
En poco más de una semana como el inquilino oficial de la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, rubricaba una hornada de decretos y directivas (47 al cierre de esta edición) destinadas a atajar el impacto de la pandemia así como cimentar su agenda, que incluye cuestiones prioritarias como el medioambiente, la política migratoria y la justicia racial. Al mismo tiempo, desde el pasado 20 de enero, el S&P 500 ha borrado más de un 3,5% de su valor y cerraba el primer mes del año con caídas del 1,1%.
Si bien el demócrata aniquiló parte del legado más rabioso de su predecesor, el republicano Donald Trump, al frenar la construcción del muro con México, incluir de nuevo a EEUU en el Acuerdo de París así como en la Organización Mundial de la Salud (OMS) o acoger de nuevo a las personas transgénero en el ejército, no le tembló el pulso a la hora de arropar medidas de tinte proteccionista, como su Buy American (Compra Americano).
Tampoco al cancelar de inmediato la construcción del oleoducto Keystone XL. Decisión que sacrificó más de 10.000 empleos y tensó la cuerda no solo con la Asociación Nacional de Fabricantes sino también con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
En Ottawa no caló hondo la normativa que endurecerá las normas de origen de los proveedores de segundo nivel. "Es probable que el mayor impacto de la estrategia Buy American de la administración Biden recaiga en particular en la industria metalúrgica. Esto anticipará escollos en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y en los miembros del T-MEC (México y Canadá)", señala Chris Rogers, analista de Panjiva Research, el brazo especializado en comercio de S&P Global.
Mano dura contra los abusos de China
Paralelamente, el gabinete de Biden parece abrazar sin remordimiento el tono algo arisco ya instaurado por Trump en lo que a China se refiere. No olvidemos que el propio demócrata se refirió hace un año al presidente chino, Xi Jinping, como "un matón".
Antes de que la portavoz de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, adelantase el viernes que la Fase 1 del acuerdo comercial con el gigante asiático se encuentra "bajo revisión", la secretaria del Tesoro, Janet Yellen, ya enumeró "las prácticas desleales" del gobierno de Xi, en asuntos como el robo de propiedad intelectual y la transferencia forzada de tecnología, así como los subsidios que proporcionan una ventaja tecnológica injusta.
En estos momentos, EEUU continúa tasando con aranceles de entre un 7,5% y un 25% más de la mitad de las importaciones procedentes del país asiático. Los datos más recientes indican que hasta noviembre de 2020, EEUU importó 393.573 millones de dólares en bienes chinos.
Gina Raimondo, la próxima secretaria de Comercio, fue más allá al recalcar la semana pasada que Pekín hace dumping con su acero y aluminio barato en EEUU, lo que perjudica a los trabajadores estadounidenses y su capacidad de competir. También se comprometió a defender a los estadounidenses y las redes patrias del asedio chino bien sea este a través de Huawei, ZTE o cualquier otra empresa.
Es importante recordar cómo más de 807 compañías y entidades chinas se encuentran en la lista negra del Departamento de Comercio, que exige licencias especiales y restringe operar con ellas. Muchas de estas empresas también están bajo cuarentena dentro del Pentágono. Prácticas que requerirán la ofensiva de Katherine Tai, la representante comercial de EEUU, quien considera la creciente y dura competencia del país asiático cómo principal riesgo dado que la prosperidad económica de Pekín no está sujeta a las presiones del pluralismo político, las elecciones democráticas o la opinión popular.
"Biden y su administración han expresado ya sus planes por continuar con una postura dura hacia China, lo que probablemente implica que los aranceles están aquí para quedarse en un futuro previsible. Estimamos que los actuales gravámenes contra China tienen un impacto del 2% en el beneficio por acción del S&P 500", señala Savita Subramanian. La estratega de Bank of America considera que la agresiva retórica sobre China del gabinete de Biden así como su estrategia por fomentar el "Made in America" abogan por la continuación de la deslocalización, algo que beneficia a las pequeñas empresas de EEUU.
