
En lo que va de año se han visto súbitas subidas en la cotización de las principales materias primas. Como viene siendo habitual en estos días, la guerra en Ucrania es una de las causas directas de esta escalada que está provocando un repunte de la inflación en todo el globo que amenaza con paralizar la recuperación tras la pandemia, como se aprecia con el recorte de previsiones que están realizando las principales instituciones monetarias y con los últimos datos publicados de crecimientos del producto interior bruto en Occidente.
El pasado marzo se alcanzaron precios superiores a los 120 dólares por barril en el caso del Brent, referente en Europa, y gracias a la dependencia del Viejo Continente del gas ruso, este recurso escala en el año a máximos no vistos desde 2008. Ocurrió lo mismo con metales de los que Rusia es exportador de referencia por su cuota global y con cereales como el maíz o el girasol después de que la producción ucraniana se viera resentida dado que el país es el gran granero europeo.
Pero las políticas chinas para contener la escalada de contagios en el país ha condicionado el consumo global hasta el punto de que en abril todas las materias primas, salvo algunas excepciones, se deprecian durante el mes de abril. De hecho, el conjunto de los principales recursos vinculados al consumo o a la producción industrial ceden un 14% de media desde sus respectivos techos y solo el maíz sigue cotizando en su zona de máximos de 2022.
Desde el departamento de análisis de Citigroup apuntan a que los precios vistos en las últimas semanas responden más a una conjunción de acontecimientos vinculados a la guerra y a los cuellos de botella que ya existían antes de las ambiciones expansionistas de Putin. El banco de inversión también estima que aunque Rusia tiene las de perder, tanto si claudica en la guerra como si el mundo lo aísla, la ausencia de sus materias primas seguirá afectando al mercado durante un tiempo. Como ejemplo, que Rusia haya cortado el grifo a Polonia o Bulgaria no hace más que poner en alerta al resto de Europa -y principalmente a Alemania- que podría quedarse sin suministro de gas antes de que la eurozona consiga suplir este recurso a través de otros socios comerciales o de que sea autosuficiente gracias a otras fuentes energéticas.
El mercado también estaría descontando la cada vez más agresiva respuesta de los bancos centrales a la inflación que estaría rebajando la tensión de los precios en los metales, según Citigroup, pero a medida que China eche a andar de nuevo se prevé que los mismos recuperen parte del terreno perdido en abril hasta que el mercado se estabilice.
Por ahora, el gas natural es el recurso que más ha subido en el año, rozando el 90% desde el primero de enero y eso que comenzó su vertiginoso ascenso antes de arrancar el invierno en 2021. Tras el recurso energético el níquel es la materia prima que ha experimentado la mayor subida si se atiende a los precios facilitados por la Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés). Este mineral utilizado en la industria de componentes electrónicos se asienta en torno a las 33.300 dólares por tonelada siendo la que más recorta su valor desde su techo de 2022, a primeros de marzo, cede desde entonces un 30%.
Al níquel se le juntó la coyuntura mundial con una posición en corto de una compañía asiática que disparó su precio hasta registrar al cierre del 7 de marzo contratos por encima de los 50.000 dólares por tonelada. Esto llevó al LME a implementar un control, con fluctuaciones máximas diarias, para evitar romper el mercado de futuros de metales.
De hecho, la mayoría de aleaciones industriales registraron su máximo también entre el 7 y el 8 de marzo aunque sus subidas anuales no sean tan pronunciadas ni tampoco sus caída desde máximos. En este lote entran el paladio -utilizado en las baterías eléctricas y vitales para reducir las emisiones de los vehículos- o el aluminio, de los que Rusia es exportador de referencia y que suben un 10% y un 16% en lo que va de 2022. En frente se sitúa cobre que cotiza en mínimos de casi tres meses, previos al inicio de la invasión rusa, principalmente por la inexistente actividad de las grandes ciudades industriales de China.
El maíz sigue en máximos
Por contra, los precios de cereales han reflejado descensos menos pronunciados en el último mes con el maíz todavía en máximos del año y en niveles no vistos desde 2012. Por un lado, Rusia y Ucrania han limitado las exportaciones de cereal en medio del conflicto, lo que se traduce en el incremento del coste de la cesta de alimentos de la mayoría de países, como apunta el analista de Janus Henderson Investors, Matthew Culley. Además, la segunda cosecha de maíz en Brasil podría ser menos productiva de lo previsto por la sequía y eso puede tensionar más los precios en el corto plazo, según apuntan desde el departamento de análisis de Rabobank.
En cuanto a los metales preciosos, utilizados habitualmente como valor refugio en momentos de volatilidad, su evolución en el año se encuentra casi plana en estos cuatro primeros meses, si bien es cierto que la onza de oro ha llegado a cambiarse por más de 2.000 dólares durante el mes pasado frente a la zona de los 1.900 en la que se movió durante la sesión del viernes. Además de la plata, el plomo, el café o la madera vinculada a la construcción son las materias primas que se deprecian en 2022 si se compara con su valor al primero de enero.