al alcance del inversor particular sobre emisiones concretas, pero los fondos de inversión facilitan esta tarea al ser un gestor el que toma la decisión de en qué invertir. El atractivo de un producto lo marcará, más que su rentabilidad en un momento dado, sus gastos corrientes y su rentabilidad ajustada al riesgo frente a su categoría a largo plazo, que es lo que miden las estrellas Morningstar. Cuantas más, mejor. elEconomista.es ha seleccionado aquellos que invierten en deuda pública europea y corporativa con los gastos corrientes más bajos, entre los accesibles al particular que consiguen una mejor nota (es decir, cuatro o cinco estrellas, que es la máxima puntuación).
Y el resultado es que se puede ganar exposición al rally de los bonos a través de fondos que cobran un 0,25% en el caso de los que invierten en deuda corporativa si se busca un fondo indexado, que no es lo mismo que un ETF, o a partir de un 0,6% si lo que se quiere es gestión activa (ver gráfico). Esos gastos corrientes parten del 0,4% en los productos que se centran en la deuda pública europea. Ahora bien, hay que fijarse, también, en si cobran comisión de entrada o no, ya que algunos este peaje alcanza el 3-4%.
Otra posibilidad es comprar renta fija a través de ETFs. En ese caso, se puede invertir en deuda pública a cambio de un 0,10%, con opciones como Invesco Euro Government Bond 3-5 Yr o de un 0,14%, que es lo que cobra Amundi ETF Govt Bd Euro Broad IG 3-5. En deuda corporativa, algunos como Vanguard EUR Corp Bd UCITS, los gastos corrientes se limitan al 0,09%.