El secretario de Estado Antony Blinken hizo hincapié la semana pasada en que EEUU no cederá en los múltiples frentes abiertos con China para llegar a un acuerdo con Pekín sobre el clima. Según destacó John Kerry, el nuevo zar climático de Biden, el gigante asiático está financiando el 70% de las centrales eléctricas de carbón de todo el mundo a través de su iniciativa Belt and Road.
El asalto a las petroleras y gasistas
Precisamente, el pasado miércoles llegaron también varias órdenes ejecutivas para hacer frente al cambio climático y la transición del país a una economía basada en las energías limpias. Los decretos incluyeron el establecimiento del cambio climático como una prioridad de seguridad nacional, la conservación de al menos el 30% de las tierras federales y los océanos para 2030 así como una moratoria de 60 días sobre los arrendamientos de petróleo, gas y permisos de perforación en tierras, minerales y aguas federales. Dicho esto, la orden no tiene impacto en la actividad a corto plazo, ya que los productores han acumulado de forma agresiva permisos de perforación federales
"Por sí solas, estas medidas no apuntan a un endurecimiento rápido del mercado del petróleo este año, ya que la prohibición de la concesión de permisos seguiría dejando un margen de hasta dos años para perforar a los ya pendientes. De hecho es probable que la actividad de perforación se desplace de los terrenos privados a los federales (por ejemplo, de la cuenca de Midland a la de Delaware) durante un par de años para minimizar la pérdida de recursos futuros", explica Damien Courvalin, analista de materias primas de Goldman Sachs.
Si bien veteranas de la industria automovilística patria, como General Motos, dejaron boquiabiertos a más de uno con su anuncio de eliminar por completo los vehículos con motor de combustión interna en 2035, cuando además todas sus instalaciones del mundo serán neutras en sus emisiones de carbono, las petroleras y gasistas, así como países de la OPEP, como Arabia Saudí, miran con recelo a la Administración Biden.
Precisamente, el gobierno de EEUU decidió suspender temporalmente la venta de armas a Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí, autorizada por la Administración Trump. La venta de un gran arsenal de armas a Arabia Saudita y de aviones F-35 a Emiratos Árabes Unidos será sometida a una revisión profunda y obedece simplemente a la necesidad de respetar los principios de "transparencia y buena gobernanza".
El presidente de EEUU tiene completa libertad para volver a entrar en el Plan de Acción Integral Conjunto, comúnmente conocido como el acuerdo nuclear de Irán. Durante sus audiencias de confirmación, tanto Blinken como Yellen señalaron que consultarían con el Congreso y los aliados estadounidenses sobre el objetivo de alcanzar un nuevo acuerdo más sólido y duradero.
El impacto de un mayor gasto público
El enfoque de la Administración Biden por aumentar el gasto fiscal y los recientes comentarios sobre política exterior podrían tensar el mercado de petróleo en 2021 y 2022. Si el estímulo de 1,9 billones de dólares se aprueba en su totalidad o al menos entre 750.000 millones y 1,1 billones de dólares, el aumento en la renta disponible y del gasto público harán que la recuperación tenga un efecto positivo para la demanda de petróleo. El aumento de la demanda creará una mayor demanda de producción de esquisto, que se enfrentará a mayores costes de regulación, algo que podría provocar un nuevo aumento de los precios del petróleo a largo plazo.
En estos momentos, los demócratas se preparan para sortear las objeciones de los republicanos y acelerar la aprobación del paquete de ayuda económica del presidente Biden en lugar de reducirlo significativamente para atraer los votos de la oposición, incluso cuando los funcionarios de la Administración mantienen la esperanza de aprobar un proyecto de ley con un importante apoyo bipartidista. "Hay que actuar ahora. No hay tiempo", dijo Biden el viernes cuando él y la vicepresidenta Kamala Harris se reunieron con sus asesores económicos, incluida la secretaria del Tesoro, Janet Yellen. "El riesgo no es hacer demasiado. El riesgo es no hacer lo suficiente", dijo Yellen.