Telefónica tiene 1,2 millones de accionistas. Pero de esta cantidad, con la que se podrían llenar 12 estadios como el Camp Nou, no todos comparten los mismos afectos hacia el título. Hay una generación perdida de accionistas que viene de precios muy superiores cuya inversión es complicado de recuperar ni sumando los dividendos cobrados.
Incluso si se logra, el lucro cesante por la inversión equivocada es incuestionable. Sin embargo, hay una parte creciente de accionistas en Telefónica, la que se ha incorporado al título en los últimos dos años, que parte en dos generaciones el capital de la compañía.
Son accionistas que han entrado en la reconquista de Telefónica, alguno por debajo de los 3 euros, y que tienen como objetivo escalar palmo a palmo cada medio euro. Algunos, al acercarse a los 4,5 euros ya han dado el año por hecho, y poco les importa que la operadora sea uno de los cuatro títulos que cede todavía un 20% desde la caída que abriese el Covid en el Ibex, junto a IAG, Grifols y Colonial. La idea es volver a entrar en torno a 4 euros.
En esa reconquista de valor queda descubrir si después de haber adelgazado la compañía hay crecimiento más allá de El Dorado que para la firma que preside Álvarez-Pallete es Brasil. Después de haber languidecido de tiempos en los que las grandes cifras eran muy superiores, nos queda una Telefónica que debe crecer sobre los 12.000 millones de beneficio bruto y los 2.000 de neto. Y aquí es donde surgen las dudas, sobre los vectores de crecimiento que tiene Telefónica para hacer más grande lo que ya se espera.
Brasil, está claro, es la joya de la corona porque es la Telefónica española, sublimada en un país con crecimiento. A lo que se suma que el real, que en un año ha pasado de 0,14 a 0,17 euros, empieza a convertirse en un viento a favor. Cada apreciación de un 10% de la divisa brasileña representa un 2,2% más de beneficio para Telefónica, por lo que si el real recuperase los 0,3 euros de hace cinco años, el beneficio de Telefónica crecería más del 15%, más de 300 millones de euros.
Hay vectores de crecimiento en mercados como el español en el que parece difícil hallarlos. La conectividad esta permitiendo que Telefónica explore el mundo de la educación, salud, energía, finanzas, seguros, pero sorprendente es el negocio de las alarmas con Prosegur.
Telefónica consideró en 2020 que la cartera de 200.000 alarmas en España valía 600 millones, pagando un precio de 75 cuotas mensuales por alarma; mientras fondos como KKR y Mark creen que su precio es de 100 cuotas. En el año de la pandemia, el número de conexiones se incrementó en un 50%, por lo que ese negocio ya valdría a mediados del año pasado 900 millones. La potencia comercial de Telefónica ha permitido que la mitad de las alarmas de nueva generación que se venden en España hoy sean suyas y de Prosegur, y el negocio le deje 25 millones de beneficio neto.