Internacional

Biden se erige como el obstáculo definitivo para el oleoducto Keystone XL

Manifestación en contra del oleoducto Keystone.

Hay proyectos que parece que no están destinados a prosperar. Parones, reinicios, cancelaciones. El oleoducto Keystone XL es buena prueba de ello, ya que todo apunta a que el presidente electo de EEUU, Joe Biden, podría volver a revocar el permiso de construcción de esta tubería de 1.900 kilómetros incluso el mismo día de su jura como líder del país, este miércoles.

Según informan diversos medios estadounidenses y canadienses, Biden planea emitir el mismo día 20 de enero una orden ejecutiva para impedir que se siga construyendo la fase 4 del Keystone, el conocido como Keystone XL.

Desde la nueva Administración Biden defienden que es un retorno a una política más preocupada por el medio ambiente, volviendo a los postulados de la presidencia de Obama. Como parte de esta decisión, y tal y como el presidente electo anunció en campaña electoral, todo apunta a que EEUU volverá a comprometerse con los objetivos del Acuerdo de París por el clima, del que se desvinculó la Casa Blanca de Trump.

Las protestas desde la compañía y desde algunas de las partes interesadas no se han hecho esperar. Sus defensores apuntan que la construcción mantendría cerca 11.000 puestos de trabajo en 2021 y 1.600 millones en salarios brutos. El líder de Alberta, Jason Kenney, ha dicho que la cancelación que maneja Biden "acabaría con trabajos a ambos lados de la frontera, debilitaría la importante relación entre Canadá y EEUU y socavaría la seguridad nacional estadounidense haciendo al país más dependiente de las importaciones de la OPEP en el futuro".

Además, Kenney señaló que los sindicatos americanos apoyan al Keystone XL porque su construcción representa "decenas de miles de empleos bien pagados que la economía americana necesita ahora mismo".

Preocupaciones medioambientales

El oleoducto transportaría 830.000 barriles de petróleo diarios desde Alberta (Canadá) a Nebraska, conectando con otros oleoductos en su extremo sur que permitirían llevar el crudo casi hasta el golfo de México.

Sin embargo, el problema principal subyace en las cuestiones medioambientales. Por una parte, los críticos señalan en la fuerte emisión de gases de efecto invernadero que generaría tanto la extracción del petróleo en Alberta como su desplazamiento, pero la empresa responsable (antes TransCanada, ahora llamada TC Energy) señala que en 2023 (para cuando estaba prevista la inauguración de esta parte del oleoducto) lograrían las emisiones cero y que para 2030 operaría gracias únicamente a energías renovables.

Además, hay quejas por lo que el paso del oleoducto puede suponer para la fauna y la flora del lugar, especialmente si se produjeran filtraciones. Esta preocupación es especialmente notoria en su paso por Sandhills, una gran zona de humedales en Nebraska, cuyo ecosistema se podría ver muy perjudicado. La compañía decidió alterar la ruta propuesta por una más larga para solventar estas reticencias.

Una década de incertidumbre

Aunque el proyecto del oleoducto Keystone nació en 2005, la extensión conocida como Fase 4 o XL se propuso en junio de 2008. Pero mientras que la Fase 1 empezó a operar en 2010, la Fase 2 en 2011 y la 3 en 2014 (con el beneplácito de Obama), el fragmento XL apenas ha empezado a construirse debido a las confrontaciones políticas.

Después de que el Tribunal Supremo de Nebraska autorizase la construcción del oleoducto en la zona, en enero de 2015, un Senado de mayoría republicana aprobó la concesión del permiso de construcción, algo apoyado también días más tarde en la Cámara de Representantes. Sin embargo, el entonces presidente Obama vetó la legislación alegando que las Cámaras solo querían acelerar el proceso de estudio de las consecuencias que tendría crear este oleoducto, un informe encargado al Departamento de Estado que no terminaba de llegar. A finales de ese mismo año, Obama rechazó el proyecto tras seis años de estudio alegando que "no responde al interés nacional de EEUU" y que iba en contra de la imagen de su Administración en la apuesta por las energías limpias.

Pero apenas cuatro días después de su llegada a la Casa Blanca en 2017, Trump firmó un memorandum presidencial para recuperar el proyecto, y dos meses después autorizaba a TransCanada a construir el oleoducto. Desde entonces, la cuestión ha quedado en manos de la Justicia, que el pasado mes de julio paralizó las obras.

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