El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, firma el lunes una orden ejecutiva que instruye al gobierno federal a gastar más de 600.000 millones de dólares de su presupuesto en compras en productos fabricados en el país, cumpliendo así con una de las promesas de su campaña para impulsar la economía.
El decreto ordena al Consejo Federal Regulador de Adquisiciones, que supervisa la política de compras del gobierno, a renovar su definición de lo que significa que un producto sea considerado como "Made in the USA". De esta forma está previsto que se aumente el porcentaje de componentes necesarios para que un producto pueda optar al programa "Buy American" (o "Compra Americano").
El decreto también tiene como objetivo eliminar las exenciones que permiten a los organismos federales eludir las normas de dicho programa. Por ejemplo, se asignará un nuevo funcionario de la Oficina de Gestión y Presupuesto de la Casa Blanca (OMB, por sus siglas en inglés) para supervisar todas las exenciones.
Las solicitudes de exención también se harán públicas en una web dando así una mayor oportunidad a las empresas patrias que quieran competir por los contratos que las agencias federales quieran adjudicar a sus competidores extranjeros.
Esta medida ha generado malestar entre algunas industrias estadounidenses y amenaza con tensar las relaciones entre Washington y sus socios comerciales. Múltiples compañías patrias han advertido a la Administración Biden que los cambios en sus cadenas de suministro en el extranjero llevarán tiempo y, en algunos casos, las fábricas no se pueden trasladar fácilmente de vuelta a EEUU.
Por su parte, otros países pueden ver considerar el decreto de Biden como la continuidad de las políticas proteccionistas del expresidente, Donald Trump.