Bolsa, mercados y cotizaciones

Inditex ya es una Iberdrola, híbrido 'growth' y dividendo

Amancio Ortega junto a su hija Marta.
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En la bolsa española, entre las grandes compañías, es difícil encontrar ejemplos de empresas a las que etiquetar de crecimiento. Firmas en las que lo que es crucial es la mejora de los resultados por la alta capacidad para acometer inversiones y en las que la retribución al accionista es residual porque detrae el objetivo principal: crecer más.

Para mí, esencialmente, esta tarjeta de presentación la tiene hoy Cellnex, como en su momento la llegó a tener Inditex y, también la ha tenido, y puede que no la haya perdido, Grifols. La banca, seguramente, va a vivir años de importantes mejoras de beneficios, pero en todo caso es una reconstrucción y no podemos etiquetar a estas entidades como compañías growth. Son solo ejemplos de recuperación de lo perdido.

El caso de Inditex, cada vez le encuentro más paralelismo con el de Iberdrola, un híbrido entre crecimiento y retribución. La eléctrica que comanda Sánchez Galán ofrece menos retribución que Endesa, pero muchísimo más crecimiento. Y, en todo caso, siempre es percibida como una firma de dividendo. En Inditex hasta ahora nunca habíamos pensado en un título de dividendo, pero con un crecimiento sostenible y una expectativa de dividendo en torno al 5% en los próximos años, a mí se me parece mucho a Iberdrola.

El desplome que ha sufrido Inditex tras la invasión de Ucrania (Rusia es el segundo mercado) con el tiempo se tiene que demostrar que no es justificable. Inditex ha llegado a perder en bolsa diez años de sus ventas en Rusia, y se ha colocado en multiplicadores de beneficios que hace meses hubiesen sido una señal de compra indiscutible.

La consecución de los 4.000 millones de beneficio en Inditex, seguramente, se retrasará no por la guerra, pero sí por la hiperinflación que vamos a vivir el próximo año en Europa. Esta ganancia se conseguirá porque nadie pone en duda esa capacidad que tiene la compañía gallega de lograr un margen antes de intereses e impuestos del 17% a largo plazo. Es la velocidad de crucero con la que Pablo Isla le deja el timón a Óscar García Maceiras a final de mes. El mercado ya penalizó la transición y necesitará bastantes trimestres para darse cuenta que el barco lleva la misma dirección pese al cambio de un patrón que, seguramente, es el responsable de la mayor creación de valor en la historia de nuestra bolsa.

García Maceiras tiene la labor titánica de sustituir a un icono, pero a su favor juega que coge la nave varada por el torpedo ruso de Putin a la economía, y que la tripulación es la misma. Pablo Isla ni diseñaba la ropa, ni abría las tiendas, ni cuadraba la logística ni el circulante de una compañía que está en 96 países.

*Joaquín Gómez es director adjunto de 'elEconomista'.

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