
Las palabras de Lagarde serán las más esperadas en la próxima reunión del Banco Central Europeo (BCE), que tendrá lugar el próximo jueves de la semana que viene. Sin duda, esta cita será el evento macroeconómico de mayor relevancia para Europa que ya no se enfrenta solo a una escalada de la inflación que bate récords mes a mes, sino que ahora tiene que lidiar con la guerra de Ucrania y las sanciones económicas impuestas a Rusia: un socio clave en las relaciones comerciales con la eurozona.
Así, el mensaje de la banquera central puede reflejar la disposición de la institución que preside a frenar el auge de los precios. Pero también se espera que traslade cierta flexibilidad ante la falta de las materias primas del país más extenso del mundo en las empresas afincadas en el Viejo Continente o el cierre del negocios europeos sobre suelo ruso, que condicionará los resultados de las compañías y a los mercados por lo menos mientras dure la guerra.
Por el momento, el vicepresidente del BCE, ya estimó que el conflicto traería consigo otro repunte de la inflación, aunque no llegó a adelantar un cambio en la política de la entidad o una revisión de sus previsiones macroeconómicas para el próximo trimestre. Esto último es algo que ya dan por hecho los analistas.
"Si bien el BCE estaba orientando sus políticas hacia la normalización, la actual crisis de Ucrania y las sanciones a Rusia probablemente reforzarán el enfoque cauteloso de la autoridad monetaria europea", apunta el economista de la gestora de inversión Abrdn, Pietro Baffico.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) decidió liberar 60 millones de barriles de sus inventarios de emergencia
En esta cuerda se mueve la mayor parte de lecturas que realizan las firmas de análisis sobre los próximos pasos del BCE. Aunque algunas entidades creen que puede seguir su hoja de ruta retirando el programa de compras de emergencia, la duda es si dará más visibilidad sobre lo movimientos siguientes.
En cuanto a los tipos, algunos descuentan que el BCE estaría dispuesto a posponer su arranque en la subida y no revelar sus intenciones hasta que la situación geopolítica se temple. Ahora bien, toda previsión publicada un día puede quedar obsoleta esa misma tarde.
Y mientras la inflación...
En los diez días de conflicto la mayoría de las empresas, e incluso países, han tenido que cambiar de proveedores o clientes fuera del mercado ruso debido a las sanciones económicas impuestas al país. Esto, unido a los problemas que ya existían antes del discurso belicista de Vladimir Putin el pasado 23 de febrero como los cuellos de botella, no han dado más que alas a la escalada de precios. "La inflación ya estaba afectando antes del conflicto y con esto, al subir el petróleo y los cereales, empeora la situación", apunta el economista Mario Weitz.
En este contexto el próximo jueves se conocerán los datos del IPC de febrero en Estados Unidos, para el que el consenso de mercado recogido por Bloomberg estima que ascienda al 9,7% interanual frente al 9,5% del periodo anterior. También se prevé un repunte de los precios en Rusia, que dará a conocer un día antes -si el Kremlin quiere- su IPC de febrero. En su caso la factura de la guerra será mas abultada según las estimaciones que hace el mercado que prevé un incremento del 9,15% interanual frente al 8,3%.
Uno de los factores que más va a condicionar la cesta de la compra en todo el mundo es el coste de la energía y la forma de producirla. De primeras, el precio del petróleo sigue en máximos no vistos desde 2014 ante el cierre del grifo ruso a los países europeos aunque ha dado cierta tregua desde el pasado jueves gracias a la posible vuelta del petróleo iraní al mercado global si se levantan sus restricciones.
Con la OPEP+ manteniendo sin cambios su política de bombeo, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) decidió liberar 60 millones de barriles de sus inventarios de emergencia. Por tanto, se descuenta que los niveles de los inventarios de crudo en EEUU se resientan con los datos que serán publicados la semana que viene.
Dado que Ucrania era el granero de Europa, la disponibilidad de cereales -para consumo o para engorde animal- se ha reducido en el mercado, lo que ha provocado el repunte de su precio. Así el trigo, soja o girasol ha alcanzado precios récords. En este entorno se publicará la semana que viene el nivel de inventarios de cereal a nivel mundial en el que también se prevé un recorte de más de tres millones de toneladas cúbicas respecto al mes de enero, lo que solo puede contribuir a seguir elevando su precio.