
La carga que supone un endeudamiento que alcanzará el 120% del PIB en 2020 será asfixiante para España pero no estrangulará la economía gracias al Banco Central Europeo (BCE). El incremento del gasto público previsto para afrontar el impacto de la pandemia de coronavirus llevará la deuda del país a niveles récord, mientras que la actividad sufrirá una contracción histórica. Sin embargo, la política monetaria extraordinariamente expansiva contendrá el pago de los intereses respecto al PIB, dejándolo en torno al 2,7% -según calcula Oxford Economics-, un 23% por debajo del máximo de la crisis del euro, el 3,5% que llegó a suponer en 2013, tras el rescate bancario. Y casi un 50% menor de lo que representaba en los 90, pese a que entonces la deuda total era muy inferior.
La clave está en que los programas de compra de bonos soberanos del BCE y el mantenimiento de los tipos de interés oficiales en el 0% para el conjunto de la eurozona han reducido y siguen rebajando el coste medio de la deuda en circulación de España, hasta situarse en el mínimo histórico del 2%. Además, pese a la tensión sufrida en el mercado por la pandemia de Covid-19, las nuevas emisiones se mantuvieron en marzo y en abril en el 0,4 y en el 0,7%, respectivamente, muy por debajo de ese promedio, al tiempo que la vida de la cartera de deuda del país se sigue alargando, y ya se sitúa en 7,74 años, frente a los 6,85 de 2007, según el Tesoro Público.
"El poder financiarnos a un coste históricamente bajo y a una duración más larga es esencial para poder soportar los incrementos en el nivel de deuda que vamos a ver y nos permite afrontar posibles futuros aumentos del tipo de interés, ya que estos tardarían bastante tiempo en trasladarse a un aumento del coste medio de la deuda", explica Ángel Talavera, investigador de Oxford Economics, quien considera que "esto es esencial, porque al final lo que determina realmente la sostenibilidad de la deuda no es tanto el nivel en sí, sino el coste que supone pagar los intereses que genera".
"Sin duda hay que tener siempre como única variable que explica los envidiables tipos de financiación de los que disfrutamos al BCE, en una triple vertiente: por un lado, compra una parte relevante de las emisiones -este año, en concreto, toda la emisión nueva que hagamos-; en segundo lugar, es el regulador y el que decide que la deuda pública que los bancos tienen en su balance no tenga cómputo de recursos propios; y tercero, mantiene unos tipos de interés efectivos más bajos todavía que en el pasado lo que facilita a la entidades financieras generar margen aún con estos tipos soberanos tan bajos", detalla Enrique Lluva, gestor de renta fija de Imantia Capital.
"Los intereses no deberían crecer demasiado si tenemos en cuanta que el BCE va a seguir con mensajes de apoyo sin límite, y que no se espera inflación que pudiera poner en riesgo el mantenimiento de tipos bajos por tiempo", coincide Jesús Sáez, responsable de deuda de Natixis. Ni siquiera el cuestionamiento del programa de compras de deuda del BCE por parte de la reciente y polémica sentencia del Tribunal Constitucional de Alemania podrá evitarlo, según los expertos, ante la contundente respuesta de la institución y de la Comisión Europea.
Dependientes del BCE
"Es obvio que un aumento de la deuda agudiza una de las vulnerabilidades más obvias de la economía española y nos hace aún más dependientes de unos tipos de interés permanentemente bajos y de que la política expansiva del BCE se mantenga de manera sostenida", admite Ángel Talavera, mientras que Enrique Lluva calcula que "España necesitará, cuando acabe la crisis, crecer en torno al 2% nominal sólo para pagar los intereses de la deuda".
"Eso es mucho, pero no imposible; en los últimos años el crecimiento nominal de nuestra economía ha estado sistemáticamente por encima de esos niveles, eso sí, tendremos que tender a conseguir un déficit cero lo más rápidamente posible para poder bajar la cifra del ratio deuda pública sobre PIB", concluye el gestor de Imantia.